A pesar de la señal de apoyo a Rozas al mantenerlo en su puesto, parece que su continuidad no está totalmente asegurada. Un indicio en ese sentido es el ascenso como segundo al mando del general Ricardo Yáñez Reveco. El exjefe de Orden y Seguridad –un puesto de “terreno”– es para el Gobierno el hombre de consenso para reemplazar al actual general director en caso de que su permanencia se torne todavía más insostenible. En La Moneda explican que la confianza en Rozas, igual que la de su tropa, “es muy baja, pero cualquier movimiento que se hiciera tenía que ser de relojería, una mala señal hubiera aumentado los problemas y el Gobierno habría tenido una seria dificultad para hacerse cargo”.
Hay una foto en que se ve a Mario Rozas solitario y en silencio rezando. La imagen es de enero de 2019 y muestra al entonces recién asumido general director de Carabineros en el cementerio Parque del Recuerdo, frente a la tumba de José Alejandro Bernales, fallecido en 2008 en un accidente aéreo en Panamá. El lugar donde descansan los restos del “general del pueblo” –como fue bautizado– está lleno de placas recordatorias de gente que en modo de peregrinación va a pedirle favores, varios de ellos concedidos. Rozas, periodista de formación, difundió esta puesta en escena por los canales de comunicación interna de la institución, una imagen que se recuerda especialmente en estos días, cuando “milagrosamente” fue ratificado al mando de la policía uniformada, el viernes pasado. Puede que la oración haya tenido efecto para que el general siga en su puesto, pero no para enfriar los problemas que tiene al interior de la institución, donde la tropa no lo respeta ni de lejos de la forma en que sí lo hacía con Bernales.
La gota que rebalsó un vaso –uno que se viene llenando hace más de un año– fue el crimen del carabinero Eugenio Naín, de 24 años, asesinado el 30 de octubre durante un operativo donde fue emboscado en la zona de Metrenco, Región de La Araucanía. Su tío, un cabo en servicio activo –en un hecho con pocos precedentes– habló con la prensa muy molesto por la desprotección en la que trabaja la policía. Al interior de la institución, sin embargo, no culpan de esta sensación generalizada a la gestión de Rozas, porque, según un coronel retirado en la última depuración del alto mando y que prefirió mantener su nombre en reserva, la tropa de verde nunca esperó nada del actual general director, un oficial formado en los salones de la diplomacia (fue agregado policial en España) y en los pasillos políticos, como jefe del Departamento de Comunicaciones Sociales. Lejos del terreno, donde las lacrimógenas y los perdigones queman.
“El reproche que se le hace al general director no es en la parte operativa, porque desde un principio nunca se esperó nada de él. Como general director es un buen periodista. La responsabilidad de lo que está pasando en La Araucanía no se asocia con él, porque nunca hubo expectativas con su nombramiento. Es como cuando en un partido ponen a un jugador malo que saben que es malo, vas a reclamar directamente a la Fifa”, explica el coronel (r) con una analogía un poco forzada, pero con la que apunta directamente al Gobierno.
“La familia de Carabineros siente el mayor desconsuelo con el Gobierno. Particularmente por lo que ocurre en La Araucanía. Porque no hay un apoyo político a la función policial en la zona, que es tremendamente complicada y no es resorte de Carabineros lo que está ocurriendo”, asegura el retirado coronel. En su opinión, lo que ha ocurrido desde el 18 de octubre en adelante “responde a situaciones en las que influyeron los gobiernos de la Concertación y de la derecha, que dicen relación con el ejercicio del poder político, las que terminaron con un estallido social. Carabineros tuvo que enfrentarlo con muy poca o ninguna preparación. Carabineros está entre la espada y la pared: el cumplimiento del deber de sus funciones y por otro lado el escrutinio público”.
Al interior de la fuerza operativa o la tropa de Carabineros, el reclamo se repite entre los pocos que se atreven a hablar a rostro cubierto. Un mayor, que estuvo destinado a la 41° Comisaría de La Pintana, repite una queja en la misma línea: “El cabo Naín no fue enviado con los medios racionales. Hubo falta de control jerárquico. Nadie asume la responsabilidad de haberlo mandado a un enfrentamiento en un carro de lata. ¿Dónde están los responsables de haberlo mandado? Al carabinero Zamora [del caso Pío Nono] lo dieron de baja, ¿por qué no hicieron lo mismo con el coronel a cargo del dispositivo o con el mayor a cargo de la patrulla? Se corta el hilo por lo más delgado”.
