Una nueva mejora en la calidad del empleo asalariado mostró en octubre el Índice de Precariedad Laboral construido por PULSO, aunque más acotada que en los meses previos.
Según el indicador, fabricado a partir de la información de la base de datos de la Encuesta de Empleo del INE, la precariedad laboral registró en el trimestre móvil agosto-octubre una tasa de 18,8% (que equivale a 1.140.615 personas), una décima porcentual menos que en el mismo período de 2017.
El indicador considera a un trabajador asalariado (no incluye a los cuenta propia) en situación precaria si una o más de las siguientes condiciones les afecta: (1) No se les pagan cotizaciones de pensión o salud; (2) No tienen contrato firmado; (3) No reciben ni entregan ningún comprobante por sus ingresos laborales.
Esta es la novena baja interanual consecutiva del indicador (desde febrero viene cayendo), la racha de disminuciones más larga desde la que terminó en marzo de 2014. Sin embargo, tal como en los últimos tres meses, las caídas se han debido solo a la mejora en la situación de los hombres, cuya precariedad cayó 2,1 punto porcentual en relación a agosto-octubre de 2017, llegando a 17,8%, o 621.210 dependientes. Con esta baja, además, los hombres completan 10 meses consecutivos de retroceso en su precariedad.
La otra cara de la moneda es lo que está pasando con la situación laboral de las mujeres, la que viene registrando alzas en su índice de precariedad desde el trimestre móvil junio-agosto. En el último dato, el alza registrada fue de 1,2 puntos porcentuales, alcanzando una tasa de 20,2%, equivalentes a 519.400 dependientes en esta situación.
El investigador de ClapesUC, Juan Bravo, explica que “si bien se crean empleos asalariados con cotizaciones previsionales, en el caso de personal de servicio doméstico puertas adentro y puertas afuera se observa una destrucción de este tipo de empleos con cotizaciones, lo que afecta fundamentalmente al indicador de precariedad de las mujeres, que son las que mayoritariamente realizan este tipo de empleos”.
De hecho, las mujeres trabajadoras dependientes a las que no les pagan las cotizaciones, pasaron de 18,9% a 19,2% en el último año. Asimismo, las que no tienen un contrato escrito subieron de 14,5% a 14,9% en el mismo período. En términos absolutos, en cantidad de mujeres bajo algún tipo de precariedad, el alza es de 3,9% en un año, dado que las trabajadoras dependientes totales se incrementaron 2,7% (muchas de las cuales podrían estar pasando de trabajos por cuenta propia a asalariadas). Pero, por el otro lado, al tener esta base más alta de personas, las mujeres que no reportan ningún tipo de precariedad también subieron, de 2.002.620 a 2.050.480. Esto quiere decir que, en número de personas, hoy hay más mujeres con empleo asalariados sin precariedad que las que había hace un año atrás.
La economista de Libertad y Desarrollo, Carolina Grunwald, afirma que “en general, según los datos, las mujeres han mejorado su posición más que los hombres en relación con la obtención de un contrato, al tiempo que los hombres están mejor que las mujeres, tomando en cuenta la dimensión de las cotizaciones”.
Efectivamente, en los hombres la creación de nuevos puestos de trabajo asalariados ha sido mucho más lenta que en las mujeres. En octubre, ese tipo de empleos en hombre creció sólo 0,7% en 12 meses, es decir, casi cuatro veces más lento que en las mujeres.
En lo que va de 2018, el promedio de crecimiento de estos puestos de trabajo en hombres también ha sido de 0,7% (cayendo incluso 0,3% en abril), mientras en las mujeres el alza promedio entre enero y octubre es de 4,1%, una tasa seis veces mayor.
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