Fenpruss hace evaluación de la ex Ministra Molina

La salida forzada de la ministra de Salud, Helia Molina, abrió una serie de interesantes debates en los medios de comunicación acerca de la política, de la desigualdad y del aborto. También se abrió una evaluación pública a la ex funcionaria, calificándola como honesta y asertiva, o más bien desatinada en sus intervenciones, dependiendo de quién opinaba. Sin embargo, en ninguna parte se discutió críticamente su gestión o se hizo una estimación de los desafíos pendientes. Es decir, se da la paradoja que justo un día después de que la ministra diera a conocer su balance público, tras 9 meses y medio de ejercicio, la coyuntura de “las clínicas cuicas” se devoró todo el debate público sobre el tema, impidiendo abrir una discusión más profunda sobre la política pública en el sector Salud, cómo gastar los recursos fiscales, cómo potenciar el recurso humano o cómo disminuir las brechas de desigualdad.

Como profesionales que trabajamos en los servicios de Salud del país, creemos que discutir sobre lo que fue este primer año de la gestión de este nuevo Gobierno en Salud y acerca de los tres que quedan por escribir no es trivial. En ese sentido, cabe reconocer que la gestión de la ministra Molina se instaló sobre un contexto en que la Salud no es prioridad  en el programa de la Nueva Mayoría. Se trata de un sector que arrastra por décadas problemas estructurales, lo que llevó a que ha llevado a que la Fenpruss sostenga la necesidad de  construir una nueva Reforma, que resolviera los problemas que la anterior, iniciada hace diez años, no fue capaz o no quiso resolver.

Hay que reconocer que la gestión de Molina transparentó los profundos problemas del sector, teniendo como virtud desnudar situaciones coyunturales como las sucedidas en los establecimientos de La Florida, Padre Hurtado o Puerto Montt; pero ha faltado pasar desde el diagnóstico a la resolución.

Esto contrasta con lo que fue la política del ex ministro Jaime Mañalich de no enfrentar los problemas que iban emergiendo y “patearlos” para más adelante para un futuro que nunca llegó. Además, de la ya sabida tendencia que tenía dicha autoridad a ampliar  la compra de servicios a privados, como una manera encubierta de privatizar la  salud pública.

La ministra Molina estuvo 9 meses y medio en el cargo, y se defendió relativamente bien, teniendo que enfrentar problemas estructurales que requieren de un compromiso de Estado. Le faltó acompañamiento desde el ejecutivo para terminar con las concesiones hospitalarias, aunque reconocemos el avance de haber retirado un gran número de establecimientos del largo listado de hospitales por concesionar, que había dejado instalado el Gobierno de la Alianza.

La ministra fue valiente porque asumió los temas de arrastre y los temas que emergen, debido a la falencia de los últimos 4 años, pero debió tener más apoyo explícito desde la Moneda, con recursos frescos que pudieran disminuir notablemente la compra a terceros y el despilfarro de dineros fiscales que ello implica. Esperamos que la nueva autoridad también se manifieste con fuerza en el tema de una Reforma profunda a las Isapres y que trabaje y se la juegue en pos de un fondo común solidario, como lo han expresado los representantes de las organizaciones sociales y sindicales a la Comisión de reforma.

Desde el punto de vista de las políticas de Recursos Humanos, las conversaciones con el Minsal quedaron bastante encaminadas  para contar a mediados del próximo año con un Estatuto Único de la Salud, que retenga a los buenos profesionales en el sector público y haga posible el retorno de los que emigraron al sector privado en busca de mejores remuneraciones. Esas son claras señales de fortalecer la Salud Pública, pues con el solo hecho de construir más hospitales no se solucionarán las largas listas de espera que tiene el sector. En esa línea aún está pendiente una política pro especialistas, para que estos trabajen en el sector público y puedan solucionar los problemas de salud de nuestra población ahora y no en cinco años más.

Echamos de menos en el Gobierno una mejor consideración a la Salud, porque sea considerado una prioridad en la agenda. En ese sentido, creemos que la nueva autoridad ministerial debe ser más activa en persuadir a las autoridades del Gobierno para acercar recursos; así como también mejorar la sintonía fina con los equipos del ministerio, donde se evidenciaron situaciones que afectaron la implementación de buenas negociaciones que se llevaron a cabo con la ministra, como en el caso de los rezagados del incentivo al retiro.

En síntesis, nuestro análisis es que la gestión de la ministra Molina representó un gran cambio en relación con la administración anterior, destacando una mayor disposición al diálogo con los gremios y una voluntad para construir una adecuada política de recursos humanos. Sin embargo, quedaron muchas cosas solamente enunciadas y será responsabilidad de las próximas autoridades acelerar el paso para que el balance del 2015 sea de logros y no solo de buenos pronósticos.

 

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