Los resultados electorales se convirtieron en el punto de partida para una reflexión masiva de las diferentes vertientes de la centro e izquierda local. Desde los tradicionales ex partidos concertacionistas hasta colectivos por fuera del Frente Amplio, analizan los caminos a seguir, evaluando los puntos en los que pueden o no converger.
La segunda vuelta del pasado 17 de diciembre fue la segunda derrota en el ámbito presidencial que sufre la izquierda desde que comenzaron los gobiernos post dictadura en 1990.
Más allá de cómo afectó esto a la Nueva Mayoría o al mismo Alejandro Guillier, el amplio margen con el cual Sebastián Piñera se impuso ante el actual oficialismo dejó en shock a la izquierda desde su expresión más conservadora hasta la con intención revolucionaria.
Son días de autocrítica y reflexiones para varios partidos y movimientos, quienes ya piensan en escenarios de rearticulación para hacer frente al ideal de Chile Vamos de gobernar incluso hasta ocho años a partir del 11 de marzo de 2018.
Muchas dudas surgen. ¿Representan los partidos ligados históricamente a los trabajadores a este sector? ¿Hay una consolidación y maduración del Frente Amplio? ¿Existe una tejido social que defienda procesos más allá de la realidad partidista?
Replanteando los extremos
En la Nueva Mayoría hubo una avalancha de explicaciones a la derrota presidencial. Algunos apuntaron al candidato, otros incluso a una supuesta falta de ánimo de parte del Frente Amplio al momento de expresar apoyos a Alejandro Guillier. Pero hay un diagnóstico que se ha posicionado entre voces importantes del sector sobre por qué la ciudadanía no confió en la continuidad del proyecto reformista que ofrecieron durante los últimos cuatro años.
Y qué mejor expresión de este análisis que el de su referente más importante en la actualidad. Según voces cercanas a la presidenta, la distancia de Michelle Bachelet con los partidos políticos del bloque se debe a que ella estima que están fuertemente desconectados de sus bases y de la ciudadanía, sumergidos en una inercia donde la discusión a nivel de cúpulas es la forma de posicionarse.
Dentro de los que padecen este síntoma está, de hecho, la casa de la mandataria: el Partido Socialista. La colectividad durante 2017 dio muestra de la poca importancia de las bases en la conducción. Tuvieron cuatros opciones para competir por La Moneda: Alejandro Guillier, Ricardo Lagos, Fernando Atria y José Miguel Insulza. Más allá de la poca proyección electoral para el cargo que tenían varios de estos nombres, existió la oportunidad de realizar una consulta ciudadana que determinara al elegido, alternativa empujada por Atria e Insulza principalmente, pero finalmente fue el Comité Central el que tomó la decisión que ratificó al independiente Alejandro Guillier, dejando amargura sobre todo en regiones.
La forma de llevar adelante el destino del partido enfrenta a los distintos lotes del partido. Por ejemplo, la ‘Izquierda Socialista’ desde antes del balotaje que viene planteando una reformulación de las prácticas cupulares.
El principal exponente del subgrupo, Fernando Atria, manifestó a nuestro medio que espera que exista una disposición a reflexionar profundamente sobre los fundamentos de la colectividad.
“Al Partido Socialista le cae la misma crisis que a todos los partidos: la despolitización. Cuando uno se pregunta cuál es el proyecto político de este o aquel partido, la respuesta es cada vez más difícil de dar. La situación actual del partido debe volverse sobre eso”, dijo.
El abogado sostiene que existen conversaciones con otros sectores para formalizar un repensamiento de las prácticas y objetivos, algo que podría llevar a algún acuerdo de cara al Comité Central del próximo 6 de enero.
Por otra parte, el PS trabaja en generar puentes con el Frente Amplio, de cara a la conformación de un bloque opositor a las iniciativas legislativas del gobierno de Sebastián Piñera. Para ir concretando esto, ya se integró al senador electo de Revolución Democrática, Juan Ignacio Latorre, a su comité mixto.
