El difícil recorrido del Presupuesto 2017: la madre de las batallas para Valdés

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Nueve láminas. Las primeras cinco con el deterioro progresivo de las finanzas públicas en los últimos seis años y su complejo estado actual. Sólo la sexta página, en un tono más alentador, de la mano de dos gráficos que muestran cómo la inversión pública viene subiendo desde 2013. Incluso, proyectándola en un 4,2% del PIB este año. Datos actualizados, la mayoría pesimistas. La presentación que el lunes pasado hizo el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, al oficialismo en el tradicional almuerzo parlamentario en la cartera rayó la cancha sobre lo que se puede esperar del Presupuesto 2017. Así y todo, el jefe económico igual escuchó sobre demandas sociales y compromisos programáticos, sobre legitimidad y clamor ciudadano, sobre elecciones y, por supuesto, sobre el invitado de piedra del año: el sistema de pensiones.

Mañana, sin embargo, es probable que el ministro intente un aterrizaje similar, acotado, pero también más enfático. A petición parlamentaria, este lunes ya no sólo recibirá a los ocho diputados y tres senadores oficialistas de las comisiones de Hacienda de ambas cámaras. También se invitó a los ocho jefes de bancada de la Nueva Mayoría responsables de ordenar -o no- sus filas.

La carrera por el Presupuesto 2017 entró en su cuenta regresiva a menos de un mes del envío al Congreso, y para Valdés se trata de la recta final de la madre de todas sus batallas: lograr apoyo a un proyecto fiscal estrecho, en el que, una vez más, la dirección de la buena economía colisiona con la supremacía de la política partidista. Con el cuadro fiscal más complejo en casi una década, con más de US$ 7.700 millones de déficit efectivo (3,2% del PIB) y con las clasificadoras de riesgo siguiendo las coordenadas del nuevo erario para subir o bajar la nota-país, el ministro se ha dispuesto a comenzar inexorablemente la convergencia hacia el balance estructural en el nuevo erario público, incluso a costa de la política.

Si es o no su última batalla está en duda, pero no si es la más importante y si está decidido a darla. “Estoy invertido en una regla fiscal y no me puedo mover de eso”, dijo el jefe de Hacienda el lunes pasado a los parlamentarios mientras almorzaban, relata uno de los asistentes.

“‘Invertido’ es un término que los economistas usan cuando quieren graficar cuánto capital, cuánto patrimonio han comprometido en un proyecto o en un objetivo”, comenta un colaborador de la cartera, reflejando el convencimiento de Valdés de cumplir sí o sí con la convergencia que él mismo se trazó.

Para quienes saben de cuentas fiscales, lo que plantea el ministro -recortar en 0,25 punto el déficit estructural desde 2017- significa limitar en unos US$ 600 millones el espacio de aumento de gasto público para el año próximo. Un cerco que puede hacer chocar la pretensión del gobierno y sus partidos por aprovechar el último erario que administrarán íntegramente para cumplir lo empeñado en el programa con que la Presidenta Bachelet ganó el poder.

Ese anhelo no es novedad. Por eso, la convocatoria para mañana. Se prevé que la reunión en el comedor ministerial de Teatinos 120 será larga y tensa. Tradicionalmente citada a las 14 horas, se adelantó en 60 minutos. La salida habitual, en torno a las 16 horas, también iría más allá.

La vuelta al balance estructural, vía recortes anuales de 0,25 punto, a partir del actual déficit estructural estimado de 1,4% del PIB, para llegar a un saldo negativo de 0,5% del PIB en 2019, fue comprometida por Valdés a poco andar en el cargo (mayo de 2015). Partidarios y críticos coinciden en que es una carta que no cederá.

“En el hecho político y el hecho económico el cuadro es difícil para el ministro de Hacienda. Lo contrario es desconocer el momento en que estamos. Y entonces qué hacer. Soy un senador de la Nueva Mayoría, entiendo las demandas sociales y también las consideraciones políticas. Sé que está el tema electoral, pero también sé que hay restricciones, que las agencias clasificadoras nos siguen de cerca, que el ministro ha hecho un esfuerzo enorme para mantener el riesgo-país chileno y que eso tiene ventajas relevantes. No hay posibilidad alguna de que hipoteque eso”, afirma el presidente del Senado, Ricardo Lagos Weber.

Cuestión de sello, añade un economista que conoce a Valdés desde la universidad y que destaca la nitidez con que el titular de Hacienda ha transparentado su opinión crítica sobre compromisos programáticos que, si bien el grueso de la Nueva Mayoría defiende a ultranza, contradicen el buen manejo de la economía y también de las expectativas.

Sello que algo se deslizó en la ley corta que en enero pasado modificó aspectos de la reforma tributaria, pero que no tuvo eco ni reflejo en la reforma laboral y menos en la educacional, con una gratuidad total que en régimen demandará más de US$ 4.400 millones, los que ni siquiera están asegurados. Valdés perdió ambas contiendas a expensas de una parte del gabinete que no lo apoyó -liderado por la ministra del Trabajo, la DC Ximena Rincón, y secundada en alguna medida por los titulares de Educación, la PPD Adriana Delpiano, y de Desarrollo Social, el PC Marcos Barraza.

