«El empresariado tiene que abandonar la queja, la crítica destemplada y el discurso militante»

El presidente de Telefónica Chile , Claudio Muñoz, hace un mea culpa sobre el actuar de los privados en el proceso de reformas y en el deprimido contexto actual. Dice que a algunos les han faltado argumentos para debatir y han opinado desde la trinchera, con discursos rimbombantes. Critica el liderazgo del gobierno y su falta de disposición para convocar efectivamente a su contraparte en la alianza público-privada.

Desde la altura del piso 30 del edificio corporativo de Telefónica, en el punto neurálgico de Santiago, Claudio Muñoz tiene una vista privilegiada. Desde una de las ventanas de su oficina, el presidente de Telefónica Chile ha sido testigo de cómo la sociedad chilena se expresa, cómo habla, cómo protesta y cómo se despliegan las demandas del país al final del día. “Es un privilegio”, asegura.

Una perspectiva que le ha dado pie para reflexionar más allá del negocio de las telecomunicaciones en que está inserta la compañía que lidera. “Hay que aprender a leer bien esa forma de expresión. No hablo de escuchar los gritos y las estridencias. Hablo de leer qué es lo que hay de fondo en la sociedad, qué ha cambiado e incorporar eso en cómo seguimos avanzando”, afirma.

Su lectura del momento actual es que Chile enfrenta un estado de desánimo, una falta de ilusión, de ganas y de entusiasmo para seguir avanzando. “Pasamos de la euforia de ganar la Copa América a tener la peor crisis de confianza de la historia”, dice. Es momento de hacer un “mea culpa constructivo” desde la vereda del mundo privado. “Tenemos que aprovechar este momento, revisar lo que hemos hecho y, sobre todo, no quedar entrampados en la coyuntura”, plantea.

Esta semana, el Banco Central ajustó por cuarta vez las proyecciones de PIB para 2015 y 2016. ¿Le preocupa el estado actual de Chile?

Es cierto que cuando uno ve que las proyecciones de crecimiento están en torno al 2%, uno dice por qué no crecemos más y es legítimo aspirar a más. Yo viví en España y ahí si hablas de crecer 2% en medio de una crisis, todos aplauden. Tenemos que poner las cosas en contexto. En los últimos 30 años, el crecimiento promedio de Chile es de 5,3%. Hay que preguntarse qué hacemos como país para maximizar nuestra velocidad y condición de crecimiento.

¿Hay una sobrerreacción?

En muchos aspectos se ha sobrerreaccionado.

¿Es optimista?

Dentro de todo soy optimista, porque creo que estamos avanzando en darnos cuenta que necesitamos un cambio. Estamos moviéndonos hacia un Estado distinto. Yo veo brotes verdes que hay que seguir alimentando, porque se van a transformar en árboles frondosos de un nuevo país. Espero que no sea por efecto del inicio de la primavera nomás.

Mientras florecen los brotes, ¿quién es el responsable del estado del país?

Es responsabilidad de todos. Y es cierto que quienes formamos parte de la empresa privada tenemos responsabilidad en esto, pero también la tiene el mundo político. Ellos y nosotros debemos hacer el ejercicio de revisar y reflexionar para asumir las responsabilidades que nos corresponden y enmendar el rumbo.

¿Qué señales deben venir desde el Ejecutivo para cambiar el ánimo?

Las autoridades tienen una responsabilidad en crear las condiciones para avanzar juntos. Esto es como el que organiza la fiesta: el que pone la música marca claramente el sentido de la fiesta. Si la música es buena, todos nos ponemos a bailar, pero si no motiva, la fiesta empieza a ser un poco aburrida.

¿La música de hoy es muy mala?

Necesitamos cambiar la música, dejar de ser una fiesta en que todos están sentados y en la que en las mesas tampoco se conversa. No hemos tenido la habilidad de consensuar la música que queremos escuchar.

¿El gobierno ha sido un mal Dj?

Nuestras autoridades tienen que ser los líderes en la invitación. El rol de la autoridad, por eso las elegimos, es que ejerza su liderazgo y ese consiste en invitarnos a trabajar.

¿Ha faltado liderazgo?

Estamos en un momento en que ese liderazgo está muy confundido y necesitamos ponernos de acuerdo. Hemos hablado mucho tiempo de la colaboración público-privada y debemos dejar de hablar y pasar a la ejecución público-privada. En todo caso, no es un problema sólo de un gobierno, sino de todos los actores de la sociedad y hay que tener voluntad para ponerse de acuerdo.

¿No ha habido una genuina invitación del gobierno a los privados?

Está en el discurso, no en la acción. Es como si juntara a todos los trabajadores y les dijera: “Este es el proyecto”, pero después no me preocupara de cómo se ejecuta, de qué grupos de trabajo creamos, de qué objetivos específicos perseguimos, de qué recursos asignamos y qué  modelo de seguimiento implantamos. Probablemente, al cabo de un tiempo, no pasaría nada. En los países es similar. Debemos tener la habilidad de plantear el discurso, pero también los mecanismos de ejecución que permitan que se transforme en realidad. El país que tenemos no sólo se ha construido desde lo público, también desde lo privado. Tampoco debemos caer en a quién le echamos la culpa. Pondría el esfuerzo en trabajar en las prioridades que se requieren. Estamos entrampados en la coyuntura, en cómo anticipamos ciertas cosas que quizá no es momento de  anticipar.