Pero la reflexión va más allá de lo parlamentario dentro de la Nueva Mayoría, y en esto el Partido Comunista es el que ha venido realizando un diagnóstico más definido sobre el reordenamiento de la izquierda.
Uno de los operadores más importantes de la colectividad, Juan Andrés Lagos, minimiza la idea del desapego y cree que el problema de la izquierda hoy en día es su falta de sintonía con las demandas ciudadanas. Él cree que la “territorialidad es una formalidad” y que el tema realmente importante y que genera cercanía es que los partidos logren representar de buena manera a los movimientos sociales, como por ejemplo a la Coordinadora No + AFP. Lagos plantea, para comprobar su punto, que el desapego de la ciudadanía con las colectividades también ocurre en la derecha y que de igual manera estos obtuvieron una amplia mayoría en las votaciones de la segunda vuelta.
Incluso defiende la posición de su partido, puesto en que el refichaje obtuvieron más de 60 mil inscritos, varios de ellos nuevos militantes. Aunque sí cree que es necesario trabajar con mayor acuciosidad en que los procesos de transformación vayan acompañados de mayorías nacionales y construcciones sociales que estabilicen los procesos en el plano electoral y social, para evitar la “alternancia” en el poder, la mayor muestra de la “política de consensos”.
Parte de esto el PC ya lo viene trabajando con los llamados a la unidad al Frente Amplio. Juan Andrés Lagos habla de algo “en construcción”. Asegura que no se le pedirá a nadie que se cambie de domicilio político, pero indica que es una necesidad el generar un estatuto programático en el que se pueda converger. El emblemático comunista estima que incluso actualmente hay mayor sintonía con el Frente Amplio que con otros partidos de su coalición, pero de igual manera admite que en la Democracia Cristiana existen personas con la idea de potenciar un proceso de cambios.
La cautela del Frente Amplio
El conglomerado más joven de nuestro espectro político hasta hace un año tenía una posición acotada en el escenario nacional, con tres diputados y un alcalde como representantes. Pero las parlamentarias del 19 de noviembre modificaron el plano y a partir del próximo 11 de marzo serán 20 diputados y un senador los que representarán a los distintos movimientos y partidos que conforman la coalición.
Hoy atraen a sectores de la Nueva Mayoría, pero más allá de posibles alianzas existen voces que llaman a la calma entendiendo que es necesario un posicionamiento político más profundo que la representación electoral.
Uno de estos es el diputado electo de Revolución Democrática, Pablo Vidal, quien se define como uno de los “autocríticos”. El futuro congresista cree que actualmente su sector vive una “borrachera electoral” debido a los buenos resultados obtenidos, pero cree que hay puntos que deben conversarse profundamente para consolidarse de buena manera como una opción a la gobernabilidad del país.
Uno de estos es evaluar con la cabeza fría por qué la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez consiguió 300 mil votos más que el Frente Amplio a nivel parlamentario. También, entender por qué el 10% la abanderada presidencial de la coalición se movilizó por Sebastián Piñera en la segunda vuelta. El diputado electo cree que hay temáticas que la derecha abordó con claridad más directa y que su bloque no habla, como es el empleo y el crecimiento económico. “Da la sensación que a la izquierda no le interesa hablar de eso”, señala. No sería algo difícil de hacer, estima. Por ejemplo, cuando Sebastián Piñera habla de creación de empleo, sostiene que de manera fácil su sector también podría presentar una propuesta clara en la materia. En la misma autocrítica expone que no se pusieron en el debate temas como la distribución de las riquezas, lo que entregan las empresas de generación eléctrica, citando un caso, en las comunas en que se instalan, que es nula en términos impositivos, por ejemplo.
¿Las razones de esto? Vidal cree que tiene que ver con una falta de experiencia en la gobernanza. En esto apunta a que el trabajo que desarrolla el alcalde Jorge Sharp actualmente en Valparaíso, junto con su equipo técnico, será un piso de maduración para todo el Frente Amplio, porque entenderán de manera concreta cómo es el sistema de administración de un territorio.
