El mundo sindical vive días movidos. Este 13 de noviembre, la Confederación de Trabajadores del Comercio, que es una de las grandes organizaciones sindicales del país, votará su afiliación a la Central de Trabajadores de Chile (CTCh), que fundó Arturo Martínez luego de renunciar a la CUT. Antes, otra organización importante de la CUT, como la Federación de Trabajadores de LAN, también decidió irse. Detractores de la directiva que encabeza Bárbara Figueroa (PC) defienden la idea de refundar la Central en el mediano plazo.
En febrero fueron los profesores quienes congelaron su participación en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). En junio fueron los profesionales de la salud (Fenpruss) quienes dieron un paso al costado. Claro que en este último caso, la decisión fue más drástica: simplemente, se desafiliaron. Después de esas dos deserciones -60 mil profesores y 14 mil profesionales de la salud-, las aguas parecían aquietarse para la dirigencia de la CUT. Pero no fue así y este año promete terminar con otro de los grandes sindicatos abandonando la Central que lidera el Partido Comunista desde 2012.
El próximo 13 de noviembre, la Confederación de Trabajadores del Comercio (Consfecove), a la que pertenecen sindicatos de Paris, Falabella, Ripley, Hites, La Polar y Sodimac (este último es uno de los más grandes del país), votará su desafiliación de la CUT. De aprobarse la desvinculación, la multisindical perdería unos 20 mil trabajadores más, con lo cual se iría profundizando su menguada presencia en el mundo privado.
Todo esto se ha dado en medio de un reordenamiento del naipe sindical que comenzó tras las elecciones de la directiva de la CUT, efectuadas en agosto de 2016 y que encontró su punto más álgido cuando, en mayo de este año, la presidenta de la Central, Bárbara Figueroa (PC), reconoció que en ese proceso hubo fraude. El reconocimiento lo hizo a través de un documento presentado ante el Tribunal Electoral (Tricel) que estaba revisando el caso a petición de otros dirigentes sindicales, con lo cual aquella investigación no siguió adelante.
Desde entonces, las centrales que rivalizan con la CUT han tratado de capitalizar el desbande. Unas, levantando sindicatos que pertenecían a la CUT y otras, yendo tras los pasos de organizaciones que, hasta ahora, no pertenecían a ninguna multisindical.
¿El propósito de largo plazo de algunos dirigentes que impulsan estos movimientos? Sumar fuerzas desde las nuevas plataformas sindicales y, luego, unirse para refundar una suerte de Central Única de Trabajadores, referente creado en 1953 con el objetivo de agrupar a un movimiento obrero entonces disperso. Esa organización fue disuelta en 1973 y la actual Central Unitaria de Trabajadores se fundó recién en 1988.
El desquite de Martínez: viejas bases migran a la CTCh
En las elecciones de la CUT de 2016, Arturo Martínez (PS) obtuvo la primera mayoría nacional y su lista fue la más votada. Sin embargo, no pudo acceder a la presidencia de la organización, debido a que la lista del PC, encabezada por Figueroa, decidió unir fuerzas con las del dirigente DC Nolberto Díaz (líder de los sindicatos de Enap) y lo destronaron.
Como consecuencia de ese movimiento, Martínez renunció a la CUT para conformar un nuevo referente sindical: la Central de Trabajadores de Chile (CTCh), que se constituirá formalmente este 23 de noviembre.
El problema para la directiva de Figueroa es que, aunque logró desplazar a su más enconado rival y mantener la dirección de la CUT -tiene el control de la organización, con 23 consejeros de 45 que conforman la directiva-, ahora las viejas bases de Martínez, concentradas en el mundo privado, están migrando hacia la CTCh.
«La CUT se está quedando sin presencia en el sector privado y los empresarios van a tener que decidir si quieren seguir negociando con el Comité Central del Partido Comunista o con los trabajadores», afirma el abogado Claudio Sánchez, uno de los fundadores de la naciente CTCh, quien explica que el nuevo referente ya tiene entre sus filas a sindicatos de Jumbo, LAN, Sky y contratistas del sector minero, como Pelambres.
La representatividad de la CUT es una suerte de enigma. Hasta las elecciones de 2016, se suponía que tenía un padrón de entre 400 mil y 500 mil trabajadores, pero en su última elección (2017), la propia Central publicó un padrón de 158 mil afiliados. Curiosamente, el Gobierno le reconoce un número mayor: 236 mil socios.
Trabajadores de LAN confirman su partida
La Federación de Trabajadores de LAN, que lidera Luis Chávez -consejero de la CUT entre 2012 y 2016-, es una de las organizaciones importantes que tomó la decisión de migrar. Según Chávez, la decisión se adoptó con el 90% de los votos de los trabajadores que conforman la Federación, como consecuencia de las cuestionadas elecciones del año pasado: «Tenemos la opción de generar un nuevo movimiento sindical sin el aparato partidista», afirma el dirigente.
