Las polémicas afirmaciones del asesor de José Antonio Kast que pone en duda el cambio climático

Julio Vergara, profesor de la UC, habla de «bandos» que interpretan el cambio climático, cuestiona las medidas de mitigación, habla de «datos no certeros» y minimiza cifras. El ingeniero realiza su planteamientos en un texto del Partido Republicano, donde mezcla datos científicos con afirmaciones personales, «preocupantes, que distorsionan deliberadamente lo señalado por los científicos», según un miembro del Grupo de Climatología de la Universidad de Barcelona. «Mezcla unas temáticas científicas con las oportunidades de negocios», critica otro académico, mientras un tercero habla de un «panfleto». Este domingo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional contra el Cambio Climático, una celebración instaurada por la ONU.

Un asesor del candidato de ultraderecha José Antonio Kast causa polémica por relativizar el cambio climático. Se trata de Julio Vergara, profesor de la Universidad Católica y experto del comando presidencial en materia de energía.

Vergara, quien también fue miembro de la Comisión Chilena de Energía Nuclear, es conocido al interior de la casa de estudios por esa faceta «negacionista».

«Es profe de un ramo de ‘energía sustentable’, donde, según él, el cambio climático es más por motivos naturales que influencia humana», comenta una fuente de la UC, que además destaca que «se ve en el programa de Kast cómo van contra de medidas como la descarbonización al pretender no cerrar plantas termoeléctricas, aludiendo a ‘supuestos climáticos’ que ya son consenso científico».

Los planteamientos de Vergara en este sentido además son rechazados por la mayoría de los especialistas.

«La evidencia científica es contundente en el sentido de que estamos viviendo un cambio climático de origen antrópico», señala Claudio Ramírez, director del área de biodiversidad del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Talca.

«La posición que debe tener un país sobre estos temas debiera trascender a los programas de un gobierno en particular. Lo que menos se requiere es una mirada de corto plazo, la que suele caracterizar los procesos eleccionarios», advierte.

Este domingo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional contra el Cambio Climático, una celebración instaurada por la ONU.

Controvertido documento

Las ideas de Vergara en torno al tema pueden encontrarse en un documento del Partido Republicano, titulado «Cambio Climático», realizado previo a las COP25 de 2019. Allí, entre otros, equipara el consenso científico mayoritario sobre el fenómeno con otros que lo niegan, hablando de dos «bandos» equivalentes.

«Es un documento mañoso», señala un experto en el tema que pidió el anonimato, aunque resaltó su «antigüedad» en un mundo científico que avanza con velocidad. Aún así, apostilló que «trata de crear dudas donde no las hay, que es la típica manera de los que son escépticos en este tema».

«Eso es un panfleto. No vale la pena prestarle atención alguna», señala Raúl Cordero, académico de la U. de Santiago, al ser consultado sobre el texto. «No es un documento científico, sino político».

En el texto del Partido Republicano, por ejemplo, Vergara dice que «hay dos bandos en la modelación e interpretación climática».

«Por un lado está el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), respaldado por muchos países, excepto Estados Unidos. Por otro lado hay quienes sostienen que el aporte industrial es pequeño para inducir cambios en el clima, liderados por organizaciones atomizadas y algunos sectores académicos, además de Estados Unidos. Ambos bandos reconocen la existencia de un proceso climático de largo aliento y ambos poseen fundamentos relevantes, pero sin una verificación contundente», escribe el asesor de Kast.

Falsedad

Sin embargo, esta idea es rechazada por diversos especialistas.

«Es falso que hay dos bandos de modelación climática, hay varios bandos y los que hacen una dicotomía es porque están en clara una minoría. Obviamente que los modelos del IPCC son lejos los ampliamente aceptados», responde Nicolo Gligo, director del Centro de Análisis de Políticas Públicas del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.

De hecho, el consenso en torno al IPCC es aplastante, y ha pasado del 97% al 99% entre los climatólogos en el último tiempo, según resaltó hace poco el periodista y escritor  Mark Lynas.

 

Pablo Sarricolea, miembro del Grupo de Climatología de la Universidad de Barcelona, recuerda que aquellos estudios contrarios a la ciencia del clima son financiados por empresas dedicadas a energías que emiten gases de efectos invernaderos (GEI), y lo que buscan en generar una idea de falta de consenso y evidencia sobre el cambio climático y el aporte de las emisiones antropogénicas en el sistema terrestre.

«En ese sentido, no hay dos bandos en igualdad de condiciones, más bien rotundas evidencias que señalan que el cambio climático actual se debe a las emisiones de GEI», afirma.

