Solo en la última semana el ex Presidente Sebastián Piñera dio entrevistas a Canal 13, el programa ‘El Informante’ de TVN, radios Cooperativa y Rock&Pop y el diario La Segunda, todas por el mismo tema y con el mismo objetivo: intentar aplacar la ola de cuestionamientos que desataron las operaciones de Bancard en la pesquera peruana Exalmar mientras fue Mandatario. Un despliegue mediático intenso, que coincide justo con el hecho de que la encuesta CEP está en terreno, lo que indica que se apunta a evitar que el polémico caso siga afectando el rendimiento en los sondeos de la principal carta de la derecha para la carrera presidencial del 2017.
Pero todas las explicaciones públicas no han sido suficientes para despejar realmente las dudas que se han instalado en el seno de la propia derecha, donde no son pocos los que ya creen que Piñera no correrá el próximo año para intentar regresar a La Moneda, porque irremediablemente lo afectó el “síndrome Golborne”.
El último trimestre del 2012, el ex ministro Laurence Golborne gozaba de una supremacía imbatible en las encuestas, toda la derecha observaba, frotándose las manos, la posibilidad cierta de contar con una carta verdaderamente competitiva para enfrentar el regreso de Michelle Bachelet al año siguiente. Eso, hasta que el flanco de los negocios le jugó una mala pasada y lo sacó de la competencia: los cobros abusivos a los clientes de Cencosud mientras fue su gerente general y la sociedad de fondos que tenía en las Islas Vírgenes.
Desde que estalló el caso Exalmar, Piñera ya tiene en su horizonte tres querellas en su contra y una comisión investigadora de la Cámara de Diputados, además de la solicitud al fiscal a cargo de la investigación por parte del querellante, el diputado Hugo Gutiérrez, para que su esposa, Cecilia Morel, y sus hijos sean citados a declarar en calidad de testigos. Un escenario que ha hecho inevitable que entre los partidos de Chile Vamos ronde el fantasma de Golborne y se tema que la historia se repita.
No por nada, RN ya tomó la reservada decisión de no depender de Piñera para el 2017. En el seno de la directiva consideran que en la coalición “no hay caudillos” y que decretar un escenario de derrota tan anticipado, sin una candidatura del ex Mandatario, implica desconocer toda la institucionalidad del partido, así como el trabajo político realizado los últimos años, que los llevó a tener un buen resultado en las últimas elecciones municipales, con 65 alcaldes y 445 concejales elegidos, sin la colaboración del ex Presidente. “Con o sin él vamos a seguir adelante”, sentenció un dirigente de la mesa directiva.
A esa decisión responden directamente las declaraciones la semana pasada del reelecto timonel de RN, Cristián Monckeberg, cuando le restó dramatismo a la posibilidad de que Piñera se baje: “Es una tremenda carta, pero no nos vamos a echar a morir si él resuelve no hacerlo (…) la coalición existe y va a seguir existiendo, y nuestro sector existe y va a seguir existiendo, más allá de las decisiones personales de cada uno”.
La idea ha sido conversada con los otros partidos de la alianza opositora, donde ha sido bien recibida. Eso, a pesar de los esfuerzos de los principales escuderos del ex gobernante, el senador RN Alberto Espina, quien ayer en El Mercurio aseguró que restarse de la presidencial “no es posible a estas alturas”, y el diputado Nicolás Monckeberg, quien en la semana publicó un criticado Twitter en el que afirmó que el único Plan B de la oposición sin Piñera de candidato es la derrota, lo que cayó como piedra en RN, generando molestia entre sus dirigentes.
Para todos los que en la derecha dudan de la continuidad de Piñera en la carrera presidencial, es evidente la estrategia de su círculo más estrecho, que apunta –coinciden– a tratar de calmar las aguas y mantener un discurso que alimente cierta imagen de triunfo en las encuestas, mientras el ex Mandatario “estira la cuerda al máximo” hasta marzo, para ganar tiempo y poder evaluar cómo se mueve el escenario político y judicial a su alrededor.
En la derecha reconocieron que el piñerismo duro no ha entregado ninguna información a los partidos de la Alianza sobre la situación real del ex Mandatario, en el sentido de aclarar si hay o no nuevos antecedentes en el caso Bancard que lo puedan complicar políticamente y cuáles son los escenarios que realmente se manejan en el corto y mediano plazo.
Nuevamente, agregaron, ha imperado un silencio estricto, lo que ha alimentado rumores y versiones de todo tipo en la oposición. “Que la familia, que Bancard, que algo hay, que se baja, todas las anteriores, es una ola de rumores”, afirmó un dirigente de la derecha.
