A un costado de la tienda Homecenter Sodimac del mall Arauco Estación, Cristopher Osorio y Marcos Navarro se encargan de la enorme y plateada olla común con que alimentarán a más de 60 compañeros. Es jueves 24 de noviembre y hoy los empleados pertenecientes al sindicato Homecenter cumplen 16 días en huelga, con más de 8 mil trabajadores adheridos en todo Chile.
Son casi las 14:30 horas y el calor no pasa desapercibido. Los trabajadores sostienen lienzos, hacen ruido y agitan el tarro donde reciben la colaboración de transeúntes y clientes que solidarizan con su causa. Cada día llegan muy temprano para instalarse en los alrededores de la sucursal y mientras la olla humea en un rincón, ellos, con gorras y delantales que identifican a su empresa, exigen un ajuste salarial digno en una movilización que califican como histórica.
“Es un sindicato de 8 mil 700 socios a nivel nacional y es el sindicato más grande de Chile, por lo tanto queda como un registro para los otros sindicatos”, dice Gloria Mesina, quien trabaja hace 8 años en la empresa. “Es un compañía millonaria porque hasta septiembre del año pasado había tenido utilidades de alrededor de los 11 millones de dólares. Esas utilidades las han invertido en otras sucursales para expandirse en América, que no han recaído en nosotros”, subraya Mesina, quien además aclara que sus sueldos están estancados y no les permite subsistir frente al alza del costo de vida.
Aunque reconoce que su condición contractual es bastante mejor que las de sus compañeros, ella ha decidido sumarse a la huelga y exigir un trato justo para todos. Pese a la petición inicial, el sindicato de trabajadores de Homecenter solicita un reajuste de un 7 por ciento y un bono de término de conflicto de 500 mil pesos. La empresa, por su parte, ofrece un 3,5 por ciento y un bono de 150 mil pesos.
Para Jorge Alcalde, jefe de reposición de la tienda, y que en febrero próximo cumplirá 11 años contratado, el video corporativo que Homecenter Sodimac utilizó para comunicar su posición al respecto está muy lejos de transmitir la ausencia de diálogo entre los directivos y los empleados.
“En el fondo no habla de un compromiso real de lo que está pasando con sus trabajadores hoy día. No es algo que al menos la gente que está con nosotros afuera, esté valorando. Se valora quizás para las personas que están adentro y para los corporativos, pero nosotros que estamos acá cada día con el sol, con calor, con hambre, pidiendo plata, haciendo convenio para poder recibir algún almuerzo, es distinto”, dice Alcalde.
En estos 16 días, Jorge Alcalde ha visto todo tipo de manifestaciones por parte de los clientes, frente a las demandas de quienes hacen posible que Homecenter funcione como una gran cadena chilena, especialista en materiales de construcción, ferretería y del hogar, perteneciente al holding Falabella y Corona.
“Hay clientes que se suman, que ayudan y hay clientes que se molestan. Que sienten que lo que nosotros estamos haciendo es solamente no trabajar y sacar la vuelta. Pero eso no es tan fácil como parece. Acá están todos los días los chicos complicados. Pero lo que nosotros necesitamos es que la empresa nos escuche”, explica Alcalde.
Lo que los clientes desconocen es cómo enfrenta el propio Jorge Alcalde esta situación en su vida cotidiana y familiar. “Yo soy padre de un niño menor. Lo tengo en la sala cuna, mi señora hoy día es la que está poniendo el dinero para la casa. Yo tengo que en las mañanas cuidar a mi hijo, apoyarla para que ella vaya a trabajar. Llegar en las tardes para cuidar a mi hijo y que ella vuelva a salir a trabajar. Muchos pasan por lo mismo. Yo tengo un hijo, pero hay personas que tienen 3, 4 ó 5 hijos y que tienen que arreglárselas de la misma manera”, dice Alcalde. Y agrega: “En el fondo la pareja es la que está surtiendo el dinero de la casa, o simplemente están sin dinero para poder apoyarse. Hay muchos de los chicos que están acá que hoy no tienen dinero para venir a trabajar y con la plata de la ayuda de la gente que pasa se les entrega dinero para que puedan venir a la huelga”.
Los trabajadores de Sodimac han visto cómo en el último tiempo sus condiciones laborales se fueron deteriorando. Junto con el despido de cerca de 2 mil 500 trabajadores de la empresa, vinieron los turnos extras, la sobrecarga de trabajo y una serie de irregularidades que hoy exigen poner fin.
Muchas, como Lissette Arancibia, se sienten desilusionados por el trato que han recibido en este tiempo. “A nosotros Sodimac siempre nos vendió el discurso de la familia unida, de la casita, que todos juntos para adelante, pero en estos momentos nos sentimos completamente excluidos de esa familia”. Arancibia explica que los miembros del sindicato sienten que se han reído de ellos pues “todo el mundo sabe que es una empresa gigante que sí tiene plata para muchas cosas, incluso para censurar la televisión, y no tiene plata para reajustarnos el sueldo a nosotros. No estamos pidiendo hacernos millonarios, simplemente que nos reajusten un sueldo que es justo para lo que nosotros hacemos”.
Lissette Arancibia trabaja hace cinco años en la tienda, en el área de Jardín, y aunque mantiene la calma, está nerviosa ante el panorama poco alentador. “En estos momentos a nosotros solo nos quieren pagar los primeros 8 días desde el primero de noviembre, cuando deberían pagarnos incluso días anteriores porque tenemos días de octubre adentro. Estamos completamente en la incertidumbre, de cuánto vamos a recibir, de si te va alcanzar para comprar pañales, si vas a tener o no para comprar leche”, dice mientras se seca las lágrimas.
A Lissette se le quiebra la voz relatando lo difícil que es para ella esta situación, pues es jefa de hogar, madre de un niño de apenas un año y medio y una niña de tres años, y como muchas mujeres trabajadoras, debe sustentar sola los gastos que conlleva la crianza.
Pero incluso dentro de la precariedad laboral también existen diferentes categorías. Stefanelly Johnson trabaja hace 4 años y medio, y al igual que Lissette es vendedora en el área de Jardín. Sin embargo, sus condiciones de trabajo son muy diferentes, pues trabaja sólo 8 días al mes y a estas alturas, ya no tiene ninguna fuente para financiar sus viajes.
“Yo vengo de El Monte, pero al igual que todos mis compañeros, a todos nos afecta. A los nuevos más que a los antiguos, pero en general estamos todos en la misma condición afuera, pasando un montón de necesidades”, dice Johnson.
Jorge Alcalde, cree que existe una enorme incongruencia entre la imagen publicitaria que proyecta la marca y la realidad al interior de la tienda, ya que “todos le rendimos a la empresa, hay un compromiso importante, que se da en el día a día de cada uno de los trabajadores, y hoy no sé si eso podrá quedar con cada uno de ellos. Porque claro es la casa de la selección, está con el abrazo de Chile que es la Teletón, entonces son muchos eventos en que Sodimac participa. Está en los pantalones de cada uno de los equipos de fútbol de Chile, pero parece que no está en la pechera que llevan los trabajadores”.
Y con esa pechera donde se identifica una casita, clásico logo de esta mega tienda, varios se acercan a la olla en común para aprovechar, según dicen, uno de los pocos aspectos positivos que han obtenido en estos 16 días de huelga: sentirse unidos, en una condición de igualdad, sin jefatura ni jerarquías, aprendiendo a conocerse y acercarse en medio de la adversidad.
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