A nivel científico, la tesis más aceptada y consensuada es que el calentamiento global y cambio climático son inequívocos y de origen antropogénico con una certeza de más del 90% (resultados del Reporte IPCC del año 2007 y 2013), y cuyos efectos ya se están observando y algunos pueden ser irreversibles (IPCC 2021). Así lo asegura Jorge Carrasco, académico de la Universidad de Magallanes.

El «segundo bando»

Vergara además indica que «el segundo bando sostiene que los modelos son demasiado complejos para prever la dinámica climática y sus resultados son inciertos, destacando que el forzamiento radiativo asocia concentraciones de diversos gases sólo entre la era preindustrial y el presente, sin ver más atrás».

«La temperatura se determina mediante un factor de sensibilidad a las emisiones por cada gas y hasta ahora los resultados son dispersos. En lo que va del Siglo, se han corrido casi 150 modelos crecientemente poderosos y la variación persiste. El menor aumento va desde 0º hasta 8ºC y el mayor aumento va desde 0.4º hasta 10ºC, con una desviación de casi 5ºC», escribe.

«Los resultados de los modelos tienen la incertidumbre normal de un modelo. La amplitud de los rangos de los modelos es un argumento falaz, pues se están tomando modelos muy elementales. Los modelos del IPCC son los más complejos y más científicamente fundamentados», dice al respecto Gligo.

Para Sarricolea, «estas afirmaciones son preocupantes y distorsionan deliberadamente lo señalado por los científicos».

«Si bien los modelos son complejos, su capacidad de reproducir los cambios climáticos de cientos y miles de años son indiscutibles. Además, cuando modelan el clima del pasado considerando sólo los forzantes naturales son muy certeros, en cambio después de la era pre-industrial hay grandes diferencias que se deben a los forzantes antropogénicos. Dicho de otra forma, el cambio climático actual se debe principalmente a las emisiones derivadas de las actividades humanas», señala el también académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Casa de Bello.

Para Carrasco, la incertidumbre de los modelos está en la complejidad de los procesos físicos y dinámicos del sistema climático, los cuales «son, por cierto, complejos de simular y muchos procesos aún se parametrizan».

Agrega que el forzamiento radiativo de los modelos es realizado con las concentraciones históricas y presente para simular el clima en esos períodos y el presente, pero las simulaciones climáticas futuras usan un forzamiento radiativo dado por el aumento de las concentraciones de los gases de efecto invernadero de acuerdo con los distintos escenarios de desarrollo que puede tener mundo.

«El grado de incertidumbre se disminuye por el promedio de las simulaciones y éstas han ido mejorando a medida que la capacidad computacional permite correr modelos más complejos. Las conclusiones del IPCC en términos de proyecciones a futuro no se basan en ningún modelo en particular, sino en la media y el rango de certeza estadístico que se obtiene al considerarlos a todos ellos», destaca.

Manipulación de cifras

Al experto en la materia que habla en off además le llama la atención cómo Vergara manipula cifras en el documento.

«Desde el año 2000, la concentración atmosférica de CO2 ha subido de 0.037% a 0.041%, encima del 0.028% preindustrial e Interglacial, y del 0.018% de la última Era Glacial. Subir de 0,00028 a 0,00041 equivale a duplicar, pero es un valor modesto», asegura el asesor de Kast en el texto.

«Eso de estar mostrando esos porcentajes tan pequeños no es la manera de mostrar las concentraciones de CO2. Uno habla de 280 partes por millón a 413 partes por millón. Si yo me tomo un 0,001% de mi peso en arsénico, me muero. Que sea un 0,001% no significa que no sea peligroso. Decir que la concentración sea baja no significa que no sea relevante», explicó.

Modelos inciertos

Otra afirmación de Vergara es que «ninguno de los modelos es certero, porque no hay referencias del pasado remoto ni menos información del futuro».

Sin embargo, si bien para Gligo «ninguno de los modelos es absolutamente certero», la mayoría de los que usa el IPCC tienen alto grado de confiabilidad.

«La afirmación es hecha para defenestrar a los modelos. ¿Por qué entonces hace proyecciones económicas basadas en modelos? ¿Por qué niega  los modelos usados en el cambio climático y valida los usados en economía?», cuestiona.

Sarricolea es más duro: «Da vergüenza ajena responder a esta afirmación, pues es propia de los negacionistas del cambio climático, lo cual se basa en creencias, y no en ciencia», afirma.

