Por Octavio González/ Presidente Partido Humanista
Tras el anuncio de la derecha de conformar un nuevo bloque político integrado por RN, UDI, PRI y Evópoli con la clara idea de volver al gobierno y preparar las elecciones municipales de 2016, no hay otra cosa que una nueva configuración de lo que ha sido la denominada Alianza por Chile, tal vez es un buen momento para llamarla ahora Alianza Empresarial. En efecto, Piñera y sus socios, necesitaban salir jugando en paralelo, aunque se trate de más de lo mismo. Por su parte, Fuerza Pública de Velazco se mantiene como outsider, para esa cercanía tan necesaria con la derecha instalada en la Nueva Mayoría como lo es la DC. Entonces y en definitiva se ha replanteado el elenco para el mismo y repetido docureality, pero con los mismos actores.
Sin un proyecto país, sin líderes partidarios, con una representación parlamentaria absolutamente cuestionada en su legitimidad, han construido una aparente nueva oposición de derecha imperfecta, pues sin base política, sin bases morales suficientes y menos aún propuestas nuevas, que constituirse como una oposición aporte a los necesarios cambios que el país reclama.
Si se pretendiera insistir en que se trata de algo nuevo, solo podríamos apenas mencionar al PRI, del que solo conocemos los millonarios aportes reservados que recibieron en estrecha comunión con RN y la UDI, aportes que se transfieren de allá para acá y de acá para allá. Si hablamos de Evópoli, en definitiva se trata de Felipe Kast, ex ministro de Piñera y con la campaña a diputado más cara de las últimas elecciones parlamentarias, con más de $250 millones de apoyo empresarial. Así que, como ya es costumbre en nuestro país se trata de inversiones, sin duda muy insuficientes para hablar de proyecto político.
Por otra parte, la UDI, solo puede seguir existiendo porque en Chile la vista gorda es un ejercicio regular. Ellos pasaron los límites de la inmoralidad no solo política sino también financiera, lo que terminó con la formalización de sus representantes más emblemáticos.
De RN, que representa a la derecha más ortodoxa, hace ya largo tiempo que viene siendo prisionera de un pragmatismo exacerbado, de tal manera que su dirección se parece a un papel llevado por las brisas cambiantes de cada gobierno de turno. Está por verse si este nuevo débil viento reorganizativo de la derecha dura; lo sumergirá en sus turbias aguas o podrán encontrar su rumbo, cosa difícil por lo que se ve. Así las cosas, la nueva oferta ya no se puede ver peor. De aprendizaje histórico, en cuanto los últimos 25 años, no hay nada.
Lo único de interés, es la no participación de Amplitud, que sin duda, es lo más rebelde que encontramos en la centro derecha, hay una cierta consecuencia en Lily Pérez que genera cierto desahogo, por su instinto liberal en cuanto una posición más audaz, sobre todo atendiendo al entorno que la rodea. Así con ellos hay diferencias radicales, pero en especial, se le debe reconocer una mirada país más humana, en medio de tanta lejanía.
En definitiva el paisaje futuro, con una derecha como la descrita y una Nueva Mayoría inmersa en una confusión nunca antes vista en los gobiernos post dictadura, se ve muy permeado a que la posibilidad de cambio raye en lo imposible.
Paradojalmente la única salida hacia adelante, hacia un futuro mejor aspectado, es negada tanto por la derecha como por la Nueva Mayoría. Esa salida que es la Asamblea Constituyente, es la única manera que estos modelos políticos ya deteriorados y corrompidos en medio de su ilegitimidad, puedan ser transformados en su raíz para que el ordenamiento político se abra hacia una nueva concepción cuyo norte sea una democracia real.
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