La Confederación de Trabajadores del Comercio (Consfecove), en tanto, votará en su asamblea del 13 de noviembre, por quedarse o partir con Martínez. Esta organización es liderada por el ex presidente del sindicato nacional de Sodimac, José Luis Ortega (militante DC), que fue integrante de la lista de Martínez en la polémica elección del año pasado. Además, la directora de la Consfecove, Carola Salas, fue presidenta del Colegio Electoral en esas elecciones en representación de la lista de Martínez.
¿Se aprobará la partida de la Consfecove hacia la nueva central? Según cercanos al dirigente socialista, el factor determinante el próximo 13 de noviembre será la posición que adopte el sindicato de Homecenter Sodimac, que representa casi al 40% de los trabajadores de la Consfecove. Y aquí surgen algunas dudas, porque el líder histórico de ese sindicato, José Luis Ortega -cercano a Arturo Martínez-, no fue reelegido en las recientes elecciones de ese sindicato y su cargo pasó a manos de un dirigente que no tiene cercanía conocida ni con Martínez ni con Figueroa: José Guillermo Ossandón.
Consultado al respecto, Ossandón señaló que su directiva acaba de instalarse y que recién durante la próxima semana adoptarán una decisión sobre el tema. Lo que el sindicato no olvida es que durante la huelga del año pasado, cuando los trabajadores de Sodimac fueron derrotados tras casi un mes de paralización, la directiva de la CUT brilló por su ausencia.
Otro actor clave en esta votación será el militante socialista y presidente de una de las federaciones de trabajadores de Ripley, Leandro Cortez. En las elecciones de la CUT de 2012 postuló en una lista que encabezaba Nolberto Díaz y cuyo propósito era destronar de la presidencia a Martínez, entonces hombre fuerte de la Central.
En los cálculos del martinismo se asume que Cortez optaría por quedarse en la CUT, pero consultado al respecto, el dirigente señala que todavía no hay una decisión tomada.
Coordinadora fundada por Carlos Cano ingresa a la UNT
La Unión Nacional de Trabajadores (UNT), presidida por Segundo Steilen, es otra de las multisindicales que han tendido a fortalecerse en paralelo con la CUT. Hace dos semanas, la Coordinadora de Trabajadores del Comercio, presidida por Manuel Díaz y asesorada por el director de Cetra Carlos Cano, formalizó su incorporación a esta central, a la que también pertenecen la Coordinadora de Trabajadores Portuarios, la Confederación de Trabajadores Forestales y la Confederación Campesina. En el corto plazo, además, sindicatos del sector bancario podrían incorporarse.
¿La idea de estos movimientos? Por ahora, hacerse fuertes en la UNT y desde esa plataforma, sumar fuerzas para recuperar la CUT y reformarla.
Carlos Cano señala que la Coordinadora del Comercio y la UNT comparten la idea de forjar una sola central: «Ambas organizaciones están disponibles a integrarse en una CUT renovada, que permita la refundación de la Central Única de Trabajadores».
«La actual CUT -agrega Cano- está controlada por malas prácticas y fuerzas políticas que no permiten su real autonomía y libertad de acción (…). Se ha constituido una verdadera burocracia sindical que coquetea en forma permanente con el poder político. En cambio, en la UNT se desarrollan conductas más amplias y no sectarias, los dirigentes solo pueden reelegirse por dos períodos de dos años, mientras que en la CUT cada mandato dura cuatro años y se reeligen sin límites, sin tener, incluso, representación de base».
En la misma línea se pronuncia Segundo Steilen, presidente de la UNT: «Tenemos el propósito de refundar el mundo sindical y eso incluye a la CUT, porque mientras no cambien estilos y modelos de sindicato estamos sonados». ¿Qué temas deberán cambiar? «En el caso de la CUT, da lo mismo que un dirigente tenga o no tenga bases, y en la UNT no entra nadie que no tenga bases», afirma Steilen.
¿Todas las organizaciones que se han ido de la CUT terminarán afiliadas a otras centrales? No necesariamente. En el caso de los profesionales de la salud, la idea también es refundar la CUT en el futuro, pero no entrar a otra de las centrales existentes. Por ahora, el camino propio es la opción elegida.
«Con las reglas actuales, no se puede competir con el PC ni con los partidos en general. Están bien instalados. Por eso, la refundación debe ser desde un marco más amplio que el interior de la CUT», afirma la presidenta de la Fenpruss, Gabriela Farías.
Otras fuentes del mundo sindical señalan que algunos de los dirigentes que optaron por el camino propio, mantienen ciertos grados de coordinación con la disidencia interna de la CUT: Colegio de Profesores, una facción de la ANEF y la Confusam.
Los directivos de la CUT no estuvieron disponibles durante la semana para referirse a este tema.
AUNQUE FIGUEROA logró desplazar a su más enconado rival, ahora las viejas bases de Martínez, concentradas en el mundo privado, están migrando hacia la CTCh.
HASTA LAS ELECCIONES DE 2016, se suponía que la CUT tenía un padrón de entre 400 mil y 500 mil trabajadores, pero en su última elección (2017), la propia Central publicó un padrón de 158 mil afiliados. Curiosamente, el Gobierno le reconoce un número mayor: 236 mil socios.
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