¿A quién favorece la franja televisiva?

Por Germán Silva Cuadra, Director del Centro de Estudios y Análisis de la Comunicación Estratégica (CEACE), Universidad Mayor

Hasta el viernes pasado, que comenzó la franja televisiva, las cosas estaban más o menos así: una fuerte presencia en medios de representantes del Rechazo, una paupérrima campaña de la o las oposiciones, pese a lo cual la percepción pública –de acuerdo a todas las encuestas que se hacen en Chile– indica que la opción Apruebo debería ganar 70-30 y la Convención Constituyente imponerse 60-40, es decir, en aquella fórmula que implica elegir el 100% de los 155 hombres y mujeres que elaborarán el nuevo texto, dejando atrás el pecado de original de la actual, nacida bajo la dictadura de Augusto Pinochet y de manera fraudulenta.

A pesar de lo anterior, una de las variables críticas y más inciertas para del 25 de octubre, será cuánta gente va a votar, ya que eso le dará más legitimidad al proceso. Incluso, algunos parlamentarios de derecha intentaron presentar un proyecto para que el plebiscito tuviera un “piso” del 50% del padrón electoral, algo bastante curioso, cuando en los últimos años las votaciones han estado entre el 38% y 45%. Hasta ahora, y pese a la pandemia, las encuestas señalan que habrá una buena participación, especialmente del segmento jóvenes –18 a 24 años–, que generalmente no votan, pero que tuvieron un rol activo en el estallido social del 18/0.

Pero el factor clave será un eventual segundo brote. Al día de hoy, la pandemia ha experimentado una importante baja en la zona central, sin embargo, ha habido un aumento significativo en el sur, además de un incipiente “efecto dieciochero” con 2 mil casos diarios. El virus parece estar haciendo el mismo recorrido del primer brote, por lo que diversos centros de estudios y epidemiólogos estiman que a fines de octubre podría haber una fuerte alza de casos a nivel nacional. Con esa situación, es probable que disminuyan los electores y las cifras de participación pueda andar cercana al 38% de las últimas elecciones municipales, pero no será muy distinto a todos los comicios previos.

Con este escenario se inició la franja televisiva, un instrumento que entrega la ley, pero que perdió toda relevancia e impacto con los años. Claro que esta vez, con un plebiscito en pandemia, millones de chilenos encerrados y Estado de Excepción, las cosas son distintas.

Por primera vez en treinta y dos años, las campañas han sido sin “calle”, sin conversaciones directas, sin encuentros. Y también, afortunadamente, no hemos tenido que soportar esos signos de la desigualdad: gigantografías, letreros y las odiosas “palomas” que mostraban rostros, pero no ideas. Luego de un par de meses de publicidad digital, con poco impacto en las RRSS, la franja llegó en el momento en que la TV ha vuelto a recobrar energía y auditores, y cuando se necesitaba mística, entusiasmo e incluso épica, considerando la importancia histórica del 25 de octubre y de la fatiga emocional de un país en cuarentena por meses, sumado a la vivencia del miedo e la incertidumbre colectiva.

Partamos por analizar el formato de la franja. Sin rostros políticos y estructurada a partir de las opciones Convención Mixta vs. Convención Constituyente, que transmite la idea de que el Apruebo ya es un hecho. Y, de seguro, resulta confuso para quienes están por el Rechazo, ya que, pese a que la derecha promueve esa alternativa, fija su relato en el mecanismo que definirá la nueva Carta Magna. Otro elemento que llega al límite del ridículo, es que los televidentes deben ver “propuestas” de menos de tres segundos. Alinco, que alcanza a mostrar la dirección de su web, y Auth con un grupo que parece una secta, vestidos de blanco. Lo demás, una diversidad audiovisual que va desde un formato ochentero o elaborado con un teléfono celular hasta el sofisticado spot publicitario de la Democracia Cristiana, lo mejor de la franja para mi gusto.

De contenidos, el Rechazo insiste en plantear que quiere cambiar la Constitución, pero de manera rápida, pese a que se han opuesto durante décadas a hacerlo en el Congreso. Apelan el “sentido común”, que claramente no se autoexplica. Mostrando muchos jóvenes de sector medio y alto, pero escasa diversidad, salvo por la exhibición de un maqueteado poblador que no se siente “facho pobre”, confunde a Neruda y dice que “no es de izquierda ni derecha”, pese a que su relato se parece al de Kast. Y repitiendo el mismo error de sus campañas previas, abusando de un sector de evangélicos que se arrogan la representación de todos y que –patéticamente– señalan que quienes votan Apruebo lo hacen por el diablo.

En el Apruebo se apela –acertadamente– a imágenes del estallido social, con lo que, de seguro, lograrán reconectar emocionalmente a la gente –que originó este proceso constituyente–, sentimiento que la pandemia puso en paréntesis. Además, las imágenes son de los momentos de máxima convocatoria, alejadas de los episodios de violencia que cierta prensa trató de vincular al movimiento. Un PPD que se esfuerza en hacer pedagogía, un PS que intenta proyectar “la posta” entre Elizalde –el único político de la franja…– y los jóvenes, un PDC que apela a las emociones del 18 de octubre, de manera perfecta, y un PR que rescata el humor del NO.

Llamativa e interesante la apuesta de Renovación Nacional, que participa en ambas franjas –Apruebo y Rechazo–, usando el mismo formato y jugando con el programa “Pasapalabra”. Muestra diversidad –bien logrado el spot de una familia–, aunque debe generar confusión entre sus simpatizantes, por el enredo que se forma cuando en el mismo espacio se insiste en mostrar a un grupo de “arrepentidos” del Apruebo, que, como resultado, termina atacando a quienes están por esa opción.

Pero, sin duda, la falta de unión en la oposición se proyecta en la franja. Aunque muestra diversidad de las “oposiciones” –comunicacionalmente no es malo–, desaprovecharon el espacio de haber proyectado al país que son alternativa de futuro, cuando el Gobierno lleva casi un año con menos de 20% de apoyo. Si no son capaces de ponerse de acuerdo para elaborar un bloque de siete minutos y medio, para desplegar un relato más sólido, más propositivo e incluso explicar mejor la Convención Constituyente, qué queda para adelante.

Vuelvo a la pregunta inicial: ¿a quién puede favorecer más la franja de TV?

Además de reafirmar a los convencidos, la franja sirve para crear un ambiente, un estado anímico y reconectar con la emocionalidad que se generó en las primeras semanas del estallido social, en que las calles del país eran repletadas por millones de chilenos que exigían cambios. Y eso favorece, por lejos, a la opción Apruebo, porque conecta a la gente con ese espíritu, pese al pobre rol de los partidos de la oposición. Pero también ayuda a la derecha que está con el Apruebo, especialmente a Lavín, porque los proyecta más modernos, más abiertos a las nuevas sensibilidades y los aleja de aquellos que dicen, en la franja, esa ridiculez de que los que votan Apruebo “están con el diablo”…