Teletón: ¿cuántos pecados se cometen en tu nombre?

Terminada la Teletón, con la meta cumplida como corresponde, se cierra también un debate políticamente incorrecto sobre la validez ética, económica, social y política, del gran show solidario que encabeza Don Francisco. Se reabrirá de nuevo poco antes de la próxima velada televisiva de 27 horas.

Intentemos ordenar las posiciones que giran en torno a la Teletón y establezcamos lo que perturba a los dirigentes sindicales y trabajadores con quienes nos relacionamos cotidianamente.

El primer concepto que está instalado en el inconsciente colectivo es la validación de la obra, Nadie discute que los centros de rehabilitación existen y que han beneficiado a miles de personas. Siempre hay testimonios cercanos que así lo prueban.

Una segunda afirmación con asidero en la realidad es que la jornada permite sacar lo mejor de nosotros expresado en valores como la conmiseración, la solidaridad, la empatía con el otro, la integración de los grupos familiares para dar juntos y en fin, recordar al menos en esas horas, que existen otros seres humanos distintos a los «normales» que tienen por ello oportunidades diferentes en el desarrollo de sus vidas. Si no existiera la Teletón habría que crearla o instalar algo similar que permitiera canalizar la energía contenida que desata esta acción. Al menos hasta 2010 el aporte de las personas superó al de las empresas. Aunque nos preguntamos como clasificar la donación de $1500 millones de pesos que efectuó la viuda de Luksic, considerando que también lo hicieron las empresas más destacadas del Holding.

La tercera consideración es que la Teletón es necesaria. Esto, aunque se comparta que debería ser el Estado quién asuma las responsabilidades de tratamiento y rehabilitación de estos enfermos. La mayoría considera, por comparación con otras áreas sociales críticas, que es mejor la existencia de la Teletón a una espera legislativa que incluso pudiera arrojar resultados defectuosos. Hay sensación de urgencia e inseguridad en lo que pueda ser una política pública en este terreno. Así se expresa la disyuntiva ideológica entre lo público y lo privado, con ventajas para el segundo, laboriosamente instalada en las conciencias por cuatro décadas. También están presentes las credibilidades construidas de, por un lado «los políticos» y por el otro Don Francisco y la» gente de la Tele». Las últimas credenciales superan a las primeras, más aún con la crisis de representación que estamos viviendo.

Con estas ideas como parte del sentido común extendido surgen las grandes dudas.¿ Las empresas están lucrando con sus contribuciones y en todo caso, a lo más, sólo canalizan el aporte de las personas que compran sus productos y servicios?. Junto a ello se levantan fantasmas; ¿Sus donaciones son castigadas como gastos de marketing? ¿Hay exenciones tributarias que se aplican a estos dineros?

También, y ahora más específicamente respecto de los trabajadores de estas empresas; ¿Se les está usando, al promover las campañas de» uno más uno» o similares, en las estrategias corporativas de «Buen Vecino», asociadas a las políticas de Responsabilidad Social Empresarial? ¿Qué obtienen los trabajadores y Sindicatos al presentarse junto a sus empleadores en la gran exhibición? ¿No están diciendo que son felices al donar un día de sus escuálidos sueldos y les enorgullece hacerlo junto a sus patrones?

La solidaridad es en esencia un acto de apoyo entre iguales, ¿Se trata entonces de solidaridad entre ciudadanos de un mismo país? Podría ser, sin embargo lo que hacen las grandes empresas, con el enorme despliegue mediático, se parece más bien a caridad. Este es un valor cristiano que parece ser exclusivo de los pudientes. La pregunta que surge de inmediato es por que los grupos sociales adinerados (ese 10% que gana 27 veces más que el 10% más pobre según estudios de la OCDE), no están dispuestos de inmediato a subir impuestos para ayudar de verdad y en cambio amenazan con las penas del infierno ante una eventual reforma tributaria.

Son los mismos. Los que donan cantidades de dinero aparentemente importantes pero muy pequeñas comparadas con sus utilidades (con la ayuda de exenciones tributarias). Por ejemplo en la banca, ganaron entre Enero y Octubre el equivalente a 71 teletones. O las AFP que por un lado informan de las pérdidas en los fondos de pensiones mientras aportan generosamente a la Teleton los fondos que les encargaron administrar. Donan la plata de terceros. Lo mismo ocurre con las Isapres. ¿Hasta cuando lo permitiremos? Considerando que hay métodos que podrían emplearse hoy mismo y con estas leyes para intervenir cuando se podría asumir la representación de muchos. Los trabajadores no usan bien su triple condición, de trabajadores, de ciudadanos y de clientes.

Un cuento similar pero con situaciones de mayor agresión directa la viven los trabajadores cuando contrastan la generosidad pública de las grandes empresas donde se desempeñan y las políticas de remuneraciones y de negociación colectiva que estas ejecutan. Analicemos el caso de las Grandes Tiendas y Supermercados. Los estudios de que disponemos en CETRA por más de tres décadas de Asesoría en el área indican que cada año los promedios de ingresos de los trabajadores disminuyen. Es decir que luego de eventuales buenas negociaciones colectivas, las ofertas de sueldos y beneficios a los nuevos empleados son siempre inferiores a los antiguos. En los últimos dos años, para ajustarse a los Sueldos base iguales a los Ingresos Mínimos Legales (por ley) y para eludir el pago de la Semana Corrida, las empresas Ripley, Falabella, Paris prácticamente eliminaron las comisiones a vendedores y han estado reduciendo las jornadas de trabajo para pagar menor y ajustar a la baja los sueldos que estaban sobre el ingreso mínimo. Todo esto ocurre mientras los mismos empresarios aparecen en la tele transidos de compasión donando una pequeña parte de las monedas que se ahorran con las prácticas indicadas. Sobre la negociación colectiva ahorraremos esta vez comentarios. Solo avancemos que la asimetría entre las partes es abismante y que los empresarios y ejecutivos honrados son pocos. Las prácticas antisindicales y la cooptación de dirigentes son parte de una obscena normalidad. Qué violento contraste con esa solidaridad que se exhibe sin pudor, que se hace posible por el trabajo mal pagado de millones.

 

Calos Cano B.
Director Ejecutivo CETRA

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