A partir de marzo 2010 se habría iniciado una coyuntura larga que terminaría en vísperas de las elecciones municipales, momento en que las “oposiciones políticas” estaban obligadas a resolver su respaldo a candidaturas a alcaldes competitivas o testimoniales, es decir, a unirse y al menos esconder sus diferencias o no tener opciones reales de elegir Alcaldes y Concejales.
La impensada capacidad de Piñera y su gobierno para auto-dañarse y perder el afecto del público y la cuantía y profundidad de los movimientos sociales, en especial el estudiantil, que crecieron aprovechando esa tremenda inhabilidad para gobernar y sentir, al mismo tiempo, las voces del descontento popular. ¿Cuál es el saldo de ese periodo que se terminó el domingo 28 de noviembre?
EL CAMBIO DE COYUNTURA Y EL INICIO DE UN NUEVO CICLO POLÍTICO
Hemos sostenido que, en término de análisis histórico, a partir de marzo 2010 se habría iniciado una coyuntura larga que terminaría en vísperas de las elecciones municipales, momento en que las “oposiciones políticas” estaban obligadas a resolver su respaldo a candidaturas a alcaldes competitivas o testimoniales, es decir, a unirse y al menos esconder sus diferencias o no tener opciones reales de elegir Alcaldes y Concejales.
Así ocurrió, la oposición con presencia parlamentaria se unió tras candidatos únicos y dos listas a concejales (PDC-PS y PPD-PRSD-PC). Se levantaron también alternativas que no pretendieron resultados efectivos, salvo las situaciones de candidatos con fuerte arraigo local, que provenían mayoritariamente de rompimientos con la Concertación. Optaron por diferenciarse y plantar banderas propias el PRO, el PRI, Igualdad, MAS y Humanistas y algunos grupos regionalistas ( llegaron a sumar poco más del 16% del electorado que votó).
Esa coyuntura larga a la que aludimos (treinta y dos meses con el ejecutivo en poder de la derecha), incorporó entre sus antecedentes dos datos inexistentes en los análisis previos. La impensada capacidad de Piñera y su gobierno para auto-dañarse y perder el afecto del público y la cuantía y profundidad de los movimientos sociales, en especial el estudiantil, que crecieron aprovechando esa tremenda inhabilidad para gobernar y sentir, al mismo tiempo, las voces del descontento popular.
¿Cuál es el saldo de ese periodo que se terminó el domingo 28 de noviembre?
En términos de tendencias podríamos sacar las siguientes conclusiones, que surgen de los propios votos (y peso relativo de cada grupo político), y los movimientos de los actores en la arena política.
1. La mayor votación la saca la abstención. Ese 60%, que es asimétrico según tipo de comuna, calidad de la propuesta y grado de disputa de los contendores, tiene orígenes diversos. Un primer componente surge de los errores del Servel; inclusión en el padrón de los chilenos que están en el extranjero y de fallecidos (se ha calculado que sumarían alrededor de 800 mil personas), además de los atrasos en la información, cambios en los locales de votación y otros problemas prácticos que surgieron con el estreno del nuevo padrón y de la voluntariedad del voto. El segundo subconjunto es militante, antisistémico y contrario al binominal, asume que existe un crisis profunda de representación y prefiere que la clase política jubile o tenga un fin peor. El tercer grupo es más variopinto y corresponde a quienes ocasionalmente no tienen interés (elección que no es reñida en su comuna, la oferta política no les atrae), otros no se interesaran, más permanentemente, en ejercer este derecho cuando deja de ser deber (voto voluntario), aportando con porcentajes de abstención importantes que nos acercan a la mayoría de los países que no tienen la obligatoriedad de votar.
2. La principal fuerza política derrotada es la coalición de derecha. El cinco a cero de que hablan analistas supone una derrota de proporciones. Menos Alcaldes, menos Concejales, menos votos en Alcaldes, menos votos en concejales y menor población total gobernada así lo prueban. Otra óptica de análisis, inventada días antes de las elecciones por “expertos” de este sector también resultó un fiasco porque el gobierno y la derecha fueron también derrotados si se seleccionan comunas más importantes, al perder lugares emblemáticos como Santiago, Providencia, Concepción y Ñuñoa (que estuvo en veremos, pero que jamás se imaginó en riesgo).
3. La vencedora, entre ese 40% que votó (a no olvidarlo, es un 40% de votantes), es la Concertación. Ello incluye el aporte del Partido Comunista pero esto no es un dato tan nuevo porque ya hubo pacto por omisión en 2008. Lo ocurrido repone a la Concertación como actor político en el terreno de la representación legítima, donde se resuelve con el voto, sin que implique su plena validación social y política. Esta reposición en el escenario político, con menor esfuerzo interno del que hubieran deseado, se debe a tres factores sencillos de identificar; i. los sectores que mayoritariamente la rechazan no votaron, ii. su adversario principal (el bloque en el gobierno) fue derrotado por sus méritos propios y, iii. La existencia de un “ángel tutelar” incombustible a los ataques, que le reportó parte importante del apoyo conseguido y si no escuchemos a los diputados DC que se niegan a levantar precandidato presidencial de sus filas ante la alternativa de la presidenta Bachelet.
4. El Partido Comunista no ha cosechado suficiente respaldo de los movimientos sociales. Si bien aumentó su presencia en la región metropolitana respecto de alcaldes (Recoleta y Pedro Aguirre Cerda), en Concejales mejoró poco más de un punto (6,5), lo que le permite un espacio respetable en la Neo-concertación pero muy lejos de la función de soporte de gobernabilidad que imaginaron en el probable gobierno de MB. Su reciente tercer lugar en la Fech apoya esta afirmación que se busca contrarrestar con el fuerte posicionamiento de Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT, con un padrón electoral que se cuestionó fuertemente.
