Posiblemente haya una parte de verdad en las críticas y en el gobierno no hayamos tenido toda la disposición a escuchar, relacionarnos, conversar”, reflexiona el ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, al enfrentar los cuestionamientos por su desempeño en el gabinete.
El titular de la Segpres -en todo caso- sostiene que el oficialismo ha errado su diagnóstico al presionar por un cambio de ministros como una manera de solucionar la baja popularidad del gobierno. Y cuenta un chiste para ejemplificar su conclusión: -‘¿Qué te ocurrió, Paco?’. ‘Es que se me perdió la llave del auto’. ‘¿Y se te cayó aquí?’. ‘No, se me cayó una cuadra más atrás’. ‘¿Y por qué la buscas acá?’. ‘Porque aquí hay luz’.
Esta semana hubo un nuevo traspié con la votación de la elección directa de intendentes. ¿Le está resultando complicado alinear al oficialismo en los proyectos enviados por el Ejecutivo?
En general, está costando mucho alinear al Parlamento, tanto al oficialismo como a la oposición, en circunstancias que hay muchos proyectos que debieran ser urgentes de modo transversal, que no tienen ninguna connotación ideológica. Hay mucha desconfianza, mucha incertidumbre electoral que lleva a que los parlamentarios busquen su posición más particularista y cuesta mucho, por tanto, lograr que transversalmente lleguemos a ciertos acuerdos.
¿Cuánto más se dificulta con sólo un respaldo de 15% en la ciudadanía?
Estamos viviendo un momento en que la clase política tiene que darse cuenta de que o es capaz de generar consenso y avanzar en temas que le importan a la gente o la gente les va a terminar dando vuelta la espalda a todos. En la agenda de probidad la clase política ha reaccionado bien, pero en los temas de orden socioeconómico y valóricos, donde hay legítimas diferencias, como que cada uno se tiende a cerrar más en su posición particular y cuesta mucho aunar criterios.
¿Y no es factor el escaso apoyo del gobierno?
El factor común es la baja aprobación en el gobierno, en el Parlamento. Hay una asociación muy líquida, entonces frente a la liquidez es que posibles competidores también entran en la carrera presidencial. Frente a esa incertidumbre, la tendencia humana es a afirmarse en su postura individual más que buscar acuerdos más colectivos. Si no se mueve el otro no me muevo yo, y ahí se produce una especie de problema de coordinación.
Cuando se plantearon las reformas, este gobierno tenía un sólido respaldo, pero ahora esa situación se revirtió. Hay quienes han insistido en que las reformas deben replantearse. ¿Es ese un tema de discusión en el Ejecutivo?
Esa es una lectura interesada. Estoy convencido de que el problema actual de la debilidad del apoyo al gobierno, que no es privativo del gobierno, se debe a que un conjunto de hechos, como Penta, SQM, Caval, los casos de colusión, de las AFP, de la pedofilia en la Iglesia, que gatillaron un proceso de divorcio de las elites con la ciudadanía, que venía ocurriendo, pero que se profundizó con estos hechos. Pudo haber habido errores, lo he dicho también, en la forma en que se han diseñado y tramitado las reformas. Esto no es una forma de decir que las reformas han sido perfectas. Lo que estoy tratando de decir es que no creo que la baja aprobación del gobierno se pueda leer en clave reformas. Los que están en contra de las reformas tratan de establecer que la baja aprobación del gobierno es por eso. Entonces, la pregunta obvia es: ¿La baja aprobación de la Iglesia, de la oposición, de la Cámara de Diputados, del Senado, tiene que ver con las reformas? Cuando el fenómeno los afecta a todos es evidente que tiene otra explicación y no la de las reformas, que sólo sirve para explicar la baja en la aprobación del gobierno.
En la Nueva Mayoría existe un diagnóstico severo sobre el desempeño de los ministros del gabinete. ¿Hay conciencia entre los ministros de esa percepción?
Esto se llama chivo expiatorio. Cuando las cosas andan mal, la gente tiende muchas veces a tratar de encontrar explicaciones fáciles, pero a veces superficiales, que no tienen que ver con la raíz del problema. Cuando hay un problema de baja aprobación del gobierno es porque el gobierno gestiona mal. ¿Y quién gestiona? Los ministros. Entonces, hay que cambiar a los ministros. Alguien decía que eso sería equivalente a decir que para mejorar la imagen de los diputados es cambiar la mesa de la Cámara de Diputados. O para mejorar los senadores, hay que cambiar la mesa. Ese no es el problema. El problema tiene que ver cómo se relacionan los diputados y senadores con la ciudadanía, tiene que ver con el sistema político. En el caso del gobierno, es una explicación fácil, pero yo creo que incorrecta. Para no repetirle el lugar común, de que esto es una definición de la Presidenta, cosa que también es cierta, creo que allanarse a explicaciones falaces lleva a soluciones inútiles.
