Los comentarios surgieron de manera espontánea. Primero como un cuchicheo al interior del Salón Ballroom en el piso -2 del Hotel Ritz-Carlton, donde el ex Presidente Ricardo Lagos recién había terminado de dar una charla sobre el panorama mundial ante el Consejo Chileno de Relaciones Internacionales (CCRI). Después con más fuerza, cuando lo vieron salir junto al mandatario electo, Sebastián Piñera, del hotel. “¿Será una señal?”, preguntaban inquietos algunos ex embajadores y dirigentes políticos.
La causa del revuelo el martes 9 tenía nombre y apellido: Felipe Larraín. No era la primera vez que el ex ministro de Hacienda y actual académico de Clapes-UC asistía a una de las reuniones del CCRI, que encabeza el ex canciller Hernán Felipe Errázuriz. Y como en ocasiones anteriores se sentó atrás. Pero esta vez, su presencia adquirió otro cariz. En primera fila estaba sentado el presidente electo, y que ambos salieran juntos del hotel generó suspicacias en el medio político chileno alerta a los movimientos con miras a la conformación del gabinete que asumirá las tareas a partir del 11 de marzo.
El nombre del economista -cercano a Piñera- es uno de los que suenan como posible canciller, pero no cuenta con el aval de los partidos. Para ese cargo, la UDI presentó al senador Hernán Larraín, quien coordinó el equipo programático de Piñera en temas internacionales. RN, en tanto, se la jugó por las cartas de Andrés Allamand y el ex ministro Teodoro Ribera -quien también figura como la única propuesta de RN para Interior, una apuesta más bien de honor, dado que el puesto está asegurado para el otrora jefe de campaña Andrés Chadwick.
La aparición de Felipe Larraín con Piñera en la reunión del CCRI llevó a la timonel gremialista, Jacqueline van Rysselberghe, a manifestar su preocupación al equipo de Piñera y a reclamar porque no se hubiera aclarado de inmediato que no se trataba de la presentación virtual del futuro canciller.
“¿Por qué estoy en la lista?”, preguntó Rodrigo Ubilla al ser contactado por el equipo del presidente electo. El chequeo arrojó que el ex subsecretario no está interesado en llegar al gabinete.
Pero Felipe Larraín ni siquiera había sido invitado por Piñera a ese encuentro. Las convocatorias corren única y exclusivamente por cuenta del secretario ejecutivo del CCRI, Mario Correa, entre los socios del Consejo Chileno de Relaciones Internacionales, y el ex ministro de Hacienda es uno de ellos.
El episodio en el Hotel Ritz no es el único que da cuenta de la tensión que se ha generado en medio de las negociaciones por el futuro gabinete de Piñera. Ese mismo martes 9 en la noche comenzó a circular un mensaje de WhatsApp en los chats de los personeros de Chile Vamos bajo el título de “Fuente Cerrada” y que daba cuenta de los supuestos nombres del futuro gabinete. Al día siguiente, en los pasillos del Congreso, el mensaje era comentario obligado de todos los parlamentarios, quienes se reenviaban el mensaje e incluso se daban el tiempo para comentar a los presuntos ministros.
El WhatsApp no era más que una falsa alarma y síntoma de la ansiedad de los partidos de la centroderecha por un nombramiento ministerial que podría postergarse hasta fines de enero. Si el 2010 Piñera tardó 24 días en dar a conocer su gabinete, esta vez, por la vista del Papa a Chile, entre otros factores, el equipo de gobierno recién se