La Federación creció por afiliados que se cambiaban del SIL, porque se sabe que ganamos más». Carlos Cano Asesor Fed. Trabajadores Walmart A Cano le sale más fácil armar sindicatos por local, porque él los administra». Juan Moreno Presidente Sindicato Interempresas Líder
En el mundo sindical dicen que es un caso único en Chile. Tan salvaje que dos abogados laborales consultados lo tildan de depredación, porque se pelean por quitarse socios como si fueran un bien en extinción.
Los antagonistas son Juan Moreno, presidente del Sindicato Interempresas de Líder (SIL), que nació en 2007 cuando había múltiples RUT —de allí que sea interempresas— y Carlos Cano, asesor de la Federación de Trabajadores de Walmart, cuya creación apoyó a partir de un primer sindicato en un supermercado en Gran Avenida en 2008.
«Que te muestre la nómina», dicen los dos por separado, aludiendo a la cantidad de socios de cada uno, como una primera muestra de rivalidad.
Moreno asegura que el SIL, que inició la negociación de su contrato colectivo la semana pasada, cuenta con 16.500 afiliados y que la Federación tiene sólo 14 mil.
Cano retruca que su rival «sólo presentó 15 mil y la empresa dice que son menos de 14 mil, porque hay trabajadores objetados por pertenecer a otros sindicatos». Asegura que la Federación que él representa tiene 104 sindicatos y 16 mil socios.
Sumando, ambos juntan a más de la mitad del personal de Walmart, que posee 55 mil trabajadores. Uno negocia en los años pares; el otro en los impares.
Cano, el huelguista
La mayor diferencia entre ambos es que Cano, ex Izquierda Cristiana e historiador formado en París, ha impulsado la huelga dos veces. La primera, en 2008, en el supermercado de Gran Avenida. «La empresa nunca había conocido una huelga de estas características. Existen unas con vuvuzelas y otras que son huelgas de control que buscan impedir que la empresa funcione. Duró siete días, el local no atendió y logramos alcanzar lo que tenía el SIL y beneficios que lo convierten en el mejor contrato colectivo de Walmart», se jacta Cano. Con la segunda, de 81 locales, en 2014, le fue mal. «Fuimos derrotados. Walmart estuvo dispuesta a tener cerradas esas tiendas 15 días. Fue una señal de fuerza». A los siete días la huelga se bajó y el bono de término de conflicto fue un 35% menor al del SIL. Walmart le dio la opción a Cano y su Federación de adelantar la firma de un nuevo contrato a los 18 meses. Según Cano, lograron un bono de fin de conflicto máximo de $1,7 millones en una cuota, en lugar de $1,4 millones en dos pagos que tenía el SIL. Moreno afirma que su bono fue de $1,6 millones para los más antiguos y el de Cano $1,5 millones.
Moreno sin huelgas
El líder del SIL, Juan Moreno, tiene una biografía opuesta. Su sindicato nunca ha llegado a la huelga y se ha llevado de sus contrincantes el calificativo de «amarillo», como se llama a los que son más cercanos a la empresa. «No fuimos del agrado de nadie», responde Moreno.
Moreno se declara socialista. A diferencia de Cano, es empleado de la empresa. De hecho, antes de dedicarse a la dirigencia sindical fue jefe de panadería y venía de Carrefour, la cadena francesa que a fines de 2003 compró D&S, la compañía antecesora de Walmart cuando pertenecía a la familia Ibáñez.
Desde que es presidente del SIL no volvió a trabajar en un supermercado, ya que debe viajar —cuenta— de Arica a Punta Arenas. Su sindicato posee cuatro autos; una casa en la calle Marsella, con cinco habitaciones, donde alojan los dirigentes regionales; un diseñador y un videísta que graba asambleas y actos que están en YouTube.
Peleas de plata
Ejemplos de la guerra declarada que tienen estos dos sindicatos hay muchos. Y son los mismos protagonistas quienes los cuentan.
Un capítulo ocurrió cuando nació el SIL y el dueño era la familia Ibáñez. La empresa acordó el pago de un «bono corporativo» de $500 mil adicionales al sueldo a sus dirigentes para que se dedicaran a la actividad sindical.
En 2014, directivos de otros sindicatos demandaron a Walmart por discriminación exigiendo recibir lo mismo. La Dirección del Trabajo acompañó la planilla de sueldos: siete de los 11 dirigentes del SIL, incluido Moreno, recibían entre $856 mil y $1,8 millones mensuales. Pero el tribunal del trabajo no acogió la queja. Moreno no niega los pagos, aunque aclara que su renta era mayor por el cargo que tenía cuando trabajaba como jefe de panadería en D&S.
Polémicas cuotas
Otro caso que refleja la rivalidad es cuando Cano y Moreno hablan de las cuotas que sus sindicatos cobran a los socios.
Según Cano, cada agremiado debe pagarle a él $25 mil por negociación colectiva. En la anterior, reunió un total de $260 millones.
Moreno, por su parte, dice que su sindicato cobra $6.300 que se descuentan del contrato colectivo. Además, cuenta que cada socio debe pagar una cuota sindical de $8.906 mensuales (si se multiplica por los 16.500 trabajadores que dice tener el SIL, suma $1.763 millones anuales).
Pero Cano desmiente a Moreno: «En la negociación de 2015, el SIL cobró $24.500 a cada trabajador por asesoría», según le consta en las liquidaciones de sueldo que revisó. Y si fueron 14 mil los socios del SIL que negociaron hace dos años, lo recaudado por el sindicato de Moreno fue de $343 millones.
Y el asesor de la Federación usa este argumento para explicar por qué, según él, su organización es más fuerte y le está quitando afiliados a Moreno y al SIL: «Se sabe que ganamos más, la cuota sindical es menor, de entre $3 mil y $5 mil mensuales, y a la Federación le pagan $300 mensuales», dice Cano, que ha tenido peleas judiciales con Moreno.
De hecho, demandó al SIL por cobrar cuotas a socios de su agrupación. La Corte Suprema le dio la razón y obligó al sindicato contrario a devolver el dinero a los afectados. Moreno se excusa diciendo que esto ocurrió por desorden. «Como no sabemos, cobramos la cuota completa». Y aprovecha de criticar a Cano: «A él le sale más fácil armar sindicatos por local, no busca que la organización sea robusta, porque él administra los sindicatos».
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