¿Como cuáles?

Estamos obsesionados por los candidatos a la presidencia, la elección de alcaldes y nos preocupamos menos de lo importante. Hoy, las personas quieren oportunidades de desarrollo, capacitación, avanzar en sus sueños, quieren tener las condiciones para ser emprendedores y que las empresas nos conectemos con ellos.

¿Los privados también han estado focalizados en la coyuntura?

Tenemos que hacer un mea culpa como sector privado, para pasar a la acción. Hay algunos actores del mundo privado con una obsesión de opinar desde la trinchera, con discursos rimbombantes, con frases planteadas para que sean un buen titular. Tal vez, algunos dirán “qué fantástico lo que dijiste”, pero no sé si como país vamos a avanzar. Hay que tener prudencia y realismo. Ser realistas con lo que está pasando, pero cuidando a Chile, no seguir disparando atrincherados.

¿De qué sectores proviene eso?

Desde distintos sectores, donde pareciera ser que el deporte es encerrarse en la trinchera y desde ahí disparar. El mundo político y las organizaciones sociales también han tenido ese tipo de actitudes. Como empresa privada debemos tener la habilidad de sentarnos con disposición a dialogar y a llegar a acuerdos. Y que sean discusiones con argumentos, que nos permitan, como hacen las sociedades desarrolladas, debatir con pasión, pero también acordar con mucho compromiso.

¿Ha faltado argumento en los privados para debatir las reformas?

Sí, pero esto no es sólo del mundo empresarial, porque también hay otros actores de la sociedad que se han refugiado en su discurso sin los fundamentos ni argumentos que permitan defender ese discurso.

Empresarios quejosos

¿Cómo deben contribuir los empresarios para mejorar el entorno?

Para construir un escenario nuevo en la empresa debe morir la autocomplacencia, la defensa corporativa de intereses, la práctica abusiva, la crítica destemplada, la negación al diálogo, el discurso militante y la tozudez para quedarse pegado en un discurso muy tradicional y no tener la capacidad de ver que hay cosas que deben cambiar. Todos hemos sido muy tozudos en la defensa de lo que considerábamos legítimo, pero nos dimos cuenta de que el contexto ha cambiado. En la empresa también debe vivir el respeto, el cuidado a los trabajadores y a los clientes.

En el ambiente actual, ¿cuánto de ello se atribuye a las reformas?

El mundo político y las organizaciones sociales han impulsado un conjunto de reformas que han afectado la confianza. La bondad o no de tales políticas públicas la vamos a evaluar cuando votemos. Para eso es la democracia. Sí creo que el mundo social y político deben asumir la responsabilidad de que Chile no merece lanzar un conjunto de reformas importantes sin el debido diálogo, sin sustento técnico, sin el análisis de los contextos. Y como mundo empresarial nos hemos sentido poco invitados a una discusión constructiva que permita ponernos de acuerdo en lo que queremos hacer y en lo que debemos cambiar.

¿Ha faltado humildad del mundo político para invitarlos a conversar?

Lo cortés no quita lo valiente. Esa interacción es la forma de construir sociedad. Hay que ser humildes. Si no lo hacemos bien, esas reformas no durarán, no van a tener la legitimidad de haber surgido de un proceso correctamente impulsado.

¿El sector privado no será quejoso?

El empresariado, para ganar legitimidad, tiene que abandonar la queja. A veces nos quedamos sólo en la queja y no vamos a la propuesta. Si nos transformamos en opinólogos de Chile lo hacemos súper bien, pero no avanzamos.

¿Cómo ve la reforma laboral?

El mundo está viviendo una revolución sin precedentes basada en la tecnología, y el desarrollo tiene que ver en cómo generamos condiciones en capital humano, en conocimiento y en competencias para adaptarnos a esa revolución. Esta va a ocurrir con o sin nosotros. Digo esto, porque lo que me llama la atención del debate laboral es que no estamos hablando de lo importante para ganar esta carrera: de la construcción de capital humano, de la creación de competencia y de la capacitación.

Lo que debemos discutir, más que hablar de si necesitamos una reforma sindical o no, es cómo adapto las condiciones del mundo laboral para que nos vaya bien en Chile y el mundo. Veo la discusión laboral con preocupación, porque se nos puede pasar el tren si no hacemos las cosas correctas. Hay que buscar cómo trabajar de manera más inteligente para generar una sociedad competitiva.

¿Es necesario emparejar la cancha entre trabajadores y empleadores?

Se habla de emparejar la cancha, pero lo que realmente necesitamos en materia laboral es que tengamos la oportunidad de jugar el mismo partido. Que estén las condiciones para desplegar el talento, teniendo claro que nadie sobra. Para eso es necesario escucharnos y  discutir nuestros puntos, concordando en que es posible avanzar consensuando los intereses de todos. En esto es importante vencer la tozudez.

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