La preocupante desaparición de las mujeres como sujetas de derechos en el programa presidencial de José Antonio Kast

La eliminación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, junto con el SernamEG, para crear un “Ministerio de la Familia”; la derogación de la Ley de Aborto; la eliminación del Consejo Nacional de la Infancia para crear un “programa de investigación y monitoreo que promueva la familia y el derecho de los padres a educar a sus hijos”. Estas son solo algunas de las preocupantes propuestas del candidato presidencial José Antonio Kast, las que –en conversación con El Mostrador Braga– analizaron la jefa del Área de Psicología Social Comunitaria de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, María Alejandra Energici, y la cientista política de la Red de Politólogas y docente de la Universidad Diego Portales, Beatriz Roque. Para las expertas, la falta de una sección que aborde las necesidades de las mujeres con perspectiva de género y la reducción de la mujer a un rol de madre y cuidadora, reflejan la desaparición del género femenino como sujeto político activo en nuestra sociedad.

Últimos días de octubre y la recta final de las elecciones presidenciales se hace más presente que nunca. En un contexto en donde se desarrolla un proceso constituyente que para la sociedad civil es una manera de refundar Chile, se torna de vital importancia analizar las propuestas presidenciales de las candidaturas, especialmente en lo que se refiere a materias de equidad de género, respeto por las disidencias, comunidad LGBTIQ+ y derechos humanos.

En este sentido, la eliminación del Ministerio de la Mujer y el SernamEG, para crear un Ministerio de la Familia y Subsecretaría de la Familia, unida al actual Ministerio de Desarrollo; la omisión de las disidencias a lo largo del programa; las declaraciones de obstaculización del acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, mientras no se pueda derogar la ley, son algunos de los puntos de las propuestas presidenciales de José Antonio Kast, que han encendido las alarmas entre las analistas políticas y aquellas instituciones que velan por la equidad de género y la comunidad LGBTIQ+.

Es con este foco que conversaron con El Mostrador Braga la jefa del Área de Psicología Social Comunitaria de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, María Alejandra Energici, y la cientista política de la Red de Politólogas, magíster en Ciencia Política y docente de la Universidad Diego Portales, Beatriz Roque.

Para las expertas, en términos generales, el programa presidencial es más una declaración de principios que una serie de propuestas concretas que vislumbren una forma de abordar los temas país.

Las mujeres como sujetas de derechos

Actualmente en el programa de Kast no existe, a diferencia de otras candidaturas, una sección que aborde las necesidades de las mujeres con perspectiva de género, tampoco incluye a disidencias. Lo único que existe es una Sección de familia, y en función de la gestión de la familia desarrolla una serie de propuestas donde las mujeres tienen algún grado de participación.

Esto llama la atención de la cientista política Beatriz Roque, porque “desaparecen las mujeres como sujetos políticos activos que cuentan con derechos y tienen necesidades específicas, porque se establecen derechos que están evidentemente instalados en un rol de madre y cuidadora de personas mayores”.

En torno a ello, una de las propuestas más preocupantes es la eliminación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, junto con el SernamEG, para ser absorbido por el Ministerio de Desarrollo y, de esta manera, crear un “Ministerio de la Familia”. Para la experta, llama la atención que en el programa se hable de “Sernam” y “Min Mujer”, como si en la actualidad no incluyeran el “Equidad de Género”. “Me parece una incomprensión y desconocimiento de las instituciones. El Sernam dejó de existir hace al menos cinco años”, asevera Roque.

La importancia de que exista, con sus altos y bajos, un MinMujer y EG, es que es parte de una serie de iniciativas en conjunto con organismos internacionales que se llaman “Mecanismos para el adelanto de las mujeres (MAM)”, que busca que los países tengan una agenda fuerte en términos de derechos, que transcienda al periodo presidencial de turno.

Para la Académica UAH, María Alejandra Energici, lo más preocupante de abordar las violencias y desigualdad sufridas por el género femenino a través de un “Ministerio de la Familia”, es que se devuelve y reduce a la mujer al espacio de lo privado, suponiendo que el hogar es un lugar seguro, lo que la experiencia pandémica demostró que era falso. Excluye a aquellas que no tengan o deseen hijos, además de la completa exclusión e invisibilización de las familias de la diversidad. Esto reafirma un pensamiento lineal tradicional y heteronormado. “Las mujeres tenemos más probabilidades de ser agredidas, violadas y asesinadas por una pareja en el hogar, por eso mismo se necesitaron iniciativas como la Mascarilla19”, explica, iniciativa que fue originada desde el Min Mujer y EG en conjunto con el SernamEG.

