Pocas veces la falange ha vivido un momento más complejo que este, quizás solo superado por el histórico quiebre del año 69. Efectivamente, el diputado Ricardo Rincón le dobló la mano a la timonel, Carolina Goic y logró imponerse en la junta nacional del sábado, al resguardar su cupo a la reelección en noviembre, pero su triunfo tiene un sabor muy amargo, no solo porque su imagen pública ya quedó amarrada inapelablemente al episodio de violencia intrafamiliar del que se le acusa, sino además porque la DC salió fuertemente golpeada de este episodio, internamente fraccionada y con un sector de sus huestes totalmente defraudado y desilusionado del rumbo que ha tomado la colectividad.
“Se nos cae la cara de vergüenza”, comentó un dirigente de la DC el domingo en la mañana, una frase que –según él– varios repitieron la noche del sábado, porque el caso Rincón era un tema mucho más profundo que el mero cupo de un diputado o el hecho de que la candidata presidencial –hoy en proceso de reflexión– haya puesto todo su capital político en juego para ganar ese gallito. Se trataba de un asunto ético de fondo, de lo que hoy prima o no en la colectividad, el cargo por el cargo, la defensa corporativa entre los parlamentarios o la señal pública de que efectivamente hay cosas que no se transan, que no son negociables, principios y valores más allá de la retórica, que no se ponen en tela de juicio nunca, bajo ninguna circunstancia.
“Somos varios los que vamos de salida, porque esto es anestesiar moralmente al partido. Lo que está arriba de la mesa es que se deja de considerar que hay temas que son relevantes, hay un límite y aquí se traspasó”, sentenció un miembro de la mesa DC. “La DC nunca había dejado de ser un partido fraterno hasta ahora. Esta junta fue bajo cero, de una frialdad espantosa”, agregó un ex dirigente nacional.
Durante los últimos tres años la Democracia Cristiana ha coexistido con dos grandes fuerzas internas que se tensionan permanentemente: los que se instalaron sin problemas en su convivencia en la Nueva Mayoría y los nostálgicos de la extinta Concertación, sectores más conservadores y tradicionales que añoran los días en que el partido del orden guiaba sin contrapeso los destinos de la coalición. Pero ayer en la DC se lamentaban señalando que un escenario mejor sería que la crisis actual tuviera de trasfondo una disputa ideológica, doctrinaria de ese calibre, que sería menos grave, porque la cruda verdad es que –explicaron dirigentes y algunos parlamentarios– el resultado de la junta nacional demostró que la falange hoy está capturada por “el sindicato de diputados”, por un excesivo corporativismo “mal comprendido de los incumbentes, que se cuidan las espaldas entre ellos solamente”.
Uno de los dirigentes regionales coincidió en ese punto. “Se sabía que la Junta se inclinaría lamentablemente a favor de Rincón, porque no solo venía armado hasta los dientes con la gente de su Región de O’Higgins, sino porque los diputados lo respaldarían, la cofradía de poder que tienen. Soy testigo de cómo muchos diputados pidieron a sus presidentes regionales y comunales que apoyaran a Rincón”, detalló.
Al respecto, el analista Max Colodro precisó que “la DC queda convertida en partido intrascendente, forzado a denigrarse al punto de tener que sacrificar nuevamente a uno de sus candidatos presidenciales por intereses electorales de ciertos grupos internos. Aquí primó la lógica electoral de los incumbentes, hay intereses electorales y de una sobrevivencia política mal entendida, este es un partido prisionero de los cargos”.
Una visión que coincide con lo que internamente se hablaba ayer en la falange, en la hora de los amargos balances. “Lo que hubo de fondo aquí fue el temor entre los parlamentarios de que, si no protegían ahora a uno de los suyos, eso podía significar que, cuando les toque a ellos estar en problemas con otro caso de violencia intrafamiliar, una boleta o un choque, cualquier cosa, sus pares no los defenderían. Solo intentan protegerse y así lo han reconocido varias veces a puertas cerradas”, cuestionó con dureza un diputado DC.
Ese pragmatismo brutal que mostró la junta DC, según el analista y ex subdirector de la Secom, Carlos Correa, es la prueba fehaciente de que “la elección presidencial a los partidos no les interesa, ya la dieron por perdida, a la DC solo le preocupa la parlamentaria, asumieron que se acabó la Nueva Mayoría, que deben sobrevivir y los próximos meses lo que se verá es que todos se van a sus distritos a buscar su propia reelección”.No es el único. “Aquí la señal que hubo en la junta es que todo se perdona si el acusado es un incumbente. La votación fue un llamado al individualismo, cada uno votó por su parcela individual, nada más”, se lamentó un ex dirigente de la colectividad.
El analista y decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UCEN, Marco Moreno, precisó que Goic se vino abajo en la junta nacional, “porque llegó sin un pacto parlamentario que ofrecer, sin ninguna carta real al respecto, porque esa posibilidad le fue negada por el PS y el PR que pedían imposibles para negociar, como bajar figuras clave de la colectividad”.
Más de uno recordó, después de la junta nacional, que la DC ya ha traicionado en tres ocasiones a sus candidatos presidenciales, al empujarlos a la carrera y luego abandonarlos a mitad de camino, dejarlos corriendo solos hasta que caen por el peso de los hechos o la predecible derrota en las primarias: a Andrés Zaldívar en 1999, Soledad Alvear el 2005 y Claudio Orrego en el 2013. “En esos tres casos fue traición, pero lo sucedido con Goic en la junta nacional es el relajamiento ético más brutal que ha vivido el PDC”, agregó el dirigente.
No son pocos los que consideran que este episodio va a tener un alto costo para la DC, pero no llegan al punto de aventurar por ahora un posible quiebre en el partido, aunque no lo descartan para después de las elecciones presidenciales y parlamentarias. Es que los cálculos más oscuros evidencian –además del triunfo de la derecha de la mano de Sebastián Piñera– que la colectividad podría reducir su bancada de diputados a solo 13 y que a duras penas mantendría su fuerza senatorial, una derrota que el partido difícilmente podrá resistir. “Muchos van a dar un paso al costado y se van a ir a sus casas”, afirmó un integrante de la junta nacional, en una frase que no es gratuita, porque una de las cosas que más se escuchó tras bambalinas, durante la noche del sábado, fue precisamente a no pocos militantes declarándose en proceso de reflexión, dudosos de seguir en el partido.
Por su parte, Moreno duda que a mediano plazo esté en el horizonte de la DC una ruptura similar a la vivida el año 69, pero lo que sí sucederá “es que muchos se van a ir a su casa”. Explicó que la falange se transformará “en un partido del 10% al 15% de apoyo, no será relevante y estará disminuida electoralmente. No creo que desaparezca, pero se va a atomizar, se va a achicar por la derrota electoral”.
Para Colodro, con el triunfo de la derecha “vendrá rápidamente el quiebre, aunque algo va a sobrevivir” y esa ruptura tendrá que ver con la pérdida total del “rol que tuvo el partido por 25 años, cuando era eje de la coalición, un modelo de gobernabilidad, y eso ya desapareció”.
Ser o no ser
En la DC aseguran que Goic pensó en renunciar en la misma noche del sábado, golpeada por lo sucedido en la junta nacional, que no lo hizo porque el senador Andrés Zaldívar y Gutenberg Martínez la habrían convencido de tomarse unos días para pensar antes de actuar, lo cual hizo, ya que al final de la jornada anunció que se sometía a un proceso de reflexión sobre el destino de su candidatura, sin claridad del timing real para ello. En la falange dicen que entre martes y jueves sería el tiempo político prudente para dar a conocer su decisión y quienes la conocen afirmaron ayer que la timonel ya no está afectada como se le vio a todas luces esa noche, sino que pasó a la fase del enojo con lo sucedido, de la rabia, y que considera que los que celebraron el fin de semana no han vislumbrado el inmenso daño que le hicieron al partido, que si ella quedó torpedeada, la principal víctima aquí fue la imagen pública de la DC.
La mayoría cree que la senadora no va a seguir como candidata, que es muy difícil que lo haga después que la junta nacional le diera la espalda, a pesar de que ella puso sobre la mesa con claridad los efectos de las decisiones que se tomarían y –agregó un dirigente– es muy difícil que ella dé marcha atrás. “No voy a pedir perdón dos veces”, dijo Goic el sábado en la mañana, aludiendo al gesto que hizo recién asumida como timonel en el funeral de Patricio Aylwin, en abril del 2016, cuando pidió perdón a nombre de la falange por haber transgredido la confianza pública con los casos de financiamiento irregular de la política.
La mesa directiva ese sábado en la noche le dijo a la timonel que iba a respetar su decisión, sea cual sea, incluso varios agregaron que consideraban que debía seguir como abanderada de la DC. La decisión es compleja y el escenario es cuesta arriba para Goic.
“No tiene ningún espacio, porque más allá del hecho en sí, que el tema ella lo planteó como un asunto de principios y la DC no la escuchó, lo sustantivo es que es candidata de la DC, no de la coalición, y fue su partido el que le dio la espalda a pesar de que se jugó todo. Un presidente de partido puede perder una disputa interna, pero no un abanderado”, explicó Correa.
Para Colodro, “la reflexión es una inevitable antesala a la renuncia, salvo que Goic tenga la disposición a dar una pelear interna y política fuerte”. Algunos en la Democracia Cristiana piensan en eso, que la senadora siga en competencia hacia noviembre y dé vuelta el escenario a su favor, porque “se ha ganado el respeto de la gente más allá de las fronteras del partido” y consideran que no fue ella la que perdió en la junta nacional, sino que la colectividad decidió “darle la espalda y apoyar a un parlamentario acusado de maltratar mujeres”.
Sin embargo, la mayoría cree que es difícil que eso suceda, porque en la práctica la mayor parte de los parlamentarios –explicaron en el partido– hace rato que querían “operarse de Goic”, alinearse con el abanderado Alejandro Guillier, buscando que eso les ayude en la reelección de sus escaños. Es más, entre las conversaciones del domingo posjunta está la expectativa de poder ahora negociar con el resto de la Nueva Mayoría, lo que sería la intención del grueso de los diputados, aunque varias voces falangistas han advertido que eso no tendrá ningún destino.
La otra decisión que debe tomar Goic es sobre la presidencia de la DC. En la colectividad explicaron que el caso Rincón fue la excusa para “pasarle todas las facturas a Goic” en la junta nacional y apuntan especialmente al senador Jorge Pizarro, así como a los diputados Roberto León, Gabriel Silber y Aldo Cornejo, todos ellos reconocidas voces de la llamada disidencia DC. Más que la persona de Goic, el motivo central de este grupo para hacer caer la candidatura presidencial pasó por considerar que el sector más de derecha de la falange –Martínez, Mariana Aylwin y el clan Walker– había cooptado la campaña, llevando a la tienda a un rumbo con el que no comulgan. Esa es la explicación formal y pública, porque en el seno de la falange no pocos aseguran que la verdadera razón pasa por el hecho de que ese grupo de la disidencia se caracteriza por lo siguiente: «Que si no es uno de los suyos, no es nadie, y así lo hacen sentir”.
Si Goic decide no entregar la conducción de la colectividad, muchos de los que el sábado hablaron de irse del partido tendrían que postergar su decisión, para no dejarla sola dirigiendo la tienda, a contrapelo de los diputados. “Nuestra sobrevivencia depende de una persona, que es Goic, no queda otra opción que respaldarla, porque, si deja la presidencia del partido, la DC termina por estrellarse”, advirtieron en la falange, tanto en el entorno de la timonel como en sectores críticos a lo sucedido en la junta nacional.
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