Desafíos del sindicalismo en Chile

El 14,6 que la Dirección del trabajo señala como tasa de sindicalización en Chile constituye uno de los niveles más bajos de afiliación sindical entre los países de la OCDE y es el cuarto en América Latina, según un estudio de Valentina Doniez, investigadora de la UDP (ver tabla más abajo) que correlaciona este indicador con la participación en la negociación colectiva. Doniez señala que, mientras en Chile 12 de cada 100 trabajadores negocian colectivamente, en la Unión Europea la tasa de sindicalización promedio, es de 23% y los trabajadores cubiertos por negociaciones colectivas llegan a 66% de la fuerza laboral. En nuestra región, aunque sólo 4 puntos separan a las tasas de sindicalización de Chile y Brasil, que registra un 18% en el indicador de la investigadora en noviembre de 2012, en el mismo período un 60% de los trabajadores de ese país negociaban colectivamente.

Remontar cifras y devolver al movimiento sindical la preponderancia que tuvo hasta la década de los ’80, cuando figuraba como la segunda institución más confiable ante la opinión pública, después de la Iglesia Católica, es la meta compartida por las dirigencias sindicales del país. Desafío que el movimiento que lideran debe afrontar con un promedio de 47 asociados por sindicato, según cifras proporcionadas por María Ester Feres, Directora del Centro de Estudios del Trabajo de la Universidad Central y regido por un Código del Trabajo que –en opinión de todos los entrevistados- preserva aspectos estructurales del Plan Laboral establecido en 1979 por el entonces ministro del trabajo José Piñera que limitarían el desarrollo del sindicalismo.

Vicente Segure, cientista político de la UC, integró el equipo de Juan Somavía en la OIT, donde aún se desempeña. Respecto a la pérdida de importancia relativa del movimiento sindical ante la opinión pública nacional puntualiza: “Las leyes restrictivas heredadas de la dictadura inciden, pero también pesó el inmovilismo de la generación de dirigentes que dieron la lucha por rearticular el movimiento en los ’80. Esa generación no se renovó a tiempo, e introdujo sesgos machistas y prácticas excluyentes que alejaron generaciones nuevas de sus organizaciones. En ese sentido, el mundo sindical reprodujo prácticas de la política nacional”.

Sostiene que esa tendencia ha cambiado y la CUT muestra signos de recambio: “La elección de Bárbara Figueroa –señala- remonta la distancia que el movimiento estudiantil tomó de las que, en algún momento, consideró organizaciones manipuladas por los partidos políticos y con estilos de dirección que reprobaba”.

El cientista político valora los acercamientos que este año se han producido entre la CUT y la CONFECH. “Me refiero especialmente a la CUT –dice- porque creo que aunque no es todo lo representativa que se esperaría, lidera al movimiento sindical y sus cambios impactan en las restantes organizaciones”.

 

Prácticas Antisindicales

En la propuesta de la Central Autónoma de Trabajadores (CAT) a los candidatos a la presidencia, la organización manifiesta que la baja afiliación sindical y la precaria incidencia de los sindicatos en la resolución de conflictos y establecimiento de políticas vinculadas al sector, se relaciona directamente con prácticas antisindicales de las empresas. Citando estadísticas oficiales de la Dirección del Trabajo (ENCLA), señala que el 36,9% de los sindicatos denuncian prácticas que obstaculizan la afiliación sindical; el 21,7% señalan despidos antisindicales de trabajadores sin fuero; el 21,35% afirma que se ejercen presiones contra los dirigentes sindicales; el 15,7% alega poca disposición de las empresas a negociar colectivamente; el 15, 2 indica la existencia de cambio o alteración de las funciones de trabajo a los dirigentes; el 6,3% denuncia separación ilegal de trabajadores con fuero sindical y el 5,1% revela otras actitudes negativas o prácticas antisindicales.

Estadísticas de la OIT proporcionadas por el investigador de la Fundación Henry Dunant Rodolfo Fortunatti, indican que la mitad de los sindicatos pertenecen en la actualidad a las grandes empresas y una cuarta parte a las medianas. Es decir, allí donde el sindicalismo es fuerte, también es significativa la presión sobre las organizaciones y sus dirigentes. Según la misma estadística, las prácticas antisindicales se dan con mayor frecuencia en la mediana y gran empresa, con un 23,2% y 29% respectivamente.

Respecto a la función de la Dirección del Trabajo, Segundo Steilen, Presidente de la UNT señaló: “¿Cómo podría la Dirección del Trabajo amparar a los trabajadores si, en el mejor de los casos, está facultada para imponer a los empresarios multas de tan bajo costo, que les sale más barato transgredir la Ley que respetarla?”. Según Steilen, la capacidad fiscalizadora de la DT puede ser preocupante para los micro, pequeños y aún medianos empresarios, pero las grandes empresas “entienden como parte de su contabilidad el pago de multas y sacan cuentas para decidir cuándo respetar y cuándo pasar a llevar los derechos de los trabajadores”.