¿Cómo se batalla día a día con esa presión?
Hay un chiste de gallegos que ilustra muy bien esta situación. Hay una persona buscando afanosamente algo debajo de un farol. Pasa un amigo y le dice: ‘¿Qué te ocurrió, Paco?’. ‘Es que se me perdió la llave del auto’. ‘¿Y se te cayó aquí?’. ‘No, se me cayó una cuadra más atrás’. ‘¿Bueno, y por qué la buscas acá?’. ‘Porque aquí hay luz’. ¿Me entiende? Esa es una explicación falaz, porque esa no es la causa del problema.
¿Cuál es su propia evaluación de la relación Parlamento-gobierno?
Posiblemente, haya una parte de verdad en las críticas y en el gobierno no hayamos tenido toda la disposición a escuchar, relacionarnos, conversar. Y eso también es parte del problema de una agenda tan recargada. No quiero decir que no haya alguna base real en esa crítica. Ahora bien, pienso que esta es una situación de liquidez en la política. Por liquidez me refiero a que nadie está muy seguro si no le va a salir gente al baile y de si van a poder continuar o no van a poder continuar. Y la incertidumbre que eso acarrea lleva a veces a un excesivo activismo de los propios parlamentarios, en el sentido, alguien decía, con gracia, agarran hasta los fierros calientes. Y digo todos, porque necesitan, en esta situación de liquidez, perfilarse ante la ciudadanía. Entonces, al mismo tiempo que nos piden que concentremos la agenda, están todos los santos días pidiendo nuevos temas. Entonces, las dos cosas al mismo tiempo no se compatibilizan. Pienso que parte del malestar se debe a que no encuentran eco a su necesidad de estar poniendo nuevos temas en la agenda. Necesidad que creo emana de la incertidumbre que perciben por la liquidez de la situación.
¿Qué efecto percibe en sus pares ministros ante el clima de incertidumbre instalado respecto de su permanencia?
Fui seis años ministro de Hacienda del Presidente Lagos, por tanto, puedo comparar la dificultad de gestionar hoy día versus las dificultades que había en ese entonces. Y son muchísimo mayores hoy día. Los ministros y ministras se enfrentan a esta situación de dificultad y de gran liquidez. Usted puede tener un día alguien que lo apoye y al día siguiente cambia de opinión. Se hace muy cuesta arriba a ratos, pero en política, como en la vida, cuando usted enfrenta dificultades, si se sienta a llorar, las dificultades no se van a solucionar, tiene que tratar de seguir. No tiene otra alternativa.
¿Cree que esa situación cambie?
Esto llegó para quedarse. Este problema lo va a seguir enfrentando el próximo gobierno también. Reconquistar las confianzas de la ciudadanía con la elite va a ser un proceso largo, independientemente que los programas sean más hacia el centro, más hacia la izquierda, más hacia la derecha.
¿No ayuda en la solución con el oficialismo un cambio de gabinete como éste demanda?
Por eso le conté el cuento del señor que buscaba la llave bajo el farol cuando la había perdido. Ese no es el problema.
Ha habido evidentes descoordinaciones en el gabinete: en el tema de las AFP, Punta Peuco. ¿A qué atribuye eso?
La invito a que mire gobiernos pasados y vea eventuales contradicciones entre ministros. Eso siempre ocurre. Yo tuve peleas grandes con otros ministros cuando era ministro de Hacienda, pero el perfil que esa discrepancia toma ahora, versus las que tomaban en el pasado, son completamente distintas. Y eso se debe justamente a que como, alguien decía, estamos en una esfera de vidrio y desnudos. O sea, es tal la exposición y la crisis de confianza que el más mínimo desacuerdo se irradia, inmediatamente.
