Ante el vacío de liderazgo que se instaló en la derecha tras la derrota por 11 puntos de diferencia en la segunda vuelta de la elección presidencial, presidir el Senado se transformó para algunos en el trampolín perfecto para alcanzar tal liderazgo en la futura oposición y, así, intentar alzarse también con miras a un posicionamiento presidencial. En el Senado, mientras la UDI ya tendría definida su carta para salir a negociar –la del senador e histórico dirigente Juan Antonio Coloma–, en RN están lejos de arribar a un consenso, pues las tres cartas que buscan pelear la testera de la Cámara Alta representan a igual número de facciones al interior del partido. En este caso, el presidente Francisco Chahuán, el reelecto senador Manuel José Ossandón y la senadora electa por Antofagasta, Paulina Núñez. En tanto, en la Cámara Baja la tensión se encuentra instalada en la actual oposición, al no contar con los votos necesarios para la mayoría simple. En este marco, figura la diputada Pamela Jiles (PH), cuyo nombre, pese a contar con 5 diputados en su bancada, se transformó en una elevada moneda de cambio que algunos no están dispuestos a pagar, tendiendo puentes incluso con el Partido de la Gente.
Que existan diferentes miradas al interior de Renovación Nacional (RN) no es ni por cerca una novedad; que lleguen sin claridad a la hora de negociar cargos con sus pares, tampoco. Las marcadas y antiguas diferencias que existen en la tienda con sede en Antonio Varas volvieron a evidenciarse a una semana de consumada la derrota en la segunda vuelta presidencial y que dejó a su tercer candidato en carrera con 11 puntos por debajo del ya electo Presidente Gabriel Boric.
Esta situación, y enlazada a la urgencia con que algunos en el sector buscan erigir a nuevos líderes para enfrentarse, esta vez desde la vereda de la oposición, a los próximos cuatro años de Gobierno, llevó a que diferentes personalidades –que poco tienen que ver con un proyecto en común– se peleen la opción de ser el representante del partido que ocupará al menos un año la presidencia del Senado.
Más allá de las variadas advertencias provenientes desde la misma derecha y que apuntan a que los liderazgos se irán instalando con el tiempo, y además de las diferentes circunstancias que depara un anunciado complejo inicio de Gobierno, el ejemplo de Yasna Provoste –quien llegó a erigirse como abanderada de la DC y, en su momento, líder de la oposición, tras su paso por la testera del Senado– pareciera ser razón suficiente para no dejar pasar esta oportunidad.
Y es que, al haber quedado relativamente pareadas las dos mayores fuerzas en la Cámara Alta, a diferencia del Gobierno saliente, Chile Vamos tiene la posibilidad de encabezar la mitad del período presidencial, y todo lo que aquello conlleva se transformó en una oferta difícil de rechazar, principalmente para quienes, desde un tiempo a la fecha, han sincerado en la interna sus intenciones de llegar a la más alta magistratura o, en su defecto, hacerse de un mayor capital político para avanzar en su carrera personal.
De esta manera, si bien los tiempos respecto de cuál de los dos representantes del sector asumirá en primer lugar aún no están claros, en la UDI el tema estaría cerrado, y es el histórico militante y fundador del gremialismo, Juan Antonio Coloma, el personero designado para dicha tarea. En el partido señalaron que su perfil, de larga trayectoria y al mismo tiempo capaz de generar acuerdos más allá de su coalición, calzaría perfecto con el que hasta ahora se conoce como único acuerdo transversal en Chile Vamos tras la segunda vuelta presidencial y que dice relación con convertirse en una oposición constructiva. “Queremos hacer la diferencia con la reciente oposición, que le hizo la vida imposible al Presidente Piñera”, argumentaron.
En RN, ni cerca de sus pares, por un lado, está el timonel Francisco Chahuán, de quien se sabe que viene buscando la posibilidad de erigirse como líder de la coalición y, a través de ese paso, en carta presidencial del partido desde hace varios períodos. Una situación similar, pero desde otra vereda –una más personalista–, es la del reelecto senador Manuel José Ossandón, quien ya lo intentó en las presidenciales de 2017. Por otra parte, irrumpió la representante del denominado bloque de la derecha social, al interior de Renovación Nacional, Paulina Núñez, quien en una entrevista a La Tercera, el domingo 26 de diciembre, llamó a toda la dirigencia de su colectividad a jubilarse y hacerse cargo de las continuas derrotas.
En el caso del senador por la Quinta Región, sabe que de ser Paulina Núñez o Manuel José Ossandón la carta que se erija, su dirección al interior del partido correría serio riesgo, pues ambos candidatos son del bando opositor y, tal como relatan en la interna, su instalación ha sido “más que compleja”. La lucha por el poder interno que instaló su secretario general, Diego Schalper, ha provocado que el timonel tenga que pensar muy bien cada paso que da, pues la mayoría de los nuevos funcionarios que ingresaron bajo su gestión responden al diputado por la Sexta Región. Si bien desde el sector de Desbordes decidieron blindarlo a él, en desmedro de Schalper, eso no quita la complejidad de liderar desde el día a día, indicaron militantes puertas adentro.
Por parte de Manuel José Ossandón, que fue quien instalara la idea de la derecha social y que en algún momento se complementó con el grupo liderado por Mario Desbordes, desde que vivió su proceso judicial las aguas se separaron, pues –y así lo relatan desde el círculo del senador– “sintió que no fue lo suficientemente respaldado”. Tanto es así que, al momento de disputarse la primaria de Chile Vamos, Ossandón optó por endosar su apoyo a un externo, como lo fue Sebastián Sichel. En RN es conocida la frase de “Ossandón se manda solo”, es decir, no responde a nadie, lo que hace que su eventual investidura se trasforme en un problema real para la directiva. Cabe recordar, además, que votó a favor del cuarto retiro y que se abstuvo en la acusación constitucional en contra del Presidente Sebastián Piñera, lo que le quita varios bonos de partida. A su favor, jugaría su perfil conciliatorio fuera de Chile Vamos.