Respecto a la invisibilización de la mujer como sujeta de derechos con perspectiva de género, considera que es muy violento, ya que “el posicionamiento femenino en el mundo público no ha sido gratuito, ha sido tremendamente costoso, principalmente con trabajo no remunerado, porque el 75% de este en el mundo lo hacen mujeres”, especifica.

Mujer = madre

Otra preocupación que advierten las expertas, es que ya habiendo reducido a la mujer a un rol maternal, cuando se plantean los apoyos a las madres trabajadoras, las propuestas se centran en la conciliación y no en la corresponsabilidad. Por lo tanto, se reafirman los estereotipos de género relacionados con que las tareas de crianza, cuidado y domésticas son responsabilidad de las mujeres. “La conciliación es una herramienta, pero lo que buscamos es que las tareas sean repartidas más allá del género, que se acepte que somos personas adultas que componen un hogar y un lugar en la sociedad”, profundiza Roque.

Para Energici, cuando se toman medidas “en nombre de la familia”, lo que ocurre es que en realidad se fomenta la doble carga de las mujeres y se ahondan las brechas en donde el trabajo no remunerado sigue estando a cargo del género femenino, el cual representa al 26% del PIB del país, según el Banco Central.

Llegados a este punto, es menester –para la politóloga– cuestionarse el concepto de familia que se está desarrollando en esta propuesta. Ya que es una familia tradicional y heterosexual, en donde también se vislumbra que la adopción siga siendo una opción negada para las familias compuestas por personas del mismo género, según la definición general que se interpreta de “qué es una familia” en esta propuesta.

Respecto de la niñez, se busca que el Consejo Nacional de la Infancia sea eliminado y reemplazado por un “programa de investigación y monitoreo que promueva la familia y el derecho de los padres a educar a sus hijos”. Para Roque, si bien ya los padres tienen el derecho de elegir el proyecto educativo, que puede ser en un colegio religioso y lo que ello implica, a lo largo de todo el programa no está tampoco clara la diferencia entre el Estado y la Iglesia.

Democracia y derechos sexuales y reproductivos

El que se proponga la derogación de la Ley de Aborto en tres causales, constituye ya la guinda de la torta para las expertas, porque es una política pública que pasó por todas las etapas legales en Chile, incluso por el Tribunal Constitucional, en donde se falló a favor por ser un tema de salud pública, no uno valórico. “Kast ha sostenido, además, que mientras la política no sea derogada, lo que haría en un posible mandato sería aumentar la posibilidad de objeción de conciencia tanto institucional como personal”, especifica la politóloga.

Este eje es muy relevante, ya que –según la Corporación Miles Chile– precisamente la objeción de conciencia ha sido una de las principales dificultades para que niñas y mujeres puedan acceder a esta política pública. “En una democracia no puede pasar que un grupo vaya entorpeciendo y dificultando de a poco la aplicabilidad de una ley. Me parece, a lo menos, antidemocrático”, puntualiza la académica.

Por su parte, Energici considera que se está demonizando la sexualidad al plantearse que, como educación sexual, la abstinencia es la mejor prevención contra enfermedades y embarazo adolescente, lo que habla de una sexualidad tremendamente controlada. “Este tipo de educación solamente promueve más embarazos, más contagios”, subraya.

En relación con la democracia de nuestro país, un hecho concreto que levanta las alarmas para la docente UAH, fue la reciente solicitud de diputados(as) del Partido Republicano (fundado por Kast) sobre los cursos, centros, programas y planes de estudio que se refieren a temáticas relacionadas con el estudio de género, diversidad sexual y feminismo, detallando sus principales características. “La parte que a mi juicio es tremendamente complicada, es la impunidad con la que piden que se individualice a los funcionarios o docentes que están a cargo de esos cursos”, explica.

Finalmente, si bien el programa presidencial no hace alusiones a prohibiciones específicas a la comunidad LGBTIQ+, en la redacción hay una “omisión absoluta de las disidencias, y ese sí que es un retroceso respecto de su capacidad de existir, de ser visibilizado, de lo simbólico que ha sido el poder avanzar a que haya una sociedad que sea capaz de reconocerte”, comenta Energici.

Para la politóloga Roque, este alejamiento de los avances en equidad de género y disidencias, podrían repercutir en un cierto aislamiento de Chile como un país que no avanza en políticas públicas, ni cumple sus compromisos internacionales, lo que puede derivar en una pérdida de credibilidad en términos de acuerdos internacionales.