“La elección mostró un voto anti Nueva Mayoría muy fuerte”, según expresó el presidente de la Izquierda Autónoma, Francisco Figueroa, tanto que la apuesta de Manuel José Ossandón de la “derecha social” logró conectar con las personas para alcanzar el triunfo de Sebastián Piñera. Hay una crisis para la izquierda que abrazó el ideario neoliberal, según el ex candidato a diputado. Su análisis dice que nuestro país puede ser una muestra más en una ola de derrotas mundiales para el progresismo, como el caso de los demócratas en Estados Unidos contra Donald Trump o del Partido Progresista en Brasil, contra una derecha conservadora y evangélica.
Figueroa cree que actualmente existe un “votante volátil” que emite el sufragio en rechazo a lo que representan ciertos candidatos, por lo mismo, el desafío del bloque es combatir esto con una opción política firme. Al Frente Amplio se le visualiza como la opción joven y limpia de actos de corrupción y el dirigente de los autónomos cree que esto significó en parte el respaldo de la ciudadanía a la alternativa, pero cree que la clave es el momento en que el discurso de Beatriz Sánchez conecta con las demandas ciudadanas, lo que permitió una elección exitosa en comunas como La Florida, Maipú o Puente Alto. Este es el camino a seguir, según él.
Aunque de todas formas, menciona en su análisis, todavía faltan otros aspectos por trabajar para su sector. La dificultad para organizar a la ciudadanía en sus espacios, sostiene, se debe a la desarticulación del mundo sindical iniciada en la dictadura, algo que también afecta a los partidos Socialista y Comunista, puntualiza. En este panorama destaca que el Frente Amplio nace desde el mundo social, que si bien no está liderado hoy en día por los sindicatos, sí representa espacios como el universitario que hoy forman al trabajador del mañana. En esto el conglomerado tiene un desafío, añade, de conformarse más allá de una máquina electoral, sino como una fuerza que convoque a las mayorías que estén dispuestas a movilizarse por sus demandas.
En base a esto mismo, Figueroa ve que existe poco contenido en el diálogo entre el Partido Comunista y el Frente Amplio, algo que no es lo fundamental para fortalecer a la izquierda, según su punto de vista. Agrega que parte de la crisis de la Nueva Mayoría se debe a que no pensaron las reformas como herramientas de empoderamiento de los trabajadores.
Fuera de estos análisis hay una realidad que el centralismo de nuestro país no suele visibilizar. El Frente Amplio no ha tenido un gran desempeño en la Región del Bío Bío, por ejemplo, lugar con una fuerte carga histórica de izquierda. Revolución Democrática recién en diciembre consiguió legalizarse como partido en la zona, pero su candidata a diputada no tuvo el mismo éxito que varios de la colectividad a lo largo del país. Sólo el Partido Ecologista Verde consiguió un cupo en la Cámara Baja, con Félix González, pero él es un viejo conocido en la zona antes del Frente Amplio, debido a su larga historial de candidaturas. En contraste, Sebastián Piñera tuvo un muy buen resultado en la región, llegando a un 58% de los votos, algo que dejó a muchos descolocados.
Uno de los que se ha posicionado como referente de la coalición en el Bío Bío es Javier Sandoval del Partido Igualdad, quien recientemente resultó electo como consejero regional.
Sobre la experiencia del conglomerado en la zona, destaca que una de las fortalezas es que en comunas como Concepción la presencia del Frente Amplio va creciendo y ha mostrado un trabajo esperanzador para el bloque. “De diversa, dinámica y progresiva maduración política”, señala. Explica a nuestro medio que se ha levantado la inquietud de incidir con mayor fuerza en las decisiones nacionales de la coalición. Hay distintas posturas, por ejemplo, para la segunda vuelta, el comunal Concepción llamó a no apoyar a Alejandro Guillier, por más que individualmente varios militantes de algunos movimientos se sumaran al candidato de la Nueva Mayoría en las urnas.
