CETRA: Las encuestas presidenciales no consultan la opinión pública, construyen una meta realidad

Por Carlos Cano B.
Director Ejecutivo Centro de Estudios del Trabajo-CETRA

El desarrollo de las redes sociales como aspiración democratizadora de la información pública esta discreta pero fuertemente acompañada de su procesamiento, intervención y control externo de terceros. Los medios clásicos (prensa, radios y TV), han dado paso a multiplataformas que son propiedad de importantes grupos económicos, con gran participación e influencia en las redes sociales, que con inocencia se consideraron en principio como espacios libres y autónomos. Ahora se comprende que en las redes hay censura, segmentación y cercos virtuales donde terminamos hablándonos entre similares.

Las herramientas algorítmicas representan la guinda de la torta en las operaciones de saturación, intoxicación y despliegue de información/desinformación. Consumimos basura informativa colmada de fake news y boots, además de la seudo realidad que nace del intercambio de medios, redes sociales y despliegues operativos globales.

En este contexto distinguir la realidad de lo falso es un requerimiento permanente para ciudadanos que pretenden estar en conocimiento de los hechos verdaderos.

La política y la construcción de imaginarios colectivos cambiantes no escapan a esta tremenda injerencia de los poderosos. Quien elige la música define el baile. Es un círculo obligante. Los medios instalan los temas. Otros dicen pesquisar lo que “la gente piensa” y luego se levantan como verdades, moviendo en esos ritmos a los sectores políticos que comparten la trama y a los que reaccionan, pisando las trampas.

Aquí ubicamos la función de la mayoría de las empresas que “miden la opinión pública”, las encuestadoras.

Estas empresas no “consultan la opinión pública”, construyen una meta realidad, una falsa realidad, que busca orientar el voto, levantan fantasmas que atemorizan a los sectores más vulnerables y también a los núcleos medios carentes de convicciones políticas sólidas. Las encuestas son entonces una herramienta de orientación política, de armado de rebaños que persiguen señuelos; el orden, la violencia, la estabilidad, los inmigrantes, el cambio sin mesura.

En este baile de máscaras aporta el izquierdismo ideológico que no está interesado en cambiar la realidad, sino en comentarla con el izquierdómetro en la mano, con lecturas que van del amarillo al rojo. Siempre esperando el momento en que se “den todas las condiciones objetivas y subjetivas” para concretar una revolución que siempre se aleja del horizonte. A estos grupos políticos no les interesa el análisis esencial de la cuestión del poder, de los datos duros del estado de “la correlación de fuerzas”.

En fin, la última mención busca darle la debida importancia que el izquierdismo verbal tiene para las encuestas. Son insumos útiles para que las encuestas encuentren justificación a las tendencias que dicen estar recogiendo. Es el circulo vicioso ya mencionado.

Efectuamos la siguiente revisión de encuestas para preguntarnos cuales son parte de los medios y los modos antes descritos, a la luz de los resultados que tendremos la noche del 21 de noviembre, y si hay consultoras de opinión pública independientes. Con la salvedad de que todas se afectan por la orquestación de opinión pública en que participa la mayoría.

Buena parte de estas empresas parecen estar de acuerdo con los ganadores de primera vuelta. ¿Vencerá Kast a Boric, como lo dicen las encuestadoras icónicas que operan para el régimen? ¿Los errores no forzados y los efectos del “olivazo” dañaran para que ello sea posible? ¿Tendrán los candidatos de derecha una masa de votación suficiente para asegurar la segunda vuelta?

¿Será posible el tremendo desacople que indican estas encuestas sobre el resultado de las votaciones de mayo y, más aún, de noviembre 25 de 2020, con 80 a 20%? ¿Significa que el Rechazo será capaz de impedir la Nueva Constitución en 2020?

Lo dudamos firmemente. En cualquier caso, si ganara Kast, no podrá gobernar por la dispersión de fuerzas en el próximo parlamento en que habrá no obstante un senado más conservador que la Cámara de Diputados y por cierto la Convención Constitucional.

Si gana Boric, se abre un nuevo ciclo que reordenará las alianzas políticas inclinando la mayoría parlamentaria hacia la izquierda y los cambios podrían ser posibles, como decían esperar la mayoría de las chilenas y chilenos hace dos años y ratificaron doce meses.

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