«Hay referencias del pasado en testigos de hielo que abarcan casi un millón de años de información de la temperatura, testigos geológicos, sedimentarios en los fondos lacustres, información en los anillos de árboles, y tantos otros que permiten reconstruir el pasado, demostrando cambios climáticos como las glaciaciones cuaternarias y episodios cálidos en la edad medieval e incluso una pequeña edad de hielo que culmina entre el siglo XVIII y mediados del siglo XIX. Si los científicos son capaces de modelar y reconstruir el pasado, ¿qué limitaciones existen para proyectar cambios futuros? Esa es la contra pregunta a tal equivocada afirmación» señala.

Carrasco admite que, efectivamente, ningún modelo es ciento por ciento certero y no todos dan los mismos resultados ya cada uno de ellos puede tener sus propios procesos físicos y dinámicos a la hora de simular el clima, ya sea pasado, presente y futuro.

«Sin embargo, todos los modelos deben cumplir con simular aspectos esenciales del clima conocido, además es la única y mejor herramienta que tenemos para predecir el cambio climático. Las simulaciones del pasado y presente permiten evaluar qué tan bueno son los modelos en simular aspectos relevantes del clima y su grado de certeza en hacerlo. Y obviamente las simulaciones del futuro se basan en escenarios supuestos de acuerdo con el desarrollo socioeconómico mundial proyectado», comenta.

«Pero lo importante no es la individualidad de cada modelo, sino el promedio de las simulaciones y estas indican, entre otras, una tendencia al aumento de la temperatura del aire superficial y cambios en los regímenes de precipitación en el siglo 21».

Mitigación

Vergara además realiza cuestiona medidas de mitigación.

«El dilema que algunos plantean se refiere al esfuerzo de mitigación. Si los modelos futuros no están bien y el clima se determina en forma natural, no tiene sentido una transferencia de dinero para reconfigurar los sistemas que convierten recursos energéticos, dejando de lado otras necesidades de la sociedad», escribe.

El esfuerzo de mitigación se refiere a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero como consecuencia de la actividad humana en varias áreas de la producción y de su comportamiento.

Para el miembro del Grupo de Climatología de la Universidad de Barcelona, en cambio, la mitigación es clave para que los cambios no generen mayor frecuencia e intensidad de eventos extremos como olas de calor, incendios forestales, grandes inundaciones y megasequías.

«Avanzar a la carbono neutralidad es clave para poder mitigar el cambio climático a los umbrales señalados por los científicos durante el siglo XXI. Los esfuerzos deben ser transformativos, y es altamente conveniente reconfigurar nuestras matrices energéticas», señala Sarricolea.

«Las simulaciones realizadas con la mejor y única herramienta que tenemos -los modelos. nos indican que el aumento promedio global de la temperatura del aire en las últimas cuatro décadas no se explica por forzantes naturales sino sólo se explica si se considera el aumento antropogénico de gases de efecto invernadero. Si descartamos las forzantes naturales astronómicas y geológicas que induce cambios a escala de miles de años, y las inyecciones de aerosoles por una eventual actividad volcánica; la única forzante real y con un grado de predictibilidad es la antropogénica. Y las simulaciones nos indican que el calentamiento global continuará si no tomamos medidas de mitigación», comenta por su parte Carrasco.

Emisiones de carbono

Por otro lado, Vergara cuestiona la reducción de las emisiones de carbono para combatir el cambio climático.

«Es simplista suponer que para estabilizar el clima bastaría eliminar las emisiones de carbono de fuentes tecnológicas y electrificar con fuentes eólicas y solares, que son menos del 2% de la energía actual. Ese tipo de mitigación es insuficiente, se requiere avanzar en múltiples direcciones, elevar la capacidad de adaptación y evaluar medidas de geoingeniería, de ser necesarias», escribe.

Efectivamente, el CO2 es un gas de efecto invernadero que una vez emitido puede estar varias décadas en la atmósfera, es decir, reducir las emisiones no tiene efectos inmediatos, «y eso la ciencia lo sabe», dice Sarricolea.

«La mayor evidencia del cambio climático es el calentamiento global, y los modelos han encontrado una estrecha relación entre concentraciones de CO2 en la atmósfera y temperatura global. Por lo tanto, limitar las emisiones es clave para frenar el sostenido aumento de la temperatura global», alerta.

Según la ciencia, el aumento de la concentración de carbono y de otros gases de efecto invernadero, se traduce en que más radiación terrestre (es decir energía) queda atrapada en la atmosfera, que de otro modo escaparía al espacio. En otras palabras, calor que debiera salir al espacio queda atrapado en la atmosfera produciendo un calentamiento.

