Poco más de diez minutos demoró el ex presidente Ricardo Lagos en dar a conocer esta mañana lo que ya todos sabían o intuían tras el golpe blanco que le dio PS ayer por la tarde cuando optó, por amplía mayoría, por el senador Alejandro Guillier como su carta para competir por el sillón de La Moneda. El ex gobernante leyó una declaración desde la sede de la Fundación Democracia y Desarrollo en la que partió relatando cronológicamente los hechos de esta aventura presidencial que llegó hasta las 10:30 de este lunes.
“El pasado 2 de septiembre declaré que si mi nombre podía servir para unir al país en torno a un proyecto que devolviera la confianza y el optimismo en el progreso, la democracia y la justicia social, estaba dispuesto a ser candidato presidencial de la Nueva Mayoría. Sabía los sacrificios e incomprensiones que envolvía esta decisión, pero estimé que era mi deber con una Patria que quiero por sobre todas las cosas.
Desde entonces he vuelto a recorrer el país. He escuchado a mis compatriotas, especialmente a los que viven con menos oportunidades. He visto sus dolores personales y familiares. He vuelto a sentir su dignidad, su esfuerzo, sus esperanzas. He visto también como se propaga el recelo hacia los grupos dirigentes y hacia las instituciones democráticas que regulan nuestra convivencia.
A partir de esta experiencia de escuchar a nuestros ciudadanos, junto a un amplio grupo de dirigentes sociales y políticos, de técnicos, artistas e intelectuales, elaboramos una propuesta programática para conversar y que busca responder con medidas concretas a las demandas del Chile actual, entre ellas, poner fin a los abusos, reemprender el crecimiento y la creación de empleos, hacer retroceder la inseguridad, atacar la discriminación y construir una nación más igualitaria y cohesionada.
He puesto todo mi empeño en llevar este mensaje a los chilenos. Pero debo admitir que en mi propio espacio político, la centroizquierda, no se ha producido una convergencia en torno a este proyecto, seguramente porque no todos compartimos el mismo sentido de urgencia ante la amenaza de una dispersión estratégica de las fuerzas progresistas y una ola de restauración mercantilista y conservadora que puede durar muchos años.
Tampoco se me pasa por alto que el afecto y el compromiso que he sentido en mi caminar por Chile no se ha reflejado en un apoyo ciudadano suficientemente amplio como para llevar adelante estas propuestas.
Por estos motivos he decidido renunciar a la aspiración de alcanzar nuevamente la Presidencia de la República.
Lo hago con la serenidad de haber actuado siguiendo el mandato de mi conciencia y no persiguiendo intereses personales.
Lo hago con la satisfacción de haber contribuido a una propuesta programática que representa una renovación del ideario de los progresistas chilenos.
Lo hago con el orgullo de haber reunido a un grupo de excepción, capaz de ofrecer un camino y un buen gobierno para Chile.
Con los técnicos, voceros y personalidades que me han apoyado me reuniré en las próximas horas para darle continuidad a un esfuerzo que apunta a la preservación y renovación del espacio progresista chileno, y por esta vía, a la construcción de un Chile más libre, justo y humano. Por mi parte, seguiré acompañándolos en esta tarea.
Los chilenos me conocen: no soy un caudillo. Sé escuchar la voz del pueblo y someterme a su veredicto. Estoy en política para servir al país, no para acumular honores; para robustecer las instituciones democráticas, no para burlarlas; para formular propuestas constructivas, no para hacer gestos populistas ni llamados demagógicos.
Agradezco profundamente al Consejo General del Partido por la Democracia, que me honró proclamándome como su candidato y a sus militantes que tanto se han esforzado en este proyecto.
Agradezco a ese inmenso contingente de “socialistas por Lagos” y tantos independientes me que me entregaron su respaldo.
Agradezco a quienes formaron mi comando, encabezado por el ex ministro Máximo Pacheco y el encargado territorial senador Carlos Montes con su entusiasmo, no obstante lo difícil de esta campaña.
Agradezco por último a todas las chilenas y chilenos que acogieron mi llamado, a los que me abrieron las puertas de sus hogares, a los que compartieron sus tristezas en las tomas de Alto Hospicio o en la Junta de Vecinos Pablo Neruda en Copiapó o en Bajos de Mena en Santiago. A los que me enseñaron a salir adelante, en la Junta de vecinos Luis Cruz Martínez de Chillán. A todos ellos les pido que sigan adelante, que no renuncien a sus convicciones ni a sus esperanzas de un Chile mejor. La vida continúa…”
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