Para los oficiales de alto rango, la consideración es mucho mayor. En la renovación del Alto Mando, oficializada el viernes, se mantuvieron 6 de los 7 generales investigados por la Contraloría, en relación con su responsabilidad en los hechos ocurridos en el contexto del estallido social. Todos ellos se defenderán de los posibles cargos estando en servicio activo. Incluso, el general Enrique Bassaletti fue ascendido. “Esta señal es muy potente e incluso habla de cómo subestiman y de cierta manera miran en menos la labor de una institución del Estado como es la Contraloría. Teniendo la oportunidad de haber enviado una señal profunda, optan por no hacerlo. Era la oportunidad que el nuevo ministro del Interior tenía de enviar una señal clara de que la institución de Carabineros de Chile, no solo requiere una reforma, sino que además cambios inmediatos”, sentencia Eduardo Vergara, director de la Fundación Chile 21 y exjefe de la División de Seguridad Pública del Ministerio del Interior.
Temor a perder el trabajo
Entre los carabineros que están destinados a las calles para controlar el orden público, lo que ocurra o deje de ocurrir con Mario Rozas Córdova es totalmente secundario, aseguran los oficiales consultados para esta nota. El tema que más preocupa, son las bajas inmediatas para suboficiales y oficiales de bajo rango. “Hemos llegado a la situación de que un Carabinero se equivoca en un procedimiento y lo dan de baja a la primera. Todos los funcionarios públicos tienen la garantía de un debido proceso, menos los carabineros, que los dan de baja inmediatamente. Sus familias quedan en la ruina, sin sistema de salud y, después de haber cumplido con su deber, tienen que defenderse como puedan”, explica el coronel en retiro y vuelve a hacer una analogía un poco exagerada: “El día a día de un carabinero es como el de un esclavo, la misión es llegar a la casa entero y que no lo den de baja».
“El carabinero teme por su trabajo porque las señales que se dan son equívocas. El general director dice que no te va a dar de baja y, a la primera, un carabinero es dado de baja sin que se establezca, en un debido proceso, si empujó o no empujó [al río Mapocho]. Entonces, si te pongo a controlar el orden público, ¿vas a actuar con decisión o vas a esperar que primero hagan los destrozos? Rozas terminó de sepultar su legitimidad entre la tropa luego que el 13 de noviembre del año pasado dijera, en un audio que se filtró a la prensa, ‘no voy a dar de baja a nadie por un procedimiento policial’ y en adelante ocurriera exactamente lo contrario. Todos tienen derecho a un debido proceso, hasta el juez que pillaron con droga (…). La mayoría piensa en conservar su trabajo. Ni siquiera un oficial está pensando en la reforma que debiera ocurrir”, se queja el retirado coronel.
A nivel político sí están, al menos, pensando en la reforma que en opinión de todos los sectores se necesita en la institución policial. El diputado RN, Gonzalo Fuenzalida, integrante de la Comisión de Seguridad Ciudadana, cree que “hay que avanzar en lo que no avanzó el ministro Pérez, que es esta comisión bicameral entre diputados y senadores para tener una conversación franca, directa y política para tomar un acuerdo respecto del futuro de las policías. Creo que las policías deben tener especialización. Tiene que haber una policía comunitaria. Tenemos que tener una sola policía investigativa, como también una policía para mantener el orden público y una policía fronteriza. Si no especializamos a la policía, vamos a seguir con los mismos problemas prolongándose en el tiempo”.
La reforma detenida
El jueves por la tarde, en la reunión del comité ejecutivo en La Moneda, el Presidente Sebastián Piñera le encargó expresamente al nuevo ministro del Interior que se hiciera cargo de la reforma a Carabineros, que el Gobierno anunció en marzo de este año, conformando una comisión. El grupo está formado por el ministro y el subsecretario del Interior, la subsecretaria de Prevención del Delito, el presidente de la Corte Suprema, el Contralor General de la República, el Fiscal Nacional, el general director de Carabineros, los ministros de Hacienda y Justicia.
