Los Insaciables: la fórmula para apropiarse de los últimos bienes de los pobres

Por Mauricio Bravo

La reciente presentación por diputados de RN y UDI, de un proyecto de Ley que permita hipotecar los bienes raíces de los jubilados cuyas pensiones son insuficientes para vivir, revela toda la impudicia que nuestra clase política ha alcanzado. Sin ninguna vergüenza de exhibir su insaciable apetito de lucro, el proyecto articula perversamente una fórmula para apropiarse de los últimos bienes que los pobres y sectores medios han logrado acumular con el esfuerzo y sacrificio de toda su vida, los únicos que además pueden heredar a sus hijos. Primero los dejan sin jubilación mediante el expediente de sustraerle sus ahorros forzados vía AFP, ahora van por la última presa: sus viviendas.

…las casas mayoritariamente serán vendidas o rematadas. ¿Y quiénes las comprarán? Los mismos de siempre: los bancos, las inmobiliarias, los que tienen capital. De esta manera se termina de cerrar el círculo, de construir una sociedad de esclavos, la de trabajar toda una vida para enriquecer a otros e irse de este mundo igual como llegamos: en pelotas.

Lo perverso del proyecto es que para lograrlo, una vez más, pretenden usar al Estado como intermediario, lo que se llama ‘sacar las castañas con la pata del gato’. Mediante la fórmula que sea la Caja de Crédito Prendario (Tía Rica) u otro organismos público el que les haga el ‘préstamo’ amarrando la vivienda como hipoteca, pretenden ‘aliviar’ a los ciudadanos en los últimos años de sus vidas. Es obvio que el ´préstamo’ no será cubierto por la mayoría de ellos y cuando mueran sus hijos y familiares tampoco podrán satisfacer la deuda (si hubieran tenido los medios habrían asistido económicamente a sus padres sin permitir que estos hipotequen sus casas) Por lo tanto las casas mayoritariamente serán vendidas o rematadas. ¿Y quiénes las comprarán? Los mismos de siempre: los bancos, las inmobiliarias, los que tienen capital. De esta manera se termina de cerrar el círculo, de construir una sociedad de esclavos, la de trabajar toda una vida para enriquecer a otros e irse de este mundo igual como llegamos: en pelotas.

Estos mismos legisladores pornógrafo son los que se llenan la boca con ‘la familia’, como base indestructible de la sociedad. Pero acaso ¿no es la vivienda, la casa, el lugar físico y el soporte material de esta familia, su lugar de encuentro y protección? El proyecto es un escopetazo en el estómago a esa familia que ellos dicen defender y pone de manifiesto toda la obscenidad de su discurso vacío.

La tragedia de este país es la derecha que tiene: insaciable, voraz, ávida sin límites para succionar sin piedad la riqueza producida por todos los ciudadanos, sin el menor componente republicano que morigere este capitalismo salvaje, único en el planeta. El slogan de construir una sociedad de ‘propietarios’ y no de ‘proletarios’ ha sido abandonado ya hace mucho tiempo. De la economía social de mercado no queda nada, solo el puro mercado y sus propietarios -que cada vez son menos- que digitan desde sus bufetes lo que deben legislar sus empleados en el Parlamento.

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