Tiene que viajar a Madrid, pero aliviadamente dice que alcanzará a sufragar en las próximas elecciones municipales. Vota en la comuna de Las Condes. ¿Por quién? “Es secreto”, dice el ex presidente del Banco Central Vittorio Corbo, desde su oficina -atiborrada de libros- en el Centro de Estudios Públicos (CEP).
Si bien sus proyecciones de crecimiento no son de las más auspiciosas del mercado -estima que este año el Producto se expandirá entre 1,5% y 1,8% y el próximo entre 1,25% a 2,25%-, sí defiende fuertemente que la economía chilena no tiene problemas de fragilidad. Al contrario, cree que sigue con sus bases sólidas, pese a la fuerte incertidumbre y desconfianza que la rodea.
Usted afirmó esta semana que en Chile hay buena base, pero falta reencantar a los inversionistas. ¿Cómo se hace? ¿Quién lo hace?
Las expectativas se reencantan despejando fuentes importantes de incertidumbre, porque tanto los inversionistas como los consumidores hoy tienen expectativas muy deterioradas, aunque en el margen han mejorado, pero siguen en un terreno de gran pesimismo. De hecho, los consumidores, incluso, están más pesimistas de lo que estaban en la gran crisis financiera del 2008-2009. Un paso en la dirección correcta de ir despejando estas fuentes de incertidumbres es haber progresado en la responsabilidad fiscal con la reducción en un cuarto de punto del Producto del déficit estructural por año.
¿Qué otros temas se deben despejar?
Por ejemplo, aclarar con qué sistema de educación vamos a seguir hacia adelante; cómo se va a implementar realmente este nuevo sistema tributario, porque ha habido muchas circulares, pero todavía no está clara su aplicabilidad; y cómo mejorar la productividad, porque casi todas esas medidas pasan por crear un ambiente más favorable para hacer negocios.
¿Comparte, entonces, que un próximo gobierno debiera modificar las reformas que se han hecho en este período, como son la educacional, laboral y tributaria, para dar mayor certidumbre?
Claro, un próximo gobierno deberá modificar gran parte de esas reformas. Hay que aclarar mucho la reforma educacional, en el sentido de hacerse cargo del problema de verdad, que es la calidad de la educación pública. La preocupación que tenemos todos de mejorar la inclusión y la distribución del ingreso pasa por agregarle más capital humano al 50% más pobre de la población y, en eso, hemos hecho muy pocas cosas. No hay tampoco ninguna duda en que el nuevo gobierno tendrá que modificar el sistema tributario, porque tener dos paralelos terminó con el gran prestigio que tenía Chile de contar con un sistema tributario simple, el que había que ajustar para recaudar tres puntos porcentuales del PIB adicional y mejorar su equidad, pero terminamos con un sistema muy engorroso. También deberá resolver otros problemas, entre ellos, el sistema de salud público. Si bien ahí hay un problema grande de gestión, requerirá reorientar las prioridades presupuestarias, dado que tenemos restricciones importantes en los próximos años por los compromisos de gastos que se han asumido. También deberá enfrentar el problema de las bajas pensiones que reciben trabajadores que no tuvieron la oportunidad de ahorrar en su vida laboral.
¿Cómo se mejora el sistema de pensiones sin hipotecar lo que hoy funciona?
Chile tiene un sistema de pensiones que ha sido un ejemplo internacional. Pero como hasta los mejores autos tienen dificultades, ya sea un Mercedes Benz, como le gusta a algunos, o un Honda o Audi, hay que preocuparse de mejorar el sistema. Hay que hacer una reforma de pensiones de verdad que se haga cargo de los problemas que están en todo el mundo, que son el aumento de las expectativas de vida de la población a los 60 años y las muy bajas tasas de interés. Hay que hacerse cargo, además, de las lagunas en el mercado laboral, especialmente de las mujeres, y también hay que subir la contribución, porque 10% de cotización no se da en ningún país del mundo. Nos gusta mucho compararnos con la Ocde y allí es un 19%.
¿Cómo se corrige, por ejemplo, el tema de las lagunas?
