Se decía el 2005, Michelle no da el ancho, no sabe, no tiene experiencia, es mujer y muchos más calificativos deprimentes y ninguneadores. La misma Michelle (la presidenta hoy) decía, “soy como un accidente de tránsito, que nadie sabe por qué paso”, pero la ciudadanía sí sabía que deseaba un idioma limpio de operaciones políticas, un idioma sensato y de servicio cariñoso, no de genios científicos del poder.
Hoy las elites están bregando por instalar la misma sensación respecto a Guillier que de Bachelet el 2005, sin haber aprendido de su error, cuando la presidenta salió del gobierno con un alto apoyo el 2010 y saltó a ocupar la Secretaría Mundial de la Mujer, y regresar a Chile a poner todo en riesgo para realizar las reformas que Chile necesitaba con urgencia ante la desigualdad y democracia protegida. ¿Será que Guillier terminará ocupando la secretaria general de la ONU el 2022 y que la elite se equivoca nuevamente?
Ciertamente a las elites les gustan más los patriarcas o matriarcas, ya que les recuerda a sus abuelos que realmente mandaban en el país o en los fundos. Hoy Chile es otro, y en buena hora. Los movimientos sociales – en especial el movimiento estudiantil con su sistema democrático de participación fuerte – toma decisiones en asambleas y los líderes son sólo ejecutores de esas decisiones.
Creemos que este gobierno a pesar de todas sus falencias no ha sofocado al movimiento social, dejándolo evolucionar en sus demandas sin manipular o engañar a sus actores. Esto es clave en un proceso de cambio social, cultural y económico; la ciudadanía debe ser activa, protagonista y creativa, como también por cierto desordenada y algo confusa en sus demandas, si no, no sería un verdadero proceso de cambio. ¿Quién conoce en la historia períodos de cambio ordenados con proyectos de leyes que ganen premios nobel? No es y no puede ser ordenado, debe ser creativo y entrópico.
Alejandro Guillier tiene una cuna republicana en el partido radical, partido que entregó a Chile valiosos presidentes el siglo XX, se expresa en un idioma sensato y lejano al de operadores políticos y cuenta con una trayectoria de ciudadano profesional. Qué curriculum más acertado para estos tiempos, sociólogo para entender el proceso social y periodista, para comunicarse con la ciudadanía e identificar los contenidos relevantes. Claramente estas habilidades son más oportunas que las de un economista, abogado o médico en este periodo. Todo esto hace que los ciudadanos lo veamos con confianza, creamos que no ha buscado estar donde está, sino más bien fuimos nosotros quienes lo encontramos a él y lo consideramos adecuado para seguir conduciendo este proceso de cambio social en Chile: con sensatez, escuchando y comunicando clara y desinteresadamente las políticas de gobierno, desde la cercanía y horizontalidad y no desde la jerarquía, desde el deseo de compartir dudas y experiencias más que desde la verdad absoluta.
Chile necesita más cambio que orden, más liderazgo político que tecnología política, más equidad que PIB, más democracia que concentración o colusión, es decir, más nuevos candidatos que políticos con vocación de estatuas.
Si esto es acertado, no habrá primarias y Lagos al igual que Alvear se bajará ante la sorprendente ventaja de las encuestas en favor de Guillier.
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