Sandoval espera que de cara al congreso orgánico que se encuentra preparando el Frente Amplio se empodere a las regiones. Lo que buscan es que los macrozonales, instancia en que conviven independientes con militantes, tengan representación en la mesa nacional, algo que ya está en preacuerdo. También, el consejero regional espera que el bloque proyecte la posibilidad de que incluso las vocerías pudieran ser representadas por militantes en alguna región. Todo esto, añade, depende de cuánto presionen los representantes en cada región.
Más allá de la articulación de la coalición, el dirigente plantea que hace falta un trabajo de generar consciencia en los territorios. “Se necesita un Frente Amplio que lo aborde de manera más integral, ahí hay una dificultad, porque la composición del Frente Amplio está muy enfocada en la clase media, a veces desvinculada de muchos movimientos sociales. Es a lo que estamos, incluso a compañeros independientes”, esto, según su análisis, es la única forma en que el bloque tenga éxito en sus objetivos para el país, más allá de la aventura electoral.
La izquierda que busca irrumpir
En el Bío Bío Javier Sandoval y el Partido Igualdad no se acota a un trabajo con quienes conforman el Frente Amplio. Ellos ven como aliados a las organizaciones que trabajan principalmente en lo social. En esto, destaca la Sociedad de Unión Revolucionaria, movimiento que actualmente cuenta con bases en la mencionada región, además de Santiago y Temuco.
Uno de sus integrantes, Fabián Barría, entregó a nuestro medio su reflexión de por qué Sebastián Piñera tuvo tan buen resultado en la zona:
“Por la misma razón que Bachelet triunfó “trotando” en la elección pasada y que a su vez, es la razón de fondo dentro de un régimen representativo subsumido en la lógica neoliberal. La gran parte del electorado (que resulta descontando el voto histórico e ideológico) sale a votar desde una racionalidad pragmática, movido por una expectativa de utilidad inmediata, es decir, resolviendo la pregunta “¿qué gano yo?”. En el caso de Michelle Bachelet la memoria popular la asociaba a los “bonos” (gravitantes en la economía doméstica considerando el estado de “crisis económica” crónica de la familia chilena) y determinadas reformas que tuvieron un impacto inmediato en el área previsional y de salud. En el caso de Piñera, en su período pasado, la memoria popular lo asocia a la creación de empleo, sea cierto o no, aunque la calidad del empleo sea bajísima y aunque haya sido a costa de dilapidar lo fortuito del súper ciclo del cobre. Y podemos agregar como plus en esta elección, la crispación generada por la llamada “agenda valórica” detonada el último período por la Nueva Mayoría que en un “efecto rebote” fue aprovechada para movilizar a ciertas franjas evangélicas desde la ultra derecha”, señala.
Aunque más allá de esto, la autocrítica dentro del colectivo del cual es parte Barría también es indicador de un repensamiento dentro de una izquierda que ha decidido hasta ahora mantenerse alejada del escenario electoral. En esto, el penquista señala que este ciclo electoral expuso graves falencias dentro de esta izquierda marginalizada por decisión propia. Si bien el trazado estratégico más o menos compartido dentro del sector persiste en priorizar las energías y capacidades en entramar un bloque histórico (político y social) por sobre la acumulación en el terreno electoral, eso en ningún caso, según su análisis, justifica el no haber sido factor gravitante en nada durante este ciclo. “Por decirlo en términos clásicos, creo que una visión lineal y a veces acomodaticia de comprender los procesos de ‘acumulación de fuerzas’ nos paralizó a la hora de saltar hacia una necesaria y dinámica forma de “guerra de posiciones” a la hora de hacer política, en la cual toda coyuntura debe ser aprovechada”, indica.