5. Las actuales fuerzas extraparlamentarias no constituyen un frente común y es muy difícil que puedan organizar una entidad política compartida. A MEO le fue sorprendente bien con sus siete alcaldes, pero su respaldo situado en el Norte tiene explicaciones especificas. Algo parecido ocurre con el PRI. Los demás grupos no alcanzan notoriedad y pareciera, al menos el MAS de Navarro y los dos diputados del PRI, que retornaran ahora a una Nueva Concertación (o, perdón, a una Nueva Mayoría Popular o Convergencia Opositora, como les gusta llamarla a algunos).
6. Los núcleos que han derivado del mundo social y que hoy no participan del actual sistema de partidos estuvieron ausentes en las recientes elecciones. salvo quienes llamaron a no votar y los que respaldaron la candidatura de la nueva alcaldesa de Providencia, cuyo líder solicita espacio en las fuerzas opositoras para ser incluido en las primarias para diputados. Está pendiente entonces el desenlace político de estos grupos autonómicos. No es probable que confluyan en un espacio único por surgir de familias ideológicas diferentes y aún de puntos de partida carentes de andamiaje político o ideológico.
LA COYUNTURA QUE SE ABRIÓ ES UN PERIODO DE TRANSICIÓN EN EL INICIO DE UN NUEVO CICLO POLÍTICO
Si revisamos con cuidado las conclusiones previas, deberíamos aceptar que no existe un reordenamiento profundo del cuadro político y que los problemas de representación política persisten.
¿Deberíamos esperar entonces que las cosas cambien durante 2013 y que en las próximas elecciones legislativas y presidenciales tengamos una nueva oferta política?
La respuesta es no. En las presidenciales parece estar todo dicho. Las(os) candidatas(os) se acercan al punto de largada con escasos márgenes de sorpresa. En las legislativas habrá un poco más de movimiento, pero dentro de las mismas camadas. Aportaran en una cierta renovación de rostros las decisiones individuales de no repostular de ciertos honorables. Les honran por cierto, pero no alteran la realidad de que se distribuyen el botín al interior de clubes exclusivos. Las primarias abiertas, solicitadas por externos como Jackson, podría también significar un pequeño airecillo de renovación, pero no más que eso.
¿Cómo resolver entonces esta asimetría entre la curva de preferencias políticas de los votantes (y los no votantes) y las ofertas políticas existentes?
Existen dos líneas de respuestas casi obvias. La primera se concentra en las reformas institucionales y en su desarrollo llega hasta la Asamblea Constituyente, pasando por el término del Binominal. La segunda convoca a levantar nuevas respuestas políticas y aún, nuevas organizaciones políticas, contestando al modelo de crecimiento en curso desde múltiples ángulos; la ética de la desigualdad, el despilfarro de recursos no renovables a que daría origen el mercado, la ineficacia e ineficiencia en la distribución de recursos que provoca el mercado y las lógicas neoliberales de desarrollo, el daño a los ecosistemas y los desequilibrios en el planeta que están provocando las actuales formas de organización económico-sociales de la humanidad, los dispares rangos de participación y poder de los ciudadanos versus el que detentan y usan conglomerados como las grandes empresas y sus influencias metastásicas en las decisiones económicas, política, de justicia, culturales, militares, etc.
En este nuevo ciclo político deberán resolverse las dos preguntas que planteamos. También existe la probabilidad de que en los cinco años que vienen sólo se acumule más ira, sin que haya salidas a una crisis que todavía no esté madura y que el control lo retengan los actuales incumbentes, en chileno, la actual clase política más un pequeño número de recién llegados.
LAS OPORTUNIDADES Y AMENAZAS QUE SE ABREN PARA LAS(OS) TRABAJADORAS(ES) EN ESTE NUEVO CICLO POLÍTICO
Empecemos por las amenazas. La principal es la cooptación del movimiento sindical (con las dificultades que tiene este concepto), por parte de la oposición política y su candidatura única. Esta cooptación sería una subordinación parecida a la que los sindicatos y el movimiento popular vivieron en 1989-1993. En la época se justificó por la amenaza golpista. Ahora el chantaje político será el “desalojo de la derecha”. Esta extorsión admite otras variantes con también nefastos resultados para los intereses populares. Una de ellas es la cesión de liderazgo, largamente analizada respecto del periodo mencionado. El pueblo y sus organizaciones abandonan la acción directa y “ceden” su representación en los parlamentarios, el Ejecutivo y los partidos políticos (en realidad sus cúpulas). En el mundo social se requirió “paz social” Es conocido el rol “pacificador” que jugo la CUT y sus principales líderes históricos en esa etapa.
Las oportunidades requieren tomarse sin autorización alguna. Existe la viabilidad de permear los programas políticos, por convicción u oportunismo. En el campo de los movimientos sociales sería deseable la confluencia de plataformas para solicitar a las candidaturas un pronunciamiento explícito. En relación a grandes organizaciones sindicales sectoriales, se debe abrir espacio para el levantamiento de programas político-sociales renovados con la experiencia de 2011 y 2012 y que contando con respaldos amplios en las bases, puedan ser negociados con quienes aspiran a gobernar Chile.
Volveremos sobre este punto en las próximas semanas.
Por Carlos Cano
Director Ejecutivo
CETRA
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