Lo mejor es teniendo un seguro de desempleo algo más generoso para que al mismo tiempo que una persona está desempleada siga contribuyendo para su pensión. En lo otro que tampoco hay dudas es que se debe subir la pensión solidaria, se avanzó en la reforma previsional del 2008 y se dio un paso adicional en la actual Ley de Presupuestos, pero hay que hacer un esfuerzo más grande, lo que implicará, dada la estrechez fiscal, sacar recursos de otro lado.
El gobierno ha planteado elevar en cinco puntos la cotización individual, pero que ese extra se vaya a un fondo en común para ayudar a los que reciben pensiones más bajas, ¿qué le parece?
Es una muy mala idea fortalecer el sistema solidario con un impuesto al trabajo. Es más, cualquiera que estudió economía en cualquier universidad sabe que eso termina siendo un impuesto al trabajo, con efectos en la informalidad, en los salarios y en el empleo.
También usted plantea que un próximo gobierno debiera modificar la reforma laboral, ¿qué debería hacer?
Es que queda otra reforma pendiente en Chile, que es la laboral de verdad. O sea, en el siglo XXI lo que se requiere es preparar gente para que tenga más flexibilidad, para que pueda adaptarse a un medio en el cual hay innovación tecnológica, robótica y que se ha hecho tremendamente dinámico. Esto también está relacionado al sistema de pensiones, porque para las mujeres y jóvenes es difícil tener empleos duraderos por las rigideces que tenemos de horas trabajadas y las altas indemnizaciones por años de servicios. Todas esas cosas han sido recomendadas por tantos años por la Ocde, y como nos gusta tanto compararnos con los países de ese club, debiéramos seguir estos consejos. Entonces, para el próximo gobierno quedaron pendientes las reformas de salud, laboral y de pensiones, pero de verdad.
El ministro Rodrigo Valdés completará casi un año y medio como titular de Hacienda, ¿ha hecho la diferencia con el ex ministro Arenas?
Hay una gran diferencia. Hoy existe una percepción de que Chile ha reorientado sus finanzas públicas en la dirección correcta. A cualquier gobierno de centro, derecha o de izquierda le favorece tremendamente tener la macroeconomía ordenada. No hay experiencia en el mundo de éxito sostenible en crecimiento y en equidad con una macroeconomía desordenada. El ministro Valdés ha sido capaz de poner en el centro de su cartera una cosa básica: el ordenamiento fiscal.
El ministro de Hacienda ahora deberá enfrentar la discusión presupuestaria en el Congreso. Algunos senadores, como el PS Carlos Montes, han planteado su desacuerdo con que el gasto público aumente sólo 2,7% real el próximo año…
El Congreso puede redistribuir partidas, pero de acuerdo a la Constitución chilena, no puede aumentar el nivel de gasto, sólo el Ejecutivo tiene atribuciones en esta materia. No obstante, creo que hay bastante conciencia, y creo que el ministro Valdés, apoyado por la Presidenta, ha hecho un gran trabajo en convencer de que la mejor herramienta para asegurar un crecimiento sostenido en el mediano plazo es ser responsable fiscalmente. Ahora, hay que tener claro que con este presupuesto se cumple con la regla fiscal, pero igual habrá en 2017 un déficit efectivo mayor a este año. Este presupuesto no es restrictivo, para nada si se considera que el déficit estará nuevamente por sobre el 3% del PIB.
Algunos expertos han afirmado que la economía chilena atraviesa por un período de fragilidad, ¿cree que sea así?
Si nos comparamos con otros países emergentes, Chile tiene una economía tremendamente robusta gracias a que tiene los pilares sólidos. Cuenta con un Banco Central autónomo que hace su trabajo de mantener la estabilidad de precios y tiene un sistema de tipo de cambio flexible; posee cuentas fiscales que se van a mantener robustas, y tenemos un sistema bancario sólido, que ha pasado todas las crisis en los últimos 20 años sin ningún problema, la única fragilidad que sí tenemos es un bajo crecimiento.
¿Por qué se mantiene este bajo crecimiento?