Respecto de la recientemente electa senadora por Antofagasta, Paulina Núñez, ella sí pertenece al núcleo de la denominada derecha social, y que tuvo duros encontrones con el círculo cercano de Sebastián Sichel, tanto previo a la primaria como después de haberse quedado con esta instancia el ex-DC. Tanto así que, después de anunciar su apoyo al cuarto retiro, el propio Sebastián Sichel le quitó su apoyó y se lo entregó a su competidor en el norte, lo cual no fue suficiente. Una eventual llegada de Núñez a la testera del Senado significa un gran posicionamiento para un sector que ha buscado permanentemente espacios de poder, pero que no lo ha logrado, pues sus seguidores no tendrían la fuerza electoral que en algún momento se pensó que arrastraban. Ello explicaría el comportamiento que está teniendo Desbordes, quien no se ha hecho problemas en entregar claras señales al sector más duro del partido y del conglomerado, como una manera de encontrar mayor tracción en su apuesta de retomar el sitial con el que alguna vez contó, una vez ocurrido el estallido social.
Hasta la fecha, si bien el presidente de RN, Francisco Chahuán, no ha perdido oportunidad para recordar que su partido es el de mayor representación en el Parlamento y como fuerza política, sus detractores le sacan en cara permanentemente la pérdida de 11 parlamentarios, 400 mil votos menos, y de pasar de 9 a 2 Cores en la Región Metropolitana.
Renovación Nacional perdió sus últimas tres apuestas presidenciales. Primero fue Mario Desbordes, quien sin el apoyo de todo su partido –y con un intenso fuego amigo– perdió a manos de Sebastián Sichel la primaria de Chile Vamos. Luego fue el turno de Sichel, quien perdió ante José Antonio Kast. Y, finalmente, el líder del Partido Republicano, quien quedó en el camino en la segunda vuelta presidencial.
En la Cámara el conflicto es de la actual oposición
En la Cámara de Diputadas y Diputados las cosas no están tan resueltas y más bien el estado es aún líquido. El lío más grande lo tiene la actual oposición, que ya el periodo anterior –y siendo mayoría– perdió la testera, que quedó en manos de Renovación Nacional, luego que la diputada Pamela Jiles evitara darle la mayoría a la oposición.
La idea de que no se repita la misma historia no parece tan fácil, porque, a poco andar y en aún incipientes conversaciones, se han encontrado con varias piedras en el camino que podrían complicarles la meta de facilitar la legislación de proyectos importantes del próximo Gobierno.
La primera valla es la relación con el Partido Humanista y el Partido Ecologista, cuyos 5 representantes –los votos que al resto de la oposición le faltan para ser mayoría simple– trabajarán juntos en el Congreso. La complejidad de esta acción radica en que la diputada Jiles tendría intenciones de encabezar la Cámara durante el primer año del nuevo periodo legislativo, es decir, en medio de la instalación del nuevo Gobierno. Sabida es la nula relación entre Jiles y el Presidente electo, por lo que se correría el riesgo de tener a una opositora encabezando la referida instancia.
Sumado a aquello, está el hecho de que es Pablo Maltés (pareja y asesor de Jiles) quien está representándolos en esas conversaciones, es decir, otro que no cuenta con las puertas abiertas en la centroizquierda y en un amplio sector de la izquierda. En dicha bancada descartaron de plano que exista un camino abierto para conversar con la derecha, pero existen recientes antecedentes para que varios no crean en las promesas de ese núcleo.
En la centroizquierda varios piensan que Jiles “se pasó de roscas” y que ni ellos ni la centroderecha estarían dispuestos a “pagar ese costo”, tampoco una eventual llegada de la diputada a liderar la Comisión de Constitución –moneda de cambio que ofrecería en caso de no encabezar la Cámara–, por el realce que pueda darles a nuevos retiros de fondos de pensiones, que podrían tensionar en demasía a la próxima administración gubernamental. Cabe recordar que el cuarto retiro sigue siendo un flanco que aún le sacan a relucir al Mandatario electo, por haber actuado en contra de las recomendaciones de su equipo asesor.
La encrucijada está en que, sin esos cinco votos, la ruta se pone cuesta arriba para llegar a la mesa –entre Apruebo Dignidad y la ex Concertación suman 74 votos, y son 78 los que se necesitan para la mayoría simple–, obligándolos a mirar para el lado. Y considerando el riesgo que ven en una figura como la de la diputada Jiles, es que hay algunos que incluso comenzaron a acercarse al Partido de la Gente (PDG), donde existe aún una gran incógnita sobre las relaciones que tendrán con las demás fuerzas políticas.
Ya desde la centroizquierda, el Partido Liberal ha tomado contacto con representantes del PDG, lo mismo que parlamentarios del Partido Republicano. Desde el Partido de la Gente, en todo caso, afirmaron que es un tema que aún no está decidido, pero que probablemente ya las próximas semanas se instale en la interna.
Pero, además, las negociaciones deberán esperar a que la Democracia Cristiana elija a su próxima directiva, pues después de ese proceso la bancada democratacristiana (que tiene 8 diputaciones) reactivará las conversaciones.
Fuente: El Mostrador