Aborto terapéutico: ¡Escuchemos a las mujeres!

Por Francisco Méndez/Periodista

Cuando comienza a surgir el debate del aborto, por lo general siempre se escuchan voces masculinas al respecto. En mi caso, siempre prefiero escuchar a una mujer que a quienes intentan decidir de lo que tiene o no que hacer con su vientre, con su vida y con toda su humanidad. Es cosa de escucharlas y no situarlas de inmediato en el banquillo de los acusados por el sólo hecho de traernos a nuestras machistas concepciones, un poco de realidad.

Nadie quiere un aborto. Nadie, ninguna mujer lo ve como un juego. Sino que lo que se exige que se legisle de acuerdo a la realidad y a los derechos que todo ser humano debe ejercer con responsabilidad. Tratamos a las mujeres como si fueran irresponsables, cuando lo cierto es que somos formados muchos gracias a su responsabilidad.

Ante nuestros ojos, la mujer no puede estar pensando en ella porque lo cierto es que “está prestando el cuerpo”. Al contrario, tiene que explicar por qué quiere hacer esto o lo otro. Tuvo que esperar años para poder votar, otros tantos para poder entrar en política  y hoy en día recién tiene la oportunidad de no ser encarcelada por tratar de tomar las riendas de su vida. Sin ir más lejos, la ley que se discute en el Congreso sobre la despenalización del aborto en tres causales es ya demasiado conservadora y somete a las mujeres a dar explicaciones por lo que creen necesario, como si el acto de abortar fuera un juego con el que ellas tratan de satisfacer sus ansias de maldad.

Preguntarle a una mujer por qué quiere abortar, creo yo, ya es un insulto. Es de un paternalismo ofensivo que las sitúa como seres que no pueden tener el control de sus destinos. Como personas que, de una u otra manera, van a transgredir nuestra visión de lo que consideramos realidad. Nuestra estructura patriarcal disfrazada de matriarcado. Nuestra soterrada concepción de que no pueden pensar sin que haya una visión masculina detrás. Sin que haya un padre juzgador que mientras sale de juerga con sus amigotes tirándose lo que encuentre en el camino, al mismo tiempo tiene la labor de decidir qué es o no moral en la vida de una mujer. Y qué es lo que va o no acorde con la concepción cristiana que tanto les costó edificar y que tan lejos se encuentra de la verdadera.

Porque es raro ver cómo quienes piden cárcel para niños de 15 años anden preocupados de quien está por nacer y aún no es humano. Es curioso que quienes no son capaces de legislar para realizar una reforma urgente al Sename, se preocupen de la “vida”, cuando lo cierto es que no hacen lo suficiente para que niños de estratos humildes pueden mejorar la suya.

Nadie quiere un aborto. Nadie, ninguna mujer lo ve como un juego. Sino que lo que se exige que se legisle de acuerdo a la realidad y a los derechos que todo ser humano debe ejercer con responsabilidad. Tratamos a las mujeres como si fueran irresponsables, cuando lo cierto es que somos formados muchos gracias a su responsabilidad. Mientras el padre circula por nuestras cabezas casi como un extranjero que en algunas oportunidades-sobre todo cuando ya pasó la adolescencia- trata de hacerse presente, lo cierto es que la madre, la mujer, siempre está ahí. Siempre está presente tratando de hacer de su vida la nuestra. Si eso no es una visión de su responsabilidad, no sé qué otra cosa lo puede ser.

Y es que no nos basta con transformarlas en objetos ante nuestros más pueriles deseos por medio de publicistas que las miran desde nuestras mentalidades masturbatorias, sino que también convertimos sus necesidades en delitos. Sus requerimientos en crímenes a la humanidad mientras jugamos a ser responsables y damos cátedras de moral sin siquiera mirar a nuestro alrededor. Sin entender cuál es realmente el atentado que se le hace constantemente a la vida, tomando decisiones economicistas por sobre las humanas. Por sobre las humanitarias.

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