Pero le ha sido difícil también encontrar simpatizantes en La Moneda. Lo tuvo con el DC Jorge Burgos en el año en que éste fue ministro del Interior; sin embargo, todavía no logra sintonía fina -tampoco gruesa- con el actual jefe de gabinete, el DC Mario Fernández, y pese a primeras impresiones y a la cercanía en el pasado, algo similar pasa con el titular de la Segpres, el también economista PPD Nicolás Eyzaguirre.

Lagos Weber, ex vocero del primer gobierno bacheletista, reconoce que el cuadro político que enmarca el diseño del Presupuesto 2017 es mucho más complejo que en otras ocasiones y no sólo por una pobreza fiscal. También, porque el ministro Valdés no siempre ha tenido suficiente apoyo en un sector del gabinete, al menos inicialmente, y porque es evidente que en la Nueva Mayoría hay reparos a varios de sus dichos.

Lo de Valdés no se trata de tozudez ni falta de sintonía con la política y menos con la ciudadanía. Tampoco de la épica de los jefes de Hacienda de mantener la mano firme ante las demandas, plantea el senador DC Andrés Zaldívar, presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara Alta. En su opinión, se trata de saber que se tiene la responsabilidad de administrar economía y expectativas, de responder a los compromisos del Estado chileno con sus ciudadanos, pero también con la comunidad financiera internacional.

“Chile debe terminar con ocho años seguidos sin cumplir una regla fiscal de balance estructural que el país se autoimpuso, que ha sustentado nuestra credibilidad en el exterior y que ha cimentado el respaldo del mercado financiero internacional. El ministro Valdés está comprometido con eso y entiendo que la Presidenta lo ha respaldado en esa decisión. Debemos atender a ese respaldo”, subraya el también ex ministro del Interior falangista.

Respaldo que en la oposición comprometen si el planteamiento fiscal para 2017 es “claramente responsable y acotado al cumplimiento de la convergencia al balance estructural, y no se insiste en usar el gasto público para hacer campaña”, dice el ex ministro de la Segpres, del gobierno de Sebastián Piñera y uno de los economistas clave de la UDI, Cristián Larroulet. Sentencia que para Valdés el riesgo está en sus filas. “La oposición siempre ha apoyado a los ministros de Hacienda cuando se trata de conducir con responsabilidad y no con populismo la economía y las finanzas públicas. Somos capaces de ver cuán necesario es alinear los criterios. El problema no está en nuestro sector”, dice (ver entrevista en pág. 6).

Ni la carrera por la próxima elección presidencial casi más reñida que la de 2010. Ni la baja histórica en la adhesión ciudadana a la figura de Bachelet. Menos los malos resultados de las encuestas. “Viene una presión muy fuerte para el ministro; siempre la demanda es más fuerte que la oferta en la definición presupuestaria y se hace más complejo en estrechez. Además, con el país en proceso de elecciones otro ingrediente complica las cosas. Los partidos piden cosas justas al ministro, no hay que creer que no es así, pero en esta coyuntura lo que nos toca es apoyarlo”, sentencia Zaldívar.

Además, los nuevos datos que los comités especializados promediaron para las variables estructurales en el diseño presupuestario -precio de referencia del cobre (US$ 2,56 la libra) y crecimiento potencial (3%)- han reforzado la decisión de Valdés.

“Los nuevos parámetros realmente hacen difícil este tema, pero también hay señales claras y no nos confundamos: las cosas en las que estamos avanzando no pueden frenarse, lo que está comprometido no podemos no cumplirlo. Pero tampoco podemos permitir que el riesgo país de Chile empeore, que nuestras posibilidades de emitir deuda se encarezcan, que se pierda credibilidad en el gobierno y en la Presidenta”, señala Lagos Weber.

En Hacienda insisten en que Valdés aún no entrega datos concretos de cuánto puede crecer el gasto público en 2017. En el gabinete económico saben que poner un número públicamente, a menos de un mes de ingresar el proyecto de Ley de Presupuestos en el Congreso, sólo complicará más las cosas. La frágil estabilidad de la Nueva Mayoría hace inviable buscar preconsensos con números a viva voz.

Zaldívar, sin embargo, ha sacado sus cálculos y estima en casi 3% el espacio para más gasto público. El senador fue ministro de Hacienda durante el gobierno de Frei Montalva.

El presidente de la Cámara Alta aclara que nunca le ha escuchado al ministro una cifra de gasto público para el año próximo, pero que sí tiene claro que en el mercado financiero local e internacional está internalizado que “responsablemente está en torno al 3%”.

Con una base fiscal 2016 de US$ 56.000 millones, tras el ajuste de US$ 540 millones dispuesto en marzo último y un efecto cambiario poco favorable, un alza de 3% del gasto sobre el erario vigente hablaría de un presupuesto algo mayor a US$ 57.700 millones. Del orden de un 68% de esas platas es lo que el Estado necesita para cumplir las leyes sociales comprometidas por este gobierno y los anteriores. Leyes que, además, implican gasto corriente para que el aparato público las cumpla.

“El ministro sabrá proponer lo mejor en el Presupuesto 2017 para cumplir con lo que debemos cumplir. Es la señal que he recibido, la que nos ha transmitido y entiendo que así lo ha encomendado la Presidenta. Espero que en la Nueva Mayoría todos entendamos lo mismo”, concluye Lagos Weber.

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