Sin embargo, desde marzo, el grupo se ha reunido tres veces. La última para presentar la Unidad Coordinadora, algo así como un grupo operativo formado por Daniel Johnson, director de la Fundación Paz Ciudadana –que impulsa la familia Edwards–, además de la exdirectora Catalina Mertz, economista; el doctor en sociología y especialista en políticas públicas de seguridad, Franz Vanderschueren; y el exsubsecretario de Prevención del Delito en el Gobierno de Bachelet, Antonio Frey. De todas formas, en el Gobierno esperan que sea el subsecretario Juan Francisco Galli quien se relacione en el día a día con Carabineros.
En el oficialismo fue recibida como una decisión sensata la permanencia de Mario Rozas como general director. A juicio del diputado Fuenzalida, “la conformación del Alto Mando sin la salida del general director es una buena decisión. Cuando uno cambia al general director salen varias generaciones, entre 25 y 30 generales, y eso en una institución como Carabineros siempre va a ser un riesgo, porque es un oficial que no está preparado, que no tiene la suficiente experiencia puede terminar siendo general y creo que eso, para una institución con más de 60 mil personas, jerarquizada, disciplinada, es necesario que haya experiencia al momento de ser general. Creo que el general Rozas debe continuar en su puesto”.
En La Moneda, la posición es menos indulgente y entienden que la permanencia de Rozas es por un asunto estrictamente práctico, más que un apoyo político. “No es posible seguir dejando a cargo de la institución a gente a que no esté preparada, que no haya cumplido todos los pasos para ocupar sus cargos, jefaturas no capacitadas y ascensos obligados. Cada vez que se hace una remoción, hay ascensos obligados”, afirman en Palacio.
Eduardo Vergara enfatiza la poca experiencia del actual Alto Mando de la institución policial: “Mirando los altos mandos al menos de las últimas décadas, este es el Alto Mando con menor experiencia en el terreno y dentro de la institución. Esto se debe, no a un caso puntual, sino al descabezamiento que ha sufrido Carabineros de forma continua de generaciones de policías desde la salida de Villalobos a la fecha, lo que genera que los carabineros a cargo, no solamente no cuenten con ese apoyo y respeto que sale de la tropa cuando ve que los carabineros que han tenido trabajo territorial, son los que suben. No es el caso de Rozas, que ha tenido una carrera ligada a lo comunicacional y a lo diplomático. Eso está muy marcado”.
La voluntad de reformar
A pesar de la señal de apoyo a Rozas al mantenerlo en su puesto, parece que su continuidad no está totalmente asegurada. Un indicio en ese sentido es el ascenso como segundo al mando del general Ricardo Yáñez Reveco. El exjefe de Orden y Seguridad –un puesto de “terreno”– es para el Gobierno el hombre de consenso para reemplazar al actual director general en caso de que su permanencia se torne todavía más insostenible. En La Moneda explican que la confianza en Rozas, igual que la de su tropa, “es muy baja, pero cualquier movimiento que se hiciera tenía que ser de relojería, una mala señal hubiera aumentado los problemas y el Gobierno habría tenido una seria dificultad para hacerse cargo”.
Para Eduardo Vergara, los problemas del Gobierno son de inmovilidad respecto a la reforma que necesita Carabineros. «Lo que necesitamos son medidas de mediano y de corto plazo. De mediano, por supuesto que la reforma a Carabineros de Chile es urgente y necesaria, pero no es suficiente. Lo que se necesita, son cambios inmediatos, particularmente en las labores de orden público y en las labores que ejercen los piquetes de Fuerzas Especiales. Sin cambios inmediatos en la forma en que la policía se relaciona con la ciudadanía, la verdad es que se va a hacer casi imposible avanzar en una reforma. Especialmente, teniendo en cuenta que el Gobierno no tiene la voluntad para reformar a Carabineros».
Agregó que se llamó «a una comisión que tiene casi un año de trabajo, donde no ocurrió nada y una unidad de seguimiento al trabajo de esa comisión que, obviamente, por el beneficio de la duda, veremos cuáles son las conclusiones y el impacto real que tiene. Pero hasta el momento, Carabineros ha cambiado solamente en que han invertido en herramientas de protección, de control, de represión, que han hecho cambios cosméticos y, al menos, la última oportunidad que acaban de tener de cambiar el mensaje que se entrega a la ciudadanía, la verdad que nuevamente la han desperdiciado”.