LOS CLAROSCURO DE ESTE 1 DE MAYO

Extraño el ambiente de este 1 de mayo, día en que conmemoramos a las trabajadoras y trabajadores.

Raro porque el Gobierno y la CUT han logrado, fruto del dialogo, un acuerdo inédito para elevar el salario mínimo a $500.000 (IMM). El ejecutivo ha enviado el proyecto al congreso, iniciativa que también aumenta el universo de beneficiarios/as de Asignación Familiar y Maternal y sostiene el Subsidio Temporal a las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas. Sin embargo ha encontrado detractores.

Otro hito fue la aprobación del Convenio 190 que instaló en el debate social y legislativo de un modo potente la necesidad de garantizar a las y los trabajadores ambiente laborales libres de acoso y violencia en un país donde las cifras de denuncias van en aumento.

También es singular esta fecha,  porque hace unas semanas atrás el ejecutivo logro materializar la Ley de reducción de jornada a 40 horas. Una iniciativa, de larga tramitación, asentada sobre la virtuosa idea de que los trabajadores /as puedan conciliar vida laboral y familiar pero, que está llena de vacíos y dudas sobre la aplicación y si no será abrir la puerta aún más a la flexibilidad, en un país donde el sector empresarial no “da puntada sin hilo”.

Otro componente del enrarecido escenario es el de seguridad social. Nuevamente este último mes todos los fondos de las AFPs cayeron significativamente y sin embargo la propuesta previsional espera. Aproximadamente 15.000 trabajadores/as se jubilan por mes con montos irrisorios y otros/as siguen laborando y aguardando cambios. Mientras la oposición rigidiza su posición respecto de que el 6% de cotización adicional vaya íntegro a capitalización individual, dando un portazo a la posibilidad de acercarnos a un elemento de solidaridad.

En el campo de sindicalización también percibimos ese extraño sabor agridulce. Por un lado, la tasa de sindicalización alcanzó un 22,2 por ciento (Ref. informe anual Observatorio de Huelgas Laborales U. Alberto Hurtado) lo que constituye una cifra histórica desde 1990 y por otro, este positivo dato no va de la mano de incremento en cobertura de la negociación colectiva. De igual modo, ha aumentado la participación de las mujeres en la actividad sindical pero, persiste la brecha de acceso a los espacios de conducción donde solo llegan a un 35% a pesar de la vigencia de la Ley N°20.940 o ley de cuota.

En la contingencia política, esta conmemoración también se inserta en una coyuntura compleja. Estamos en la víspera del 7 de mayo en que se realizará la elección de 50 ciudadanas y ciudadanos que discutirán y presentarán una propuesta de Nueva Constitución.

No obstante, el proceso no logra motivar a la ciudadanía, muchos indiferentes, algunos desencantados levantan la opción de anular (obviando que ese camino nunca ha logrado representar una posición relevante), otros ignoran los pactos y candidatos que estarán en la papeleta. Los aportes financieros recibidos para las campaña- según Servel- (como siempre)  se distribuyen inequitativamente y sin parangón hacia de los candidatos/as de la derecha.

Así el proceso se acerca con oscuros pronósticos para la causa transformadora. De alcanzar la oposición los 3/5 del Consejo Constitucional, el proyecto de constitución podría ser una versión remasterizada y corregida de la constitución del 80.

Sin embargo, y con todo lo anterior, cada 1 de mayo, la historia nos conecta con la capacidad irreductible de luchar de los trabajadores y trabajadoras; con ese proceso histórico de tenacidad, que a pesar de las complejidades y asimetrías ha logrado abrirse paso mejorando la vida de las personas y dignificando el trabajo humano.

Para continuar esa senda, necesitamos sindicatos fuertes; para alcanzar un real y justo sistema de seguridad social, necesitamos sindicatos poderosos; para lograr relaciones laborales de dignidad y respeto con las trabajadoras y trabajadores necesitamos sindicatos empoderados, autónomos y representativos.

¡¡Vivan las trabajadoras y trabajadores organizados!!