Por Carlos Cano B
Director Ejecutivo
Centro de Estudios del Trabajo-CETRA
No tengo nada en contra de los democracristianos. Mis padres, que ya no están, se reconocieron en esas filas, además de un par de los muchos hermanos que tengo. La familia no se elige. Pero a lo nuestro. El Banco del Estado, Codelco hasta hace poco, Efe, Enap, parecen haber sido asignaciones patrimoniales de la DC. En el caso de la negociación colectiva de BancoEstado el contubernio es completo, todos son DC; el presidente del directorio de la institución bancaria, la Gerente General, el presidente del sindicato desde hace cuatro meses (el anterior asumió un alto cargo), el asesor laboral de la empresa, el asesor del sindicato.
Sería un desatino suponer que pertenecer a la DC hace proclive a malos hábitos. Los últimos meses nos han mostrado que tal conducta es transversal a todo el arco político. Sin embargo, la negociación colectiva del Banco del Estado no se ve bien. Parece un acuerdo entre amigos en que cada cual cuidó sus propios asuntos, los propios y los de sus representados. Sólo perdió el dueño del banco del estado (los chilenos y chilenas), y hasta la fecha el Presidente del directorio del mismo sería el único en pagar algún costo.
No estamos hablando de legalidad de los actos, hablamos de la delgada línea que divide las acciones entre razonables o no, entre éticas y estéticas y las que no lo son en un contexto de país que cada vez confía menos en sus instituciones y dirigentes, por este tipo de actos.
Es entonces un simplismo barato defender el derecho de los trabajadores a cobrar un bono jugoso en cualquier circunstancia. También lo es el discurso patronal que busca homologar determinados aspectos de la reforma laboral con la existencia de un sindicato poderoso y menos pretender asimilar el proceso vivido en el Banco Estado a una negociación en el sector privado
Ambos discursos son equivocados. En este caso nos encontramos ante una tremenda cuestión de irresponsabilidad. Nadie cumplió con sus deberes porque se actuó con impunidad, protegidos, “entre camaradas”. Repartieron alegremente platas que no eran propias y en un contexto donde las señales resultantes solo favorecieron a aquellos que se oponen a generar mayor simetría en el mundo del trabajo.
Digámoslo claro. No hubo negociación en el sentido pleno del término.
¿Por qué las partes involucradas no midieron sus decisiones, comprendiendo el momento económico y político que vive el país? ¿Por qué no se abarató el costo del bono de término pagándolo por antigüedad? ¿Por qué la dirección del banco no ejecutó un acto de fuerza si el sindicato no comprendía su posición? ¿Por qué una huelga del Bancoestado sería más terrible que movilizaciones en áreas relevantes y sensibles como Aduanas, Hospitales, Transantiago o Registro Civil?
Puede parecer raro que yo haga estas preguntas, siendo conocido a que nos dedicamos y el empeño que ponemos en nuestros objetivos, pero lo ocurrido es indignante, tanto como los bonos que se reparten por décadas en Codelco y su nula relación con el Chile real.
CETRA participa de negociaciones en Impuestos Internos, Servicios de Salud y Televisión Nacional. En los tres casos por muchos años. Intervenimos también en cientos de negociaciones del sector privado en grandes empresas. Entonces nos parece un desatino decir que la negociación colectiva del banco del estado opera como en cualquier banco privado, como sería igual de desatino decir que negociar en TVN (que ha vivido tiempos mejores), es lo mismo que negociar en un canal privado. Es incorrecta la afirmación que cuestionamos porque los ejecutivos no le responden directamente a los dueños, a lo más a otros funcionarios. Entonces esta última negociación fue una simulación de negociación que se basó en amenazas que no se enfrentaron por ineptitud, simpatía o complicidad. Lo raro de nuestra posición consiste en que siempre entendemos que debe negociarse con responsabilidad social. En nuestra visión estratégica se busca la mejor negociación posible de acuerdo a un análisis de tres anillos. El primero es la unidad económica en que se actúa, la segunda es la competencia o empresas y servicios homologables. La tercera es el país y el sentido social que es obligatorio para las organizaciones sindicales situadas en un espacio-tiempo político preciso.
Podríamos continuar pero preferimos concentrarnos en nuestro asunto; el banco del estado y contar un antecedente que no se ha hecho tan público. ¿Qué razón habrá tenido el sindicato para asesorarse con la oficina de Felipe Sáez. Este abogado, ex funcionario público de los ministerios de Hacienda y Trabajo de la Concertación y actual asesor de empresas y de la Sofofa (contraria a la Reforma Laboral como él), tiene un jugoso emprendimiento personal. Es desde hace una docena de años Secretario abogado del Cuerpo de Árbitros Laborales. Leamos lo que dijo una nota a las Comisiones del Trabajo de la Cámara de Diputados y del Senado del Sindicato de Profesionales y Técnicos de Aguas Andinas en 2010.
“Otra situación sorprendente que hemos vivido durante el Arbitraje es que el Abogado Felipe Sáez, Secretario del Cuerpo Arbitral designado por el ex Ministro del Trabajo Ricardo Solari hace siete años, se ofreció como secretario del Tribunal unipersonal, percibiendo honorarios del Árbitro y más aún sugiriendo los montos que el Árbitro debía cobrar”.
Como se ve Don Felipe sabe situarse, junto a sus distintas asesorías conserva la administración de los 16 ancianos jueces del Cuerpo Arbitral que quedan vivos del grupo original que instaló la dictadura y que hasta hoy permanece sin cambios. No sólo es el secretario del cuerpo arbitral sino que actúa como asesor de los árbitros cobrando grandes sumas sin que sindicato alguno haya ganado un arbitraje. Con envidia nos preguntamos cuanto le habrá cobrado al sindicato en esta negociación que no requirió gran esfuerzo, porque no se pelea con los amigos. ¿O acaso el banco del estado pago también sus honorarios?
Sobre los demás actores principales de la obra, no insistiremos en los aspectos particulares de sus estrechos lazos conocidos. Que se nos entienda, no estamos en contra de que trabajadores cobren bonos millonarios pero la naturaleza, los medios y los actores intervinientes no hacen de esta situación una negociación en forma, como la que cientos de sindicatos deben enfrentar a diario y finalmente sólo indigna que algunos tomen más leche de la misma vaca, sin tener méritos mayores y disfrutando de superiores remuneraciones y beneficios permanentes, en condiciones de mayor estabilidad.
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