Por Maria Fernanda Villegas, ex ministra de Desarrollo Social, Directora de Programas de CETRA
Mientras el Frente Amplio saludaba y con razones de sobra el nuevo sistema proporcional de elecciones, la DC se lamia las heridas de la temida pero anunciada debacle y se preparaba para las pasadas de cuentas interna que ya dejaron a Carolina Goic fuera de la presidencia partidaria.
Mas al oriente de la capital, un camión se desplazó discretamente llevándose el cotillón no usado, con que Sebastián Piñera pretendía celebrar su incontrastable victoria preconizada por los oráculos de las encuestas, como les llamaría Beatriz Sánchez en su discurso de cierre el domingo pasado. El resto, (no nos referimos a Navarro o a Artes) respiraba con una cuota de alivio. Habría segunda vuelta y con buena voluntad, negociación de por medio y con algunos apretando los dientes en las urnas el próximo mes, auguraría que la derecha no llegaría a La Moneda en marzo.
Las buenas noticias de estas elecciones fueron el incremento del 16% al 23 % de la participación de mujeres en la representación parlamentaria lo que muestra la eficacia de instrumentos como las leyes de cuota en mover el status quo, que de otra manera una cultura política machista inhibiría reiteradamente. La composición de las cámaras cambio drásticamente y sólo el ejercicio legislativo efectivo nos dirá que significan para los intereses de los distintos grupos. Lo cierto es que hay más diversidad, más rostros nuevos, lo que exigirá aprendizajes para los incumbentes y mayor diálogo para el ejecutivo y para los actores sociales.
Raro será este mes para la política nacional… la desconfianza y el desconocimiento en quienes se sentaran a intentar acuerdos no facilitará la situación. Muestra de ello es el ruido que hizo el nombre del coordinador Sergio Bitar como parte de este “puente”.
Si se aspira a un pacto meramente electoral el Frente Amplio sufrirá los efectos de esa decisión. Por el contrario si se fuerza un poco los acuerdos programáticos, la incomodidad de los sectores más conservadores de la Nueva Mayoría (o lo que queda de ella) se exacerbará. Lo que todos saben es que los votos se han vuelto volátiles y no son fácilmente endosables. Por ello es comprensible que el Frente Amplio opte por llamar a un plebiscito interno para resolver.Por otro lado la derecha tampoco tendrá un escenario fácil pues no le basta sumar al no despreciable casi 8 % de J.A. Kast que representa esa derecha dura. Piñera necesita más si quiere salir airoso. Dónde sacará ese plus sin perder por los bordes?
Lo que sigue siendo una triste y mala noticia es que habiendo un millón más de votantes habilitados que el 2013, hayan votado más menos los mismos porcentajes de ciudadanos que ese año y nos mantenga entre los países con menor participación electoral en la región. Falta análisis del padrón efectivo, pues parece ser que votaron ciudadanos que no lo habían hecho antes y en cambio otros muchos que si se habían expresado opinión, prefirieron en esta ocasión quedarse en casa.
Para las y los trabajadores este mes, no hay mucho que perder y tal vez sea una oportunidad para que el raquítico programa laboral y de seguridad social que presentó Alejandro Guillier, mejore y sume no solo cuota de “realismo” (como les gusta decir a los que revisten de seriedad el no querer avanzar en derechos sociales) sino de signos reales de “voluntad” para equilibrar la balanza y visibilizar al millón de chilenos que votaron No más AFP o los otros millones que sienten lejos al Estado, a los políticos y que tienen el convencimiento que es sólo su trabajo lo que los libra de la vulnerabilidad, les da movilidad social y los acerca a sus sueños.
La carrera corrida de Piñera que nos pintaron los medios y las encuestas fue un espejismo que termino el 19 de noviembre. Ahora es claro que la mayoría de los y las chilenas está por cambios más profundos. Se abre una oportunidad.
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