Un estudio de Comunidad Mujer determinó que las brechas de género en el mundo del trabajo siguen manteniéndose, las que se acentúan durante el desarrollo de la adultez y donde el acceso paritario a la educación no se ha traducido necesariamente en igualdad de inserción en el mundo laboral.
El estudio determina que en participación laboral, ramas de actividad, cargos, y salarios, las mujeres se encuentran aún en desventaja frente a sus pares masculinos
Según esto, existen diversos factores que están dificultando una inserción laboral igualitaria entre hombres y mujeres, entre ellos, un Código Laboral “que carga todo el costo de la maternidad en la mujer, reproduciendo el paradigma tradicional de privilegiar al hombre como proveedor principal, relegando a la mujer a las tareas domésticas y de cuidado de la familia”.
“Las estrategias de conciliación entre la vida personal y el trabajo, de los propios hogares, como de las empresas, y de las políticas y programas públicos, parecen no hacerse cargo de una nueva realidad con trabajadores y trabajadoras que tienen responsabilidades familiares. Es precisamenteesta parentalidad poco compartida, la que continúa siendo una de las barreras más importantes para la integración plena de las mujeres al mundo laboral“, precisan.
Hogares con jefatura femenina
De acuerdo al estudio, las mujeres que son jefas de hogar constituyen un segmento cada vez más preponderante en nuestra sociedad y, según datos de la encuesta CASEN 2013, las mujeres han más que duplicado su representación, de 15,7% en 1990 a 35,5% en 2013.
“Esto, que podría ser una señal de progresismo y relaciones de género equilibradas, no lo es, porque en general, las mujeres son jefas de hogar cuando no hay un hombre en el. La mayor parte de las mujeres jefas de hogar ejerce este rol en hogares monoparentales (60,7%), es decir, aquellos constituidos por una madre sola y sus hijos e hijas”, afirma el documento.
En esa línea, la jefatura de hogar femenina es proporcionalmente más importante en los estratos más pobres, lo que explica, precisamente, la mayor incidencia de la pobreza en este tipo de familias. De hecho, un 22,8% de los hogares monoparentales con jefatura femenina son pobres, mientras que un 11,7% de los hogares monoparentales con jefatura masculina, lo son.
¿A qué lo atribuyen? Principalmente a la situación desventajosa para las mujeres puede ser atribuida a los menores ingresos por igual trabajo que ellas reciben, así como a las mayores dificultades para conciliar inserción laboral y responsabilidades familiares.
Los trabajos no remunerados
En Chile, las tareas del hogar y de cuidado de la familia aún recaen principalmente en las mujeres, y de acuerdo con el INE, el tiempo total de trabajo es generalmente más alto para las mujeres que para los hombres, aunque ellas dedican en promedio más horas al no remunerado.
“Si consideramos solo a hombres y mujeres que participan simultáneamente en trabajo remunerado y no remunerado, ellas destinan diariamente 7,5 horas al trabajo remunerado y 2,9 horas al no remunerado, mientras que los hombres destinan 8 horas al trabajo remunerado y apenas 0,8 horas al no remunerado”, afirman.
Considerando solo a la región Metropolitana, se estima que el Trabajo Doméstico No Remunerado, representa un 25,8% del PIB, de los cuales 17,8 puntos son aportados por las mujeres y 8 puntos por los hombres. “Estas cifras dan cuenta de cuánto las mujeres han estado históricamente subsidiando, con su trabajo no remunerado, los costos del desarrollo del país”, explican.
Participación laboral…
En los últimos 25 años se incorporaron 1,6 millones de mujeres al mercado de trabajo en Chile. Con este avance, más de 2,7 millones de mujeres integran la fuerza laboral, llegando a ser el 42,8% de ella.
“Pese a ello, con el 65,6% de participación laboral entre las mujeres adultas continúa teniendo una de las tasas más bajas en comparación al promedio de los países miembros de la OCDE (71,4%) y en relación con Latinoamérica (66,2%)”, dice el texto.
Áreas de trabajo “feminizadas”
Las mujeres tradicionalmente se han concentrado en ocupaciones específicas, muchas de ellas ligadas a brindar servicios que culturalmente son considerados “femeninos”, como salud, educación y limpieza, todas ellas extensiones de su tradicional rol de “cuidadoras”.
“En general, estas labores gozan de menor prestigio social y, al ser menos valoradas por el mercado, generan menores remuneraciones que las que desarrollan los hombres”, explica el estudio.
Es por esto, dicen, existe un acceso diferenciado por sexo a puestos de trabajo según su jerarquía, “presentándose una concentración de mujeres en las posiciones medias o bajas, resultando muy escasa su presencia en los cargos directivos. Un ejemplo de esto último es que en Chile solo un 21,7% de los puestos de tomas de decisión relevantes son ocupados por mujeres, con una mayor presencia en el sector público que en el privado”.
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