Están los que consideran que es real que el núcleo familiar de Piñera “le mostró tarjeta roja” y que eso sería el factor central por el que el ex Jefe de Estado estaría dudando de su candidatura, pero también hay quienes ven en ello una señal inequívoca de una estrategia para preparar el camino en pos de poder dar un paso al costado de la carrera presidencial argumentando motivos personales y no como consecuencia directa de su eterno talón de Aquiles: la nebulosa que hay en la línea que separa su actividad política de la empresarial.
En la derecha no son pocos los que creen o temen que el Ministerio Público tiene cómo probar o instalar una duda razonable respecto a que el ex Presidente sí sabía efectivamente de las operaciones en Perú mientras estaba en La Moneda, lo que políticamente sería fatal, considerando que lo primero que aseguró Piñera fue que él no sabía nada. “Siempre ha jugado al límite, prometió que iba a tener un fideicomiso ciego y no fue cierto, dejó fuera el 80% de su plata en el extranjero y nadie lo supo hasta ahora. Que no entregaran al fiscal los correos de su hijo refleja preocupación o que algo están escondiendo”, sentenció un ex colaborador de confianza de La Moneda durante la administración piñerista.
Las dudas sobre la continuidad de Piñera no están radicadas exclusivamente en la derecha, tanto en las filas de la Nueva Mayoría como en La Moneda se observa con atención lo que pueda suceder con el ex Presidente. En Palacio no creen que el discurso sobre los problemas de apoyo de su familia sean la razón central que hace dudar al ex Mandatario, porque aseguran que quienes lo conocen saben que el eje rector de sus decisiones siempre han sido los negocios y no los afectos.
En paralelo, el presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade, explicitó las dudas: “Es una explicación artificial de Piñera que no tendría el apoyo de toda su familia. La investigación es más seria de lo que imaginamos, las explicaciones que ha dado han sido insuficientes y no han ayudado a esclarecer los hechos (…) esto va a dañar la perspectiva de Piñera en su candidatura”, expresó.
Los huérfanos
A las cartas ya conocidas en la derecha –Felipe Kast y Manuel José Ossandón– se ha ido sumando, en las últimas semanas, una lista de figuras que cada cierta cantidad de días anuncia su disponibilidad de competir o que está evaluándolo. Desde los senadores Espina, Francisco Chahuán y Andrés Allamand, hasta el ex alcalde de Las Condes, el UDI Francisco De la Maza. Todas, declaraciones que han surgido durante las últimas semanas, las más complejas que ha atravesado Piñera desde que salió de La Moneda.
Efectivamente, sigue siendo el más competitivo en las encuestas, pero también es cierto –así lo reconocen en la propia derecha– que con el alto nivel de conocimiento que tiene entre la gente, superior al 90%, Piñera lleva un año moviéndose en los sondeos en el rango del 20%. “Es verdad, está estancado en las encuestas, no tiene un conejo en el sombrero que poder sacar para mejorar eso, la apuesta política siempre fue brillar por contraste a un mal gobierno de Bachelet, eso sí sucedió, pero Piñera no capitalizó nada de eso”, advirtió un ex inquilino de La Moneda entre marzo de 2010 y marzo de 2014.
En las encuestas mensuales Adimark, en agosto el 18% prefería que Piñera fuera el próximo Presidente y, en octubre, un 20%, solo dos puntos más, que están dentro del margen de error de la muestra. En el sondeo semanal de Cadem –el mismo que arrojó que tras el caso Exalmar el ex Presidente bajó en 4 puntos su apoyo y que el 59% no le cree que no sabía–, a mediados de septiembre marcaba un 21% de las preferencias, un mes después había aumentado dos puntos, en noviembre subió tres hasta 26%, pero luego cayó cuatro hasta el 22%.
En el piñerismo se argumenta que no hay estancamiento, que el escenario general está “muy líquido”, que ya no hay adhesiones de 40% en las encuestas como fue hasta la última presidencial del 2013. En la derecha afirman que todo eso es real, pero también dicen que son respuestas que sirven para intentar tapar lo indiscutible: que el senador Alejandro Guillier ya lo alcanzó en los sondeos y que se intenta amortiguar el golpe públicamente.
“Logró frenar un poco la caída al tomar el tema de los inmigrantes, con un discurso bien populista, pero es difícil que sea suficiente con el flanco abierto del caso Bancard”, explicó un ex colaborador del piñerismo.
En la derecha reafirman el estancamiento de Piñera con el argumento de que a estas alturas ya debió cosechar frutos en las encuestas con el intento de Ricardo Lagos Escobar de girar hacia la izquierda con un discurso más progresista. “El centro político está abierto, Piñera no ha agarrado nada ahí y un DC perfectamente llena ese espacio”, sentenciaron en RN.
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