«De allí la importancia de limitar las emisiones para no continuar aumentando las concentraciones y acrecentando el calentamiento y sus consecuencias», resalta Carrasco.

Datos «no certeros»

En este contexto, Vergara señala que «en este marco de incertidumbre, algunas organizaciones y gobiernos están diseñando políticas basadas en datos no tan certeros y de lugares tan remotos como la Antártica».

«Estas apuntan a reconfigurar sus matrices energéticas con tecnologías que resuelven algunos problemas pero que crean otros similarmente complejos, así como oportunidades de negocio. Surge la pregunta de su pertinencia, dada la certeza de los modelos. Si resultaran errados habremos desviado recursos a problemas inexistentes y si resultan acertados podrían cambiar el tipo de problemas», advierte el asesor de Kast.

Para Gligo, sin embargo, «todo párrafo, confuso e impreciso, se basa en la certeza de los modelos. Mezcla unas temáticas científicas con las oportunidades de negocios. Los datos que tenemos son más que suficientes para hacer las cosas bien».

«Decir que los datos no son certeros es ignorar a la ciencia por completo», critica Sarricolea.

«Primero que todo, la ciencia convive con la incertidumbre, y busca reducirla al máximo. En ese sentido hay muchas fuentes de información, desde instrumentos en superficie continental, oceánica, en la atmósfera, instrumentos remotos como satélites que observan la Tierra, y de distintas organizaciones y gobiernos que no divergen, más bien llegan a los mismos resultados. Es necesario reconfigurar la matriz energética para evitar llegar a un punto que comprometa la sustentabilidad futura. Los datos son certeros y cada vez más precisos, y por lo tanto hay que aplicar principios de precaución, pues la ciencia es concluyente en que el cambio climático actual es debido a nuestras emisiones, y somos nosotros los únicos que podemos revertir esta situación».

Actualmente, desde el punto de vista científico, las observaciones y los datos atmosféricos, oceánicos y de otras disciplinas de las ciencias de la tierra se realizan con el rigor que la ciencia exige cumpliendo estrictos protocolos y cuidados normados internacionalmente, como por ejemplo la Organización Meteorológica Mundial.

Por otra parte, señala Carrasco, el sistema climático incluye procesos e interacciones complejas entre los diferentes componentes, como los océanos, la criósfera, la litosfera, la biósfera y la misma atmósfera, por lo que ningún componente está aislado de otro y cambios que pueden ocurrir en la Antártica pueden ser consecuencias de cambios ocurridos en otras latitudes lejanas, y viceversa.

Un ejemplo es el agujero primaveral de ozono estratosférico en la antártica como consecuencia del aumento de gases clorofluorocarbonos que ocurrió principalmente en el hemisferio norte el siglo pasado. Una consecuencia actual de lo mismo es el desplazamiento al sur de los vientos del oeste, que al menos en parte, explica la disminución de la precipitación en la zona centro-sur del país en la última década.

Seriedad en el debate científico

En vista del proceso electoral, los científicos además hicieron un llamado a tener seriedad en el debate científico.

«Yo soy contrario a la politización partidista de la problemática climática, y una de las gracias de Chile es que, a diferencia de otros países, tanto derecha como en la izquierda hay un razonable consenso respecto al problema», señala Cordero. «Ese consenso es un activo que el país debe cuidar. Este documento por lo tanto es una anomalía que espero reciba la atención que merece, cero».

Gligo, por su parte, afirma que todos los candidatos han caído en la trampa de la mitigación del Cambio Climático tendiendo al carbono cero. Una estrategia sobre ello es bien vista, dada la sensibilidad de la gente frente al cambio climático, y a los estragos que se verifican con la megasequía.

«La trampa es clarísima: dejar en la sombra el principal problema de Chile, la conservación de sus recursos naturales. Allí es donde hay que centrar los esfuerzos. Perdemos 20.000 hectáreas de bosque nativo al año, 9 pesquerías están colapsadas y 10 sobre explotadas; perdemos el equivalente a 6.000 hectáreas de suelos por erosión, sin considerar el agotamiento; etc. Ese es nuestro problema. Si del buen manejo de nuestros recursos se contribuye a bajar el carbono, bienvenido sea, pero como consecuencia de ello. Chile es un país que vive de sus recursos naturales. No vaya a ser el día de mañana que nos encontremos con menos emisión, pero sin recursos naturales para seguir creciendo», concluyó.

Fuente: El Mostrador