Si bien no está firmado en piedra, por el momento el sistema de anillos para la colaboración de la centroizquierda en el Gobierno de Apruebo Dignidad, como si en los hechos se tratara de un pacto de gobernabilidad, sigue siendo el que concita mayor aceptación. De todas formas, la tensión sigue instalada, como lo demuestran las señales que se han entregado desde el comando para priorizar la participación del PS. El propio Presidente electo, Gabriel Boric, tuvo un cambio de agenda y retornará desde Punta Arenas a Santiago el 31 de enero, para aquietar las aguas en los demás partidos de Nuevo Pacto Social, donde se acusó un cierto desprecio, debido al trato diferenciado. Desde Apruebo Dignidad han sido claros en que las decisiones de abrirse o no son potestad de ellos y no del comando, asegurando además que nunca se les ha pedido hacer ingresar al Partido Socialista al núcleo gobernante. Desde el PS –y para calmar los ánimos–, su timonel, Álvaro Elizalde, habría propuesto que el eventual ingreso de representantes de la disidencia al Gobierno no sea contabilizado dentro de la cuota de participación que tendrían en La Moneda. El diputado Vlado Mirosevic, por su parte, señaló que difícilmente «una coalición con porcentaje menor en el Congreso pueda gobernar sin invitar al resto del progresismo. Si no lo hacen, este Gobierno tendrá grandes dificultades para gobernar y va a ser frágil, no tiene ningún sentido. Yo esperaría sabiduría, le deseo al Presidente sabiduría para entender el momento histórico. No se puede gobernar con un tercio”, agregó.
Si bien gobernar no se trata de una hoja de Excel –reclamo constante en las diferentes administraciones–, hay números que sí se ponen sobre la mesa para tomar decisiones y, por ahora, en el futuro Gobierno del Presidente Gabriel Boric, hay cálculos que no cuadran, razón por la cual en las últimas semanas se ha instalado tan fuertemente el cómo se va a gobernar con otras fuerzas por fuera de Apruebo Dignidad (AP) y, de esta manera, lograr la capacidad de poder no tan solo sacar adelante la agenda propuesta, sino también dar piso a un Ejecutivo que entrará con minoría parlamentaria.
El 11 de marzo, cuando se instale el nuevo Parlamento, de 155 diputados, el conglomerado oficialista, AP, contará con 37 representantes en el hemiciclo, es decir, menos de un tercio (52), la delgada línea roja que ponen los expertos para darle sostenibilidad a un Ejecutivo. Si a eso se le sumaran todos y cada uno de los diputados de la centroizquierda, agrupados en el PS, PPD, DC, PR y PL, llegarían a 74 votos, más de un tercio, pero menos que una mayoría simple, que está fijada en 78.
En ello radica principalmente la razón del tira y afloja que se vive entre el círculo de hierro del Presidente electo, su conglomerado y los partidos de la centroizquierda. Por ahora, la propuesta de trabajar con un sistema de anillos, es decir, categorizar el alcance de acceso al poder o la toma de decisiones de unos por sobre otros, es la que ha generado mayores apoyos, al menos desde el sector próximamente oficialista.
Y si bien en la centroizquierda se pusieron todos en disposición de colaboración “sin condiciones” con el nuevo Mandatario, los tiempos y las señales que se han entregado desde el comando no han dejado satisfechos a todos, al tiempo que han generado un debate interno en los distintos partidos, que luchan por reinventarse, algunos, por reperfilarse, otros, y por transformarse, otros más, en piedra angular a la hora de la toma de decisiones.
No por nada, el Presidente electo tuvo que hacer un cambio obligado en su agenda, que contemplaba una estadía más larga en su natal Punta Arenas, y decidió volver el 31 de diciembre a la capital, para sostener una serie de reuniones en busca de allanar el camino en pos de alcanzar pisos mínimos de apoyo y de gobernabilidad, entregando otro tipo de señales a los partidos pertenecientes a Nuevo Pacto Social.
En este sentido, son tres los sistemas de apoyo que se han puesto sobre la mesa para darles una mínima tracción a las promesas contempladas en el programa de gobierno, y siempre pensando en el PS con un estatus mayor que sus pares, al contar no solo con una mayor afinidad ideológica sino que, además, al ser la mayor fuerza particular del sector, con 4 senadores, 13 diputados y 23 cores.
Una de aquellas, si bien –como aseguran desde el interior de Apruebo Dignidad– no se ha propuesto oficialmente, era que el partido liderado por Álvaro Elizalde ingresara al conglomerado oficialista y, de esta manera, se alcanzaría el estatus de primera línea en la toma de decisiones y no solo se pagarían los costos. Pero por ahora dicha opción estaría descartada, principalmente por la reticencia que genera en ambos bandos, tanto en AP como en el propio PS. Si bien hay un sector del partido con sede en calle París que no vería con malos ojos esa opción, hay una mayoría que se ha encargado de salir a hacer pública la reticencia instalada en el seno de la tienda. Se acusa principalmente una eventual pérdida de identidad y un arriesgado quiebre en el eje del denominado socialismo democrático.
Cabe recordar, de todas formas, que al momento de inscribir las primarias presidenciales la voluntad de Gabriel Boric era que el PS y los demás partidos, con excepción de la DC, firmaran un documento conjunto, situación que se había resuelto en favor del diputado, pero que terminó con un portazo de parte del partido del entonces candidato, Convergencia Social.
Las demás colectividades también han dejado en claro que su intención no es formar parte del espacio de toma de decisiones, sino más bien contribuir con un espíritu colaborativo, aunque con reglas claras, las que todavía no se han asentado.
Por ahora, corre con ventaja el sistema de anillos, una unidad no ideológica pero sí pragmática y programática, algo parecido a un pacto de gobernabilidad colaborativa, que busca empujar un carro en desventaja parlamentaria. De todas formas, falta resolver en detalle qué significaría ser parte de un anillo y no otro, y el alcance del mismo. Se ha dado por entendido que, no pertenecer al primero de ellos, guarda directa relación con no ser considerados en las cabezas ministeriales, una situación sin mayor claridad y en la cual se está trabajando contra el reloj.
La tercera de las propuestas apuntaría a abrir completamente el conglomerado político del Mandatario electo, en una especie de gran coalición, pero –según comentaron en la interna– es una idea que debe dejarse madurar por un tiempo, toda vez que no estarían dadas las condiciones por el momento. ¿Cuándo se podría profundizar en esa idea? Si es que llega el momento en que al Gobierno “le empiece a entrar agua” y se vea en la necesidad de contar con un piso mucho mayor para “seguir a flote”, indicaron.
La presidenta del PPD, Natalia Piergentili, sostuvo –en entrevista con CNN– que “nosotros hemos trabajado en un bloque, el PS, PPD, PR y los liberales, para tener una masa crítica que contribuya al Gobierno desde una identidad cultural. Por lo tanto, por cierto que esperamos el mismo trato con el resto de los partidos, pero eso no es para hacer un quiebre ni una polémica.” A eso agregó que “me sentiría muy agraviada si esta conversación política, que nosotros esperamos tener con el Presidente Boric, no ocurriera”.
En tanto el diputado y rostro más fuerte del Partido Liberal, exmiembro del Frente Amplio, Vlado Mirosevic, señaló al respecto que “creo que la coalición va a llegar hasta el Partido Socialista, pero debería llegar más allá. No creo que una coalición con porcentaje menor en el Congreso pueda gobernar sin invitar al resto del progresismo. Si no lo hacen, este Gobierno tendrá grandes dificultades para gobernar y va a ser frágil, no tiene ningún sentido. Yo esperaría sabiduría, le deseo al Presidente sabiduría para entender el momento histórico. No se puede gobernar con un tercio”, agregó.
Desde Punta Arenas, el Mandatario electo, Gabriel Boric, aseguró haber hablado tanto con la timonel del PPD como con el diputado Mirosevic, concertando las respectivas citas para una vez de vuelta en Santiago.
El dilema PS
En el Partido Socialista ya se dan por notificados del estatus superior que van a tener en el Gobierno con respecto de sus pares. En tal sentido, la primera reunión del Presidente electo Gabriel Boric con el timonel socialista Álvaro Elizalde fue señal suficiente, y a eso se agrega la voluntad de ambas partes, aunque el cómo en específico aún está por definirse.
Sin embargo, en la tienda socialista, y como es de costumbre, las aguas no están calmas, en esta ocasión, por el exceso de ruido que genera en su dirigencia el que figuras arraigadas en la disidencia tengan potencialmente un mayor protagonismo en La Moneda.
Son los casos de la excandidata presidencial PS, Paula Narváez, de la diputada Maya Fernández, el diputado Manuel Monsalve y el dirigente Ricardo Moyano, todos con un alto grado de cercanía con Gabriel Boric, y quienes trabajaron palmo a palmo durante su campaña, logrando un acceso mayor al círculo de confianza por sobre el propio PS, institucionalmente hablando.
De ahí que nació la insistencia en su momento –ya no– del timonel de la tienda, en cuanto a que las relaciones entre el comando y el partido fueran de manera institucional, pues de esa forma podía adquirir un mayor control de la representación de su partido en el futuro Gobierno. Mientras desde un sector se acusó la idea de veto del senador por el Maule, en su defensa señalaron que así se entenderían las relaciones políticas a la hora de la toma de decisiones.
Finalmente, la idea de Elizalde no logró el eco necesario y tuvo que ceder, puesto que desde el comando –y así lo han señalado– no estarían dispuestos a trabajar con ningún tipo de veto, sobre todo si se trata de “un invitado”. De esta manera, Elizalde resolvió a través de una nueva estrategia, o así al menos lo habría planteado: en caso de ingresar al Gobierno los cuatro nombres ya señalados, que estos no cuenten como parte de la cuota PS que desembarcaría en La Moneda, una idea que no genera tanta reticencia como la primera. Si bien el Partido Socialista en estos momentos no tiene aún el pase para sentarse a la mesa de la toma de decisiones, sí saben que tienen el sartén por el mango, pues son el piso mínimo que requerirá el nuevo Gobierno, pensando en el 11 de marzo del 2022.
Fuente: El Mostrador