La consigna de Manuel Rodríguez, luego del desastre de Cancha Rayada, es una exageración como símil de las actuales circunstancias. Aunque no deja de tener su exacto sentido para prácticamente la mitad de los chilenos.
El patriota buscó infundir esperanzas en un tiempo incierto y de derrota. Hoy se inicia en Chile el primer día de un nuevo ciclo político y social que marca el fin del tiempo histórico post- dictadura. Los trabajadores y trabajadoras, los dirigentes sindicales tienen el derecho y el deber de prepararse para un nuevo escenario, que es probable se prolongue en el tiempo.
Este nuevo ciclo político y social está preñado de amenazas, reales o imaginarias. No es menor para los dirigentes sindicales autónomos de D&S-WALMART que entre las cincuenta personas de mayor confianza del Presidente electo, invitados a su casa la noche del 17, se encontrara Nicolás Ibáñez. Tampoco es un secreto la opinión de la derecha política, los empresarios y del propio Piñera sobre los Sindicatos, la Negociación Colectiva o la eventualidad de Reformas Laborales.
En nuestro régimen político, la iniciativa de las leyes que impliquen costo, la lleva el Ejecutivo. Entonces, las esperanzas de una mayor simetría en las relaciones laborales deberán esperar años o una sorpresa inimaginada.
QUÉ HACER
La vieja pregunta está de nuevo a la orden del día. Se puede esperar llorando y buscando culpables. Culpables los hay, qué duda cabe. Pero no hay tiempo en el campo social para hacerles la pega a las orgánicas políticas. Las dirigentas y dirigentes sindicales deben ordenar sus casas, establecer nuevos y mayores lazos unitarios y pararse en la nueva realidad con firmeza y flexibilidad.
El escenario que se abre tiene amenazas. Establezcámoslo con claridad. Esas amenazas son reales. Pero tampoco otorguemos importancia excesiva a este cambio en la larga marcha por mayor felicidad para todos los seres humanos. Deberemos continuar luchando por reformas en la legislación laboral. Este debate mantendrá actualidad y obligará a pronunciarse a las autoridades y al poder legislativo. El peligro mayor para los Sindicatos y los derechos de los trabajadores se producirá en la vida cotidiana de la gente. En la posibilidad de la alteración del clima sociocultural vigente hasta esta elección presidencial. En el comportamiento de muchos patrones y ejecutivos entusiastas que creerán que les llegó la hora de ordenar empresas y procesos de producción.
En toda crisis hay oportunidades. El combate contra la inequidad debe mantenerse en alto y transformarse en una gigantesca bandera ética. Este discurso también debe permearse en las fuerzas victoriosas. Jamás olvidemos que parte importante de nuestro pueblo respalda en la práctica al nuevo gobierno, pero recordemos que no hay unidad programática en esa votación. No hay nuevo paradigma compartido porque, para muchos, la razón de su voto es el rechazo. Entonces, cuidado, no hay una mayoría disponible para aplastar a los Sindicatos y a los trabajadores. Quién piense lo contrario se equivoca.
AUTODEFENSA SOCIAL; FIRMEZA Y FLEXIBILIDAD
Debe quedar claro a todos los actores sociales y políticos que los trabajadores no retrocederán. Lo alcanzado como conquistas sociales será defendido. Los contratos colectivos, los derechos individuales, las relaciones laborales logradas en cada Empresa, constituyen en sus aspectos positivos objetivos a proteger, con firmeza.
Requeriremos flexibilidad para atender nuevas propuestas que surjan de la autoridad y las fuerzas políticas que le respaldan. No tiene sentido la negación inmediata. Concedamos el beneficio de la duda. Escuchemos qué se nos quiere decir para luego resolver ponderando informadamente. Tengamos presente más que nunca los requerimientos de un diseño estratégico. Las maniobras deben ser gobernadas por la estrategia.
Por si acaso, estamos listos para ser parte de los que creen que aún tenemos patria.
Carlos Cano
Denos su opinión