Sostiene que Mirosevic, Boric y Jackson -con distintos énfasis- parecen “ocupados de marcar en las encuestas del piñerismo, aunque pierdan puntos en el corazón del pueblo”.
Renunció hace un par de semanas a la presidencia de la Comisión de Familia, con duras críticas a los diputados Vlado Mirosevic (PL) y Renato Garín (RD), quienes respaldaron en la Comisión de Ética una sanción en su contra por el incidente que tuvo con el diputado UDI Ignacio Urrutia. La situación dejó en evidencia las pugnas al interior del Frente Amplio y las diferentes visiones en el bloque. Pamela Jiles profundiza en los hechos y sostiene que “hay entre nosotros quienes querrían transformar la coalición en el nuevo partido del orden”.
Usted renunció a su presidencia en la Comisión de Familia por diferencias dentro del Frente Amplio. ¿Cómo los problemas del bloque se vinculan a su dimisión?
Renuncié por un hecho político público: la votación en mi contra de dos parlamentarios del Frente Amplio que decidieron castigarme por enfrentar una agresión pública del diputado Urrutia a todas las víctimas de DD.HH. de la dictadura. La dignidad de nuestros muertos no se sanciona. Existía un acuerdo suscrito con el presidente del Partido Humanista, Octavio González, de no sancionarme que ambos diputados incumplieron. Incluso, engañaron a otros integrantes de la comisión para obtener el resultado sancionatorio.
¿Cuál es su diagnóstico de la situación al interior del Frente Amplio?
El Frente Amplio es un pacto electoral exitoso en el que convive un arco que va desde la izquierda histórica más radical hasta gente de derecha. Esa es una diversidad esencial, identitaria, que constituye la mayor riqueza del conglomerado, pero hay quienes operan para cercenar trozos de ese arco, que amenazan con poner una línea divisoria entre quienes -desde su particular criterio- tendrían o no derecho a continuar en el FA. Ese es un grave error político y moral. Político, porque es precisamente la mayor amplitud lo que nos llevará a ser gobierno. Moral, porque el FA les pertenece a todos los que se sientan convocados y no hay nadie que pueda erigirse en comisario, patrón, factótum o verdugo de sus propios compañeros.
¿Concuerda usted en que esta es la peor crisis del Frente Amplio?
Estamos en crisis permanente, porque tenemos el mandato explícito de impugnar al poder dentro y fuera del Congreso, no de acomodarnos a él. Eso no se puede vivir de manera zen. La acción política transformadora, revolucionaria, implica una incomodidad manifiesta con la institucionalidad. Pero hay entre nosotros quienes querrían transformar la coalición en el nuevo partido del orden, agradar a Blumel, a Piñera, a Izikson de Cadem o a algunos miembros de la Comisión de Ética.
Más allá de los temas de DD.HH., hay otros temas que molestan en el bloque.
No hay diferencias en el FA sobre DD.HH., ese es un montaje absurdo destinado a generar una purga interna que deje fuera a los movimientos sin representación parlamentaria. Y es muy peligroso hacer esas amenazas, porque cualquiera podría decir que tienen que irse del FA los que consuman drogas duras, los que negocien en cocinas con el gobierno, los que aprueben tratados de libre comercio o los que usen calcetines con rombos. El Frente Amplio le pertenece al pueblo, no a unos dirigentes ni a oscuros funcionarios ni a pseudointelectuales que no inciden en nuestras bases y nadie conoce. Al FA debemos ampliarlo, no estrecharlo; debe ser inclusivo, no excluyente; debe acoger, no rechazar; debe abrir los brazos e invitar a la ciudadanía. Bienvenidos todos con sus múltiples colores y sus infinitos matices, el FA es su casa. Nuestra tarea central es convocar a los dos millones de chilenos diversos con los que llegaremos al gobierno.
Hay críticas a quienes revelan las diferencias del FA por la prensa y redes sociales. ¿Se considera dentro de ese grupo?
A mí me parece que hay que transparentarlo todo. Soy enemiga de los acuerdos cupulares, oscuros y los arreglines entre cuatro paredes. Es una inconsecuencia común en algunos parlamentarios del bloque decir “estamos dando un triste espectáculo por los medios”, instalados en un medio, colaborando activamente con el espectáculo. Todas nuestras decisiones deben darse de cara al pueblo y con la mayor participación, es decir, a través de los medios, las asambleas, los ampliados territoriales. Los debates por los medios son democratizadores y quienes les temen, en verdad quieren imponer las decisiones desde su posición de élite.
¿Hay quienes en el Frente Amplio quieren lograr una hegemonía de ciertos sectores?
Por supuesto. Es obvio que una fuerza que tiene ocho parlamentarios intente hegemonizar, incluso sería legítimo en tanto se haga con lealtad a sus compañeros, no pasando máquina, no dañando ex profeso a cuadros de otras fuerzas, no montando operaciones sucias y siempre de cara a la ciudadanía. Se suele olvidar que el PH es la segunda fuerza electoral del FA, separados solo por un punto porcentual de RD, y no tenemos el desatino de amenazar o maltratar jamás a nuestros socios, todo lo contrario, intentamos proteger y fomentar la diversidad del FA y su carácter popular y masivo.
Figuras como Giorgio Jackson, Gabriel Boric y Vlado Mirosevic tienen un periodo legislativo de experiencia, ¿eso les ha servido para ayudar al bloque o más bien se han mimetizado con las prácticas de la “vieja política”?
Para los compañeros Boric, Jackson y Mirosevic no ha sido fácil pasar de tres a 21 parlamentarios. Los he visto erráticos, desconcertados, les ha costado compartir liderazgo. Me parece que -con distintos énfasis- se han desgastado en intentos de diferenciación que desdibujan sus roles en vez de potenciarlos. Algunos de ellos parecen ocupados de marcar en las encuestas del piñerismo, aunque pierdan puntos en el corazón del pueblo. Pero estoy segura de que la mañosa realidad los devolverá a la plenitud de sus posibilidades.
Debe Beatriz Sánchez, como excandidata presidencial del bloque, asumir un rol más activo para destrabar los conflictos que surgen en el Frente Amplio?
Eso, si fuera directora de un jardín infantil, pero es una dirigenta política.
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