En lo concreto, dentro de su organización se vislumbran tres escenarios a trabajar con la necesidad de tener resultados en el corto plazo. Primero, levantar un referente político en común con otros grupos que tenga impacto público. Segundo repensar y retomar una política para la educación terciaria como sector clave en el futuro, sobretodo tratándose de Ues privadas, CFT e IP. “En países como Chile, considerando el crecimiento inorgánico desatado de las matrículas y la consecutiva saturación de los ‘mercados laborales’ que tendremos en menos de una década, la mayor parte de la fuerza de trabajo precarizada y explotada del Siglo XXI, habrá transitado por dicho sector”, argumento. En tercer lugar, el colectivo busca abordar y resolver una “política electoral” alineada a sus objetivos estratégicos. En el caso de ellos, en enero del año pasado, consensuaron impulsar una plataforma de nuevo municipalismo para el área pencopolitana y que esperan pueda servir al menos como excusa para trabajar el tema.
Pero en la Región Metropolitana también hay movimiento en este sector. El Colectivo La Savia, con cercanía a la SUR actualmente se encuentra en proceso de autoevaluación. Hay un punto de quiebre, les fue sorpresivo lo difícil de anticipar los resultados electorales en el país y la alta inclinación hacia la derecha. En algunos movimientos del sector con “intención revolucionaria” existe una revisión respecto de los procesos heredados de grupos de los años ochenta y principio de los noventa.
“Da cuenta de un proceso de recomposición, de defensa estratégica, pero también de marginalidad e incapacidad de crear una política que tenga niveles de inserción como fue previo al golpe de Estado”, dice Javier Zúñiga, integrante del colectivo.
¿En qué se equivoca la izquierda? Zúñiga plantea que no existen grandes preguntas ni respuestas de orientación estratégica, y que el sector funciona con ciertas premisas que han dejado de ser cuestionadas, como la clásica discusión sobre si con votar se oxigena al sistema, algo que según su punto de vista debiese ser reflexionado con mayor profundidad.
Observa que existe un electoralismo dentro de la izquierda, en captar la subjetividad actual del votante. Pero más allá de obtener estos buenos resultados del punto de vista electoral, no ve la constitución de una fuerza política. Con esto apunta efectivamente a la situación actual del Frente Amplio, de quien reconoce que su postura ha servido para actualizar el debate sobre temáticas sociales. Pero según Zúñiga, la apertura a las elecciones es una cosa, pero siempre debe estar enmarcada en un diseño de acumulación de fuerzas que dependen de un programa de movilización.
La territorialización de la apuesta electoral es el camino, según su análisis. En el caso del Frente Amplio, el error según su opinión es que buscan territorializar un pacto electoral, en lugar de que la fuerza nazca desde el mismo movimiento social.
Más allá de su análisis no se percibe en nuestro país un tejido social importante. Zúñiga cree que esto es un marco general para todos los sectores del país, por lo que el esfuerzo de ellos es generar identificación de los sectores populares con el trabajo político, en base a demandas sociales. Pone como ejemplo al movimiento No + AFP, donde se entiende el conflicto de raíz es político, donde se pasa desde la movilización al ámbito político.
Según su reflexión, la autocrítica pasa porque la mayoría de los dispositivos de la izquierda revolucionaria se piensan como un proceso de movilización permanente, pero no se entienden momentos de reflujo como la época electoral. Otro punto es encontrar la forma en que el mundo social sea capaz de instalar temas en la agenda de las instituciones. En esto ya hay un avance, puesto que se está discutiendo en la coordinadora No +AFP la presentación de un proyecto popular de ley que pueda ser revisado en el Congreso. Es una figura legal que no existe, pero que buscan que sea un gesto político.
No se nota enemistad en las palabras de Zúñiga respecto de lo que pasa actualmente con el Frente Amplio. Aunque tampoco se ve que su colectivo, o el de Barría, ingresen de manera directa al conglomerado. En cambio, sí se perfila la posibilidad de crear un nuevo referente que funcione con matices al trabajo que lidera Revolución Democrática en la mencionada coalición, pero que pueda converger en asuntos programáticos.
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