Hace unos meses usted realizó un duro mea culpa respecto del rumbo del gobierno, ahora parece más autocomplaciente cuando las circunstancias objetivas son peores…
Fui muy rudo en términos del diagnóstico de los errores que nosotros podíamos haber cometido en las reformas, pero desde ese momento, he postulado que el problema de la baja popularidad del gobierno no se puede leer en clave reformas. Independientemente de eso, no puedo ser tan autocomplaciente como para decir que las reformas se han hecho de modo perfecto, y sigo pensando lo mismo. Pero lo que no quiero es que se lea que de mi análisis crítico respecto de cómo pudimos haber hecho las reformas que esto sería distinto desde el punto de vista de la aprobación ciudadana de la Presidenta si las reformas se hubieran hecho distintas, porque eso es, una vez más, leer el problema de la popularidad de este gobierno en clave reformas, lo que yo creo que es inapropiado. Estoy seguro de que si Sebastián Piñera hubiera sido el Presidente durante este período en que el precio del cobre cae de cuatro dólares a dos dólares, en que se producen los escándalos de relación de dinero con política y la gente comienza a no creer nada, aunque el contenido de ese gobierno hubiese sido muy distinto a este, el problema de popularidad hubiera sido el mismo.
¿Qué le pasa cuando personeros como José Miguel Insulza interpelan a los ministros a dar un paso al costado para posibilitar una rectificación en el gobierno?
Pienso lo mismo que le dije hace un rato, no he sido complaciente, he dicho que he cometido errores, he dicho que eventualmente tenemos problemas de gestión en este gabinete. Lo que no creo que sea cierto es que los problemas de popularidad de este gobierno tengan que ver ni con las reformas, ni con la gestión, ni con el gabinete.
¿Se genera un inmovilismo en el gabinete cuando los ministros permanentemente están expuestos a una crítica tan severa?
Claro que eso no ayuda a mejorar la gestión del gobierno. Cuando la propia coalición está tratando de levantar esto, que es un chivo expiatorio, todos los ministros se deben sentir cuestionados. Y eso debe tener algún efecto psicológico sobre su desempeño. Ahora, nosotros podemos decir 500 veces que ese no es el problema del momento, pero los otros lo van a seguir diciendo, y eso no le ayuda a nadie.
Dada su cercanía con la Presidenta: ¿La Mandataria ha enviado alguna señal de eventual reestructuración en el gabinete?
No hablo por ella, lo que pensará respecto a su equipo, del cual también soy parte, lo sabrá ella. No me cabe duda que es posible que en determinadas áreas se requiera cambio de personas. No niego que la gestión podría haber sido mejor, pero no nos ayuda concentrar la explicación en un cambio de gabinete, porque esa no es, en mi visión, la explicación del problema. En todo caso, los ministros están en permanente evaluación, y yo he trabajado en dos gobiernos, los presidentes no dicen nada hasta que dicen.
Usted fue un reconocido laguista. ¿Lo sigue siendo?
Me asilo en la Quinta Enmienda. Soy ministro de este gobierno y, por tanto, mostrar cualquier inclinación hacia uno, una, otro u otra de los potenciales candidatos presidenciales es un conflicto de intereses. Cuando represento al gobierno, no puedo poner la opinión del gobierno en beneficio de uno o de otro, o de una o de otra.
Más allá de que exprese o no su simpatía por una eventual candidatura tiene una opinión sobre su decisión de manifestar que está disponible para enfrentar una carrera presidencial…
Más allá del Presidente Lagos, en el último tiempo hemos tenido el surgimiento de variadas candidaturas. La explicitación de la disponibilidad obedece a que el escenario está muy líquido y, por tanto, hay muchas posibilidades de que se levanten nuevas candidaturas; si usted demora mucho en expresar su disponibilidad, se le van a adelantar otros. Por eso es que precipitó a esto. Es el resultado de la liquidez, no como otros han tratado de insinuar del ‘pato cojo’ y todas estas cosas.
¿Lo han sorprendido las acusaciones tan duras que ha tenido que enfrentar el Presidente Lagos? Usted fue su ministro de Hacienda y, tomará nota, me imagino, que parte importante de esas críticas es que fue una suerte de presidente de los empresarios.
Creo que esa es una crítica muy injusta. Usted no puede evaluar la historia desde el tiempo presente. Las circunstancias eran muy distintas y, por tanto, lo que se hizo en ese momento era lo apropiado para ese momento. Me parece que no es correcto enjuiciar ese momento a la luz de las realidades de hoy día.
¿Usted es de los que creen que si la elección fuera este domingo, como lo dijo Osvaldo Andrade, gana la derecha?
No soy experto en encuestas y no lo sé. De verdad. Pero lo que me queda claro es que si la elección fuera este domingo, gane quien gane, va a tener un problema de gobernabilidad muy elevado si es que la clase política no se dispone a cambiar la forma en que se relaciona con la ciudadanía.
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