La hora de las reformas

29/10/2018 PRESIDENTE SEBASTIAN PIÑERA A SU LLEGADA AL PALACIO DE LA MONEDA Foto: Mario Téllez / La Tercera

Para antes de fin de año, La Moneda estima que estarán tramitándose en el Congreso cinco iniciativas fundamentales de su programa de gobierno. La voluntad de concretar los ejes centrales de la segunda administración de Sebastián Piñera, antes del periodo electoral que se inicia en 2020, justifica una estrategia que es respaldada por el oficialismo y en la que analistas políticos advierten ventajas y riesgos.


“Cuando ganamos las elecciones presidenciales, no fue solo un triunfo electoral, recibimos un mandato, una misión a cumplir”, sentenció el jueves 25 de octubre pasado el Presidente Sebastián Piñera, al abrir el último consejo de gabinete.

El mensaje del Mandatario no era casual. Ese día, fijó la hoja de ruta de su gobierno para los próximos meses con un énfasis especial: la necesidad de enviar cuanto antes al Congreso los proyectos que ha definido como fundamentales, contemplados en su programa de gobierno.

Ya ese día se sabía que era inminente el anuncio del proyecto de reforma a las pensiones, que Piñera concretó el domingo pasado en cadena nacional. Así, ponía sobre la mesa la segunda de sus principales prioridades legislativas, tras el envío al Parlamento de la modernización tributaria en septiembre.

El martes pasado, el Mandatario redobló su apuesta al plantear los ejes que contendrá la reforma que pretende realizar al sistema de isapres. El anuncio -hecho por Piñera tras recibir una pregunta en un matinal de TV- no dejó de causar sorpresa en las huestes oficialistas, dado que el principal objetivo de la semana era difundir los alcances de la reforma previsional. Durante la jornada, la vocera Cecilia Pérez precisó que la iniciativa se presentará durante noviembre. Y aunque después en Palacio han matizado que puede ser que el proyecto termine ingresando en diciembre, confirman que es la tercera de las cinco reformas fundamentales que impulsará La Moneda en esta etapa, junto al proyecto de modernización laboral y todas las iniciativas emanadas de la comisión de trabajo sobre Seguridad Ciudadana convocada por el Mandatario en marzo.

“Pasada una primera etapa dedicada a enfrentar situaciones sociales urgentes, como la crisis del Sename, por ejemplo, entramos a una etapa de desarrollar las reformas fundamentales de nuestro programa de gobierno”, subraya el secretario general de la Presidencia, Gonzalo Blumel. “Sin duda que estamos con un mayor despliegue legislativo”, destaca, en tanto, el titular del Interior, Andrés Chadwick.

En Palacio son conscientes de que el diseño plantea un riesgo que hay que saber sortear: echar a andar en paralelo reformas de gran magnitud en un Congreso donde el oficialismo es minoría en ambas cámaras.

“(La decisión) también tiene en consideración la agenda legislativa y los tiempos que toma la tramitación de los proyectos para efectos que no vayan estorbando unos con otros”, asegura el jefe de gabinete. Blumel, en tanto, apunta al desafío que significa este escenario para la oposición. “Este es un momento para que definan qué tipo de oposición quiere ser: una que esté dispuesta a construir acuerdos en torno a aquellos temas que son fundamentales para la ciudadanía, o ser una oposición dedicada a rechazar todos los proyectos simplemente porque son del gobierno”, dice.

En La Moneda subrayan que se trata de proyectos que suponen tramitaciones largas. Para la reforma previsional, por ejemplo, auguran un debate que fácilmente puede extenderse durante un año. La modernización tributaria, en tanto, aspiran a aprobarla durante el primer semestre, para que esté vigente para la discusión del Presupuesto 2020.

Ante ese escenario, advierten en Palacio, no había espacio para una estrategia distinta. El propio Piñera ha transmitido que hay que sacar adelante el programa en los dos primeros años, porque en 2020 están las elecciones de gobernadores regionales, alcaldes y concejales. Además, afirman que juega a favor que la aprobación a la figura del Mandatario se mantiene cerca del 50%, dándole capital político para enfrentar negociaciones complejas.

En términos comunicacionales, eso sí, en el Ejecutivo reconocen que es más difícil tratar con varios proyectos a la vez. Esto, explican, porque la ciudadanía puede tender a confundirse y la oposición a “aprovecharse” de esa confusión para sacar réditos. Por esa razón, añaden en Palacio, es relevante hacer bien las bajadas comunicacionales y no dejar margen a errores.

Respaldo oficialista

En el primer año de su segundo gobierno, Michelle Bachelet también apostó por tres reformas que ella definió como “estructurales” -tributaria, educación superior y fin del binominal-, las que fueron aprobadas antes de marzo de 2015. En el oficialismo, sin embargo, descartan que se pueda establecer un paralelo entre ambas situaciones.

“Son modificaciones legales, son avances importantes, pero no está ese aire refundacional que pretendía instalar la Nueva Mayoría cuando creía aún que iba a cambiar la historia de Chile”, sostiene el timonel de RN, Mario Desbordes, quien no ve inconvenientes en instalar estos debates en paralelo. “Me parece bien que las reformas se pongan ahora sobre la mesa. El gobierno son solo 4 años y ya se ha consumido casi uno legislativo”, añade.

En una línea similar se plantea el presidente de Evópoli, Hernán Larraín Matte. “Creo que (la estrategia del gobierno) está en el amplio camino de al medio entre la sequía y el frenesí”, asegura. “Hay dos grandes reformas que van a estar, de una u otra manera, en un proceso simultáneo, que es tributaria y previsional, y creo que si el gobierno continúa con un diseño basado en acuerdos, es posible alcanzar negociaciones como ocurrió en Aula Segura”, complementa.

Para la timonel UDI, Jacqueline van Rysselberghe, un factor fundamental para avanzar en estas iniciativas es contar con el respaldo ciudadano, como sucedió en la votación de Aula Segura en el Senado.

“Si no logramos el apoyo de la opinión pública, es difícil que la oposición se allane a aprobar (las reformas)”, dice la senadora. Consultada sobre la simultaneidad planteada por el Ejecutivo, señala que “me llamó la atención, pero no sé cuál es la estrategia que hay detrás. Sin haberlo conversado, creo que la única posibilidad que tenemos nosotros para que nos aprueben las reformas es que sintonicemos con el sentido común de la gente, y a lo mejor es más fácil hacerlo con el tema de isapre que con el de pensiones”.

Ventajas y riesgos

“Ahora es cuando”, dice el decano de la Facultad de Artes Liberales de la UAI, Francisco José Covarrubias, al analizar el timming elegido por el gobierno para echar a andar las grandes reformas. “No sé si es buena o mala estrategia, pero es la única estrategia posible”, pondera, subrayando, entre otros factores, el capital político que hoy tiene Piñera.

La oportunidad también es respaldada por Gonzalo Müller. “La lógica de los gobiernos de cuatro años, donde solamente hay dos años que no son electorales, me hace todo el sentido que sea al inicio y no al final cuando se planteen las reformas que un gobierno de verdad tiene voluntad de sacar adelante”, dice el docente de la Facultad de Gobierno de la UDD.

Respecto a los riesgos de este plan, el profesor del Instituto de Filosofía de la UDP, Hugo Herrera, plantea que “tener todas las reformas juntas, efectivamente, tiene un riesgo, que es que generen ataques combinados (de la oposición), pero en la medida en que sean reformas inteligentemente planteadas, creo que se pueden romper esos frentes”.

El abogado UC Gonzalo Cordero, en tanto, dice que “el mayor riesgo es que se genere una dinámica que obligue al gobierno a negociar el apoyo con parte de la oposición en un paquete, que haga resignar aspectos esenciales de los proyectos”.

“El gobierno se juega todo en la reforma previsional”, finaliza Covarrubias. “En todos los países, suelen ser tremendamente costosas de hacer, la gente se pone muy nerviosa, las pasiones brotan fácilmente, hay que acordarse que Ortega estuvo a punto de caer en su dictadura, que Putin recibió protestas cuando hacía años que no había protestas en Rusia, por el tema previsional, por lo tanto, este tema es un tema extremadamente complejo para el gobierno”, advierte el columnista.

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