Piñerín: el personaje que se revela como el símbolo de la carencia total de contenidos

Por Germán Silva Cuadra

A 6 semanas de la elección, el comando de Piñera ha dado el golpe de gracia a esta etapa de campaña de tan bajo nivel político, con un personaje llamado “Piñerín”. El “corpóreo” del candidato –que le permite replicarse en cada esquina o portar la camiseta de la selección y pronosticar resultados de fútbol– es un mono publicitario como los que podemos encontrar en los supermercados promocionando una marca de leche. En el entorno del ex Presidente lo calificaron como una humorada, sin embargo, Piñerín representa la prueba irrefutable de la escasez de contenidos. Es el uso extremo de un recurso que, visto desde el ciudadano, pareciera que algo te quiere vender, aunque nadie sabe muy bien en qué consiste.

Concordemos que esta última etapa de la campaña se ha caracterizado por un tono cada vez más agresivo, escasos contenidos y por la falta de debate en torno a ideas y propuestas concretas que ayuden a las personas a tomar decisiones respecto de quiénes los pueden representar mejor.

A nivel de algunos postulantes al Parlamento y a Cores, esto ha tomado ribetes tragicómicos, como el caso de Loreto Letelier, quien diseñó una estrategia de posicionamiento basada en lanzar bombazos que la hicieran darse a conocer a costa de lo que fuera, como señalar que la gratuidad en la educación superior ya existía –vía internet–, que Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas se habían “autoquemado” o relatar sus aventuras a los 15 años cuando asistía a retiros “espirituales-políticos”, en que dirigentes de su partido terminaban bailando arriba de las mesas a las 3 de la mañana, sacándose las camisas, encabezados por Jovino Novoa y Juan Antonio Coloma. Vaya forma de retiro espiritual en Punta de Tralca.

En estos días también hemos conocido –los medios le dedicaron grandes espacios– a un candidato a Core por la UDI que se promueve utilizando un video con unas mujeres con poca ropa, en posiciones provocativas, denominadas las “satisfaction girls”. El spot no solo es sexista y denigrante para la mujer, sino que es de pésimo gusto y ordinario, pero lo más importante es que no tiene contenido. ¿Por qué alguien podría votar por un sujeto que tomará decisiones acerca de la inversión de su región contando, como única información, con la imagen de unas jóvenes que parecen bailarinas sacadas de una novela de Rivera Letelier?

Sumemos a esto los debates y espacios televisivos y radiales. Lo más destacado que ha quedado de ellos ha sido el intercambio de calificativos entre candidatos e incluso periodistas. Artés tratando de “estúpido fascista” a Kast, y este de “extrema-extrema izquierda” a su contendor. ME-O, por su parte, ha intentado salir de los 2 puntos que marca en todas las encuestas, basándose en la habilidad comunicacional que tiene, apuntando con el dedo a Paulsen por decirle en voz baja “huevón” o emplazando a Piñera y Guillier hasta lograr sacarlos de quicio. También el ex diputado se ha presentado como el mayor defensor de la obra de Bachelet, pese a sus duras críticas durante estos tres años. Estrategia de marketing pura, pero, de contenidos y propuestas, nada.

En la centroizquierda las cosas no se ven mejor. El debate entre los comandos de Guillier, Goic y Sánchez se ha concentrado en si habrá apoyos cruzados en segunda vuelta o en la disputa sobre a quién Ricardo Lagos tocará con su varita mágica. Y punto.

Pero lo más llamativo ha estado en el piñerismo. Pese a que ya parecen haber dado por ganada la elección, lo que quedó demostrado en un reportaje de La Tercera el pasado fin de semana, en el cual, desde fuentes del comando, se entregan los nombres de 10 futuros ministros –Chadwick, Prokurica, Pérez, Larraín, Espina, los Monckeberg, Cordero, Mendoza y Vergara–, en las últimas semanas el ex Mandatario ha intentado hacer un giro hacia el electorado de centro y apartarse de las posiciones extremas que le impuso la UDI y que hoy es la base del discurso de José Antonio Kast.

En este contexto tan falto de ideas y propuestas, a solo 6 semanas de la elección, el comando de Piñera ha dado el golpe de gracia a esta etapa de tan bajo nivel político, presentándonos a un personaje llamado “Piñerín”. Sin duda, la primera vez que un postulante a La Moneda hace algo como esto. El “corpóreo” del candidato –que le permite replicarse en cada esquina o portar la camiseta de la selección y pronosticar resultados de fútbol– es un mono publicitario como los que podemos encontrar en los supermercados promocionando una marca de leche o animando un cumpleaños infantil. En el entorno del ex Presidente lo calificaron como una humorada, sin embargo, Piñerín representa esta escasez de contenidos. Es el uso extremo de un recurso que, visto desde el ciudadano, parece más bien un trato de cliente incauto e inocente que desvía su mirada a un producto sin saber en qué consiste.Las contradicciones han sido evidentes. Después de una cerrada oposición al matrimonio igualitario expresada por Piñera, ha sido la propia Cecilia Morel la que ha intentado dar una señal más relativa. Esto es de lo poco rescatable de contenidos que ha estado en la agenda de la oposición, el resto, un listado de logros –polemizando con una Michelle Bachelet que entró decididamente a defender su legado–, y la conformación de su futuro equipo de Gobierno. En términos simples, la repartición de cargos, que incluso extiende rumores de nombres en las distintas regiones del país

Y si Piñera gana las elecciones, espero que de verdad haya cultivado en estos años el sentido del humor,  ya que él mismo habrá sumado a un nuevo personaje que fortalecerá las “Piñericosas” y nutrirá las rutinas de todos los nuevos y ácidos comediantes chilenos, partiendo por Yerko Puchento.

Ojalá que en estas semanas que van quedando no siga bajando el nivel y podamos escuchar más de propuestas y futuro que de insultos cruzados, spot vacíos de contenido o candidatos disfrazados, de lo contrario, una vez más y desde que el voto es voluntario, el ganador indiscutido de esta elección será la abstención.

 

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