Por dos razones. Primero, recibimos un shock externo brutal por la caída de precios del cobre junto a un crecimiento muy tenue del comercio mundial (cerca del 2%). Y, segundo, internamente todas estas reformas promovidas en los últimos años han sido muy improvisadas en su diseño y en su implementación. A pesar de esto, quiero reiterar que esta es una economía sólida, que sólo ha mostrado una pequeña debilidad en lo fiscal, pero que el ministro Valdés ha logrado hacer un gran trabajo en corregir esto.
¿No podría Chile ante cualquier tropiezo del mundo caer en una recesión?
Si hay una recesión mundial nos va a golpear, pero todavía tenemos instrumentos en Chile. La tasa de interés está en 3,5%, y en la parte fiscal estamos guardando municiones por si mañana hay un shock mayor, pero lo importante es que no usemos hoy día las balas para dispararle a un pájaro cuando mañana puede venir un león, como una recesión mundial.
¿Por cuánto tiempo cree que Chile mostrará un crecimiento bajo?
No hay duda que cuando uno tiene un ingreso per cápita por paridad de compra de cerca de US$ 25 mil es más difícil crecer al 6% que cuando uno tiene uno de US$ 15 mil. Pero despejando incertidumbres y destrabando impedimentos a la inversión, como los identificados en los distintos estudios de iniciativas para aumentar la productividad, debiéramos ser capaces de crecer por otro período largo de tiempo no al 1,5% o 2%, sino al 4% o 4,5%, que hace una tremenda diferencia para el bienestar de todos los chilenos. Eso se puede recuperar.
¿Cuándo?
Cuando la gente se reencante de nuevo, cuando tenga un horizonte más despejado y tenga una mirada de mediano plazo, el país volverá a crecer. Con eso empezará otra vez a subir la inversión, lo que se transforma en capacidad productiva para mañana; si facilitamos el ingreso de la mujer y jóvenes a la fuerza de trabajo vamos a contrarrestar en parte el envejecimiento de la población y eso redundará en un aumento de la tasa de crecimiento del producto potencial.
¿Un próximo gobierno está en la obligación de impulsar estas reformas a la salud, pensiones y laboral para poder apuntalar el crecimiento?
Claro, eso va a ayudar al crecimiento, a la inclusión y a mejorar la convivencia interna.
En este contexto de bajo crecimiento, ¿cómo evalúa el rol que ha cumplido el Banco Central?
El Banco Central ha actuado muy bien operado de los nervios. Mucha gente le decía actúe, suba las tasas que se le escapó la inflación, porque lleva dos años sobre el 4%, pero no hizo caso y actuó correctamente al darse cuenta de que esa mayor inflación era mucho de depreciación del peso. Ahora recién estamos llegando a la meta de inflación de 3%, entonces el Banco Central tiene que observar por un rato más. Pensemos que se da el escenario en que en los próximos tres meses Estados Unidos tiene que subir la tasa y se mantiene sin alzas posteriores por un período prolongado, en ese caso, tendremos mucho espacio nosotros para bajar la tasa, pero no hay que apresurarse. Digo esto porque el escenario alternativo es que la inflación comienza a repuntar con más fuerza en los Estados Unidos y la Fed se ve obligada a introducir más alzas en la tasa de interés, lo que redundaría en salidas de capitales, depreciación adicional del peso y presiones inflacionarias internas. Mientras no haya más claridad sobre lo que hará la Fed y sobre la trayectoria de la inflación en Chile es prudente esperar.
Ahora, si se fortalece la posición que las alzas de tasas de la Fed serán muy graduales, con una inflación interna que va a seguir descendiendo, alejándose del 3% anual hacia abajo, el Banco Central va a tener que bajar la tasa. Creo que este es el escenario más probable, pero también se puede dar el alternativo. Lo prudente es esperar hasta tener más información.
¿No debería el Banco Central, dado el control de la inflación actual, estimular el crecimiento económico con una pronta baja de tasas?
Cuando Pudahuel está con neblina, los aviones se van Mendoza y no viene alguien con un pañuelo a sacar la neblina, por tanto, hay que esperar que pase. Aquí la neblina viene dada más bien por la incertidumbre interna, por lo que el Banco Central ayuda mucho más manteniendo la estabilidad que arriesgar una baja prematura de las tasas.
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