Por Cristian Cuevas/ Presidente Fundación Emerge
En los últimos días se han enviado señales desde el círculo del Presidente electo Sebastián Piñera en orden a que, a través de dictámenes, “corregirá” la Reforma Laboral del Gobierno de la Nueva Mayoría, situación que para el mundo sindical significa un llamado de alerta y nos obliga a pronunciarnos.
A punto de concluir el período del actual gobierno, la evaluación que podemos hacer de él es deficitaria en lo relativo a los derechos laborales. La discursividad del Programa con el que inició su período pareciera haberse esfumado y lo que quedó es una reforma que significó un retroceso evidente para los trabajadores y un amplio margen para la arbitrariedad del gobierno de turno, muy distante de lo que establece la Normativa Internacional del trabajo.
Son estas deficiencias de la Reforma Laboral la que dejan la puerta abierta para que el gobierno del 1% más rico que asumirá en marzo pretenda disminuir aún más los derechos de los trabajadores.
Hoy, por medio de posibles dictámenes inconsultos de la Dirección del Trabajo se amenaza con menoscabar aún más este derecho con la muy probable restitución de los “grupos negociadores”, que constituyen un atentado directo a la sindicalización.Debemos recordar que la Reforma Laboral aprobada el año 2016 nunca contó con el aval del mundo sindical real y si bien, en el Programa de Gobierno de la entonces candidata Michelle Bachelet se señalaba que se avanzaría en el respeto a la libertad sindical adecuándose a los convenios internacionales vigentes y se “emparejaría la cancha” entre trabajadores y empleadores, por medio de los denominados «Servicios Mínimos» la Reforma terminó afectado el ya precario derecho a huelga garantizado en la normativa laboral vigente hasta ese entonces.
La libertad sindical y el derecho a huelga constituyen la base de los derechos laborales y garantizan que los trabajadores puedan negociar condiciones más justas de trabajo. Cualquier medida que afecte esos derechos significa un retroceso en las condiciones de trabajo, por lo mismo, nos ha escandalizado la actitud permanente del sindicalismo oficial durante estos últimos cuatro años, pues con el fin de garantizar gobernabilidad al actual gobierno, hicieron una débil defensa de estos derechos.
Ante estas desfavorables circunstancias, somos muchos los que desde el mundo de los trabajadores consideramos que resulta urgente buscar y organizar nuevos espacios de unidad sindical para desde allí hacer frente a esta coyuntura. Quienes se involucraron directamente en levantar una reforma laboral que precarizó aún más los derechos de los trabajadores, no están en condiciones de vestirse ahora con los ropajes de la defensa de los trabajadores, cuando hicieron notable abandono de deberes, apoyando la reforma y silenciado las voces críticas.
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