Nolberto Díaz, vicepresidente de la CUT señala: “La estabilidad social en un país tiene que ver con la distribución de la riqueza y la riqueza se distribuye por medio de la negociación colectiva. Así ocurre en Europa y en los países desarrollados con los cuales nos gusta compararnos”. A juicio de Díaz, cuando la legislación laboral desincentiva la sindicalización como –dice- ocurre en Chile, es necesario cambiar la legislación. “Pero no a pedacitos –afirma- lo que debe ser cambiado es la lógica que organiza el Código Laboral vigente, porque en esa lógica se privilegia los derechos de los empresarios a favor de los derechos de los trabajadores”.

 

Cambio del Código Laboral

 

Coincidiendo con la opinión de Nolberto Díaz en el sentido de la necesidad de cambiar la concepción estructural que sustenta el Código Laboral vigente, los dirigentes sindicales entrevistados plantean cuatro puntos cruciales como piso mínimo: recuperar el derecho a huelga sin restricciones como instrumento de negociación de los sindicatos; poner término al reemplazo legal en las huelgas; extender la participación en la negociación colectiva a trabajadores subcontratados con contratos iguales o superiores a seis meses y generar mecanismos de sindicalización que impidan la fragmentación del movimiento sindical y apunten a la negociación por rama de actividad.

Las tres centrales asumen la necesidad de un recambio generacional en sus dirigencias, el cual se estaría produciendo naturalmente, a partir de movimientos liderados por nuevas generaciones desde sindicatos que no necesariamente reconocen filas en alguna de las mencionadas multisindicales. Lo anterior podría explicar el notorio aumento en el número de trabajadores que han participado en huelgas legales entre 2010 y 2012, pasando de 81.940 a 101.137 personas, siendo la industria manufacturera la que tuvo la mayor cantidad de paralizaciones, seguida del comercio, educación y transporte, según cifras de la Dirección del Trabajo citadas por lanacion.cl en noviembre de 2013.

La CUT por su parte señaló, en el documento dirigido a quienes postularon a la presidencia de la República:“El desafío sindical del periodo debe ser el de lograr cambios estructurales que hagan posible el ejercicio de una real libertad sindical y del derecho a negociación colectiva en condiciones de igualdad”.

El cientista político Vicente Seguré señala que el gobierno de la Nueva Mayoría requerirá un sindicalismo que mantenga “una orientación de clase por sobre los intereses de los partidos”. Argumenta que si bien la derecha sale de esta contienda electoral debilitada, posee el suficiente poder para que sea necesario demostrarle la urgencia de los cambios. “El gobierno de Bachelet –dice- si tiene detrás un movimiento sindical servil, deberá enfrentar las demandas de cambio en la calle. Sin movimientos sociales que presionen por ellos, los cambios que se esperan no serán fáciles de obtener”.

 

Mujeres y sindicalismo

Comentamos con Segundo Steilen, Presidente de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) la baja presencia de mujeres en cargos relevantes del sindicalismo nacional. Al respecto la Encuesta Nacional Laboral (ENCLA) 2011 de la Dirección del trabajo indica que pese a representar el 36,7% de la masa laboral nacional, sólo un 22,3% de quienes ejercen la dirigencia a nivel nacional son mujeres y, entre ellas, apenas un 18, 2% preside las organizaciones en el país.

-“ Quienes nos dedicamos a la actividad sindical y hoy andamos entre los 40 y 50 años –dice- somos muy machistas. Nos molesta cuando las compañeras andan en las reuniones con sus hijos. A veces hasta tenemos que pelear para cumplir el requisito mínimo de 30% de mujeres en las directivas. A una mujer. no puedes decirle: ‘Mañana se tiene que ir a Arica para resolver un problema’, porque muchas responderán: ‘Tengo que avisar con tiempo y ver quién se puede quedar con los niños’.

Complicado asunto cuando de un universo definido por la ENCLA 2011 en 4.902.528 asalariados, sólo 1.797.895 son mujeres.

En materia de beneficios –es decir, calidad de vida de las trabajadoras y sus familias- la estratificación socioeconómica incide de manera drástica. Según la Primera Encuesta Nacional sobre Mujer y Trabajo en Chile, realizada en 2010, el 28% de las trabajadoras del primer decil de ingresos cotiza; el 31% está afiliada pero no cotizaba al momento de la encuesta; el1% no sabe o no responde la pregunta y 40% no tiene cotizaciones previsionales. En cambio, entre las mujeres del décimo decil de ingresos, 87% están cotizando al momento de la encuesta y apenas un 3% está afiliado en algún sistema previsional pero no cotizaba al momento de la encuesta. Resulta evidente la necesidad de que un sector de la fuerza de trabajo tan postergado esté más y mejor representado por sus congéneres y la dirigencia comienza a incorporar el tema entre sus prioridades.

Por Rebeca Araya Basualto

Fuente: www.sindical.cl

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