Por Patricia Politzer/ Periodista y escritora
¿Será stress, será que no analizan lo que votan, será que simplemente no entienden lo que leen…o sus objetivos serán distintos a los de quienes los eligieron?
Lo concreto es que los diputados toman decisiones cada vez más incomprensibles para los demás habitantes del país. Ya es casi un lugar común señalar que nuestros políticos se alejaron de la gente, pero la magnitud de esta lejanía se está volviendo dramática. Pareciera que dejaron de tener la más mínima noción de lo que ocurre con los chilenos.
¿Es posible que la Cámara de Diputados apruebe que los más pobres hipotequen sus viviendas para mejorar sus pensiones vergonzosas? Sin duda ya no es posible seguir haciéndonos los lesos con las jubilaciones miserables que recibe la inmensa mayoría de los trabajadores chilenos (el promedio no alcanza los $200.000). Sin embargo, la solución propuesta –en medio de la rabia acumulada por las desigualdades y abusos que abundan- resulta a lo menos indignante sino amoral. ¿En qué mundo viven los parlamentarios?
Chile tiene un ingreso per cápita de 24 mil dólares y -más allá del apretón económico del momento- es inconcebible que como sociedad no encontremos caminos menos humillantes para ayudar a quienes apenas sobreviven después de aportar al país durante décadas.
La idea cuadra perfectamente con el sistema de convivencia ultra individualista que hemos construido: la medida sólo atañe a los supuestos beneficiados, y seguramente nos explicarán que además dará frutos financieros que ayudarán al crecimiento… Algo parecido a lo que ocurrió con los créditos ideados para los universitarios, ellos quedaron endeudados de por vida, los bancos y las universidades privadas incrementaron sus ganancias, y quizás hasta ayudaron al crecimiento del PIB.
A la mayoría de los diputados que estaba en la sala el viernes 3 de Julio -44 honorables para ser precisa- les pareció una solución sensata que los jubilados hipotequen lo único que tienen -esa vivienda que es el fruto de toda su vida de trabajo, que alguna vez pensaron sería una herencia entrañable para sus hijos- a cambio de unos pocos pesos más a fin de mes.
La idea cuadra perfectamente con el sistema de convivencia ultra individualista que hemos construido: la medida sólo atañe a los supuestos beneficiados, y seguramente nos explicarán que además dará frutos financieros que ayudarán al crecimiento… Algo parecido a lo que ocurrió con los créditos ideados para los universitarios, ellos quedaron endeudados de por vida, los bancos y las universidades privadas incrementaron sus ganancias, y quizás hasta ayudaron al crecimiento del PIB.
Una solución de esta naturaleza, marcada por la impronta financiera en vez de la necesidad social, es propia de quienes inventaron nuestro sistema de AFP y no se inmutan ante sus resultados. No es raro que la iniciativa haya sido patrocinada por cinco diputados de Renovación Nacional, lo que resulta inconcebible es que la legitimaron 13 parlamentarios de la Nueva Mayoría, entre ellos el presidente de la Cámara, el PPD Marco Antonio Núñez.
El diputado independiente, Iván Fuentes, se disculpó ante la opinión pública y calificó como un error su voto a favor en esta iniciativa. Algo similar hizo el PPD Ramón Farías, quien sostuvo que “después de darle varias lecturas al proyecto” no está de acuerdo con su propio voto.
En esa misma dirección, una semana antes en la comisión de Constitución, el diputado DC Aldo Cornejo reconoció que no se dio cuenta lo que estaba votando cuando aprobó que las empresas siguieran donando recursos a los partidos políticos. Irónicamente, la medida se inserta en el proyecto Ley de Fortalecimiento de la Democracia…¡En qué mundo viven! El asombro y la indignación ciudadana aún van en aumento frente a las revelaciones cotidianas de cómo el dinero ha manejado el quehacer político en los últimos años. Es posible que algunos tengan buenas razones para tal propuesta pero nadie, medianamente cuerdo, puede pensar que una decisión de esa naturaleza será aplaudida por la mayoría de los chilenos. ¿No se supone que el parlamento representa a los ciudadanos?
Como guinda de la torta, la locura desatada a través de las redes sociales en torno a un posible desabastecimiento de combustible surgió desde el Congreso. Según consignaron La Tercera y 24Horas, fue la diputada Alejandra Sepúlveda quien, tras una reunión entre choferes y parlamentarios, afirmó: “No podemos permitir que estas empresas poderosas hagan y deshagan con los trabajadores. Por lo mismo, ante lo expuesto, estos sindicatos iniciarán movilizaciones desde las 24 horas de hoy, lo cual significa que no habrá distribución de combustible a lo largo del país”.
Con seguridad, la diputada Sepúlveda no quiso provocar temor ni crear un caos en las bencineras, pero lo cierto es que sus declaraciones son irresponsables y, una vez más, pecan de absoluta falta de sensibilidad con el entorno. ¿O no entendió bien lo que estaba diciendo?
La política es un asunto serio, de ésta depende nuestra convivencia, nuestra libertad, el respeto de nuestros derechos, el desarrollo de nuestra sociedad. Los parlamentarios que no leen lo que votan y/o los que no entienden lo que leen, están dañando profundamente nuestra democracia. También la corroen quienes, entendiendo cabalmente lo que votan, aprueban normas reñidas con el sentir mayoritario de los ciudadanos.
Todo indica que los dirigentes políticos deben salir de su burbuja y bajar a tierra, mezclarse con la gente común y corriente, la que no llega al Congreso, ni a los salones, ni a los seminarios empresariales. Los parlamentarios necesitan escuchar, sentir y recuperar sintonía con las mayorías. O quizás, para recuperar el norte, simplemente requieren un descanso después de las tensiones provocadas por tanta boleta trucha y tanto lobby impropio. Por favor, ¡adelanten las vacaciones…de los parlamentarios! Sus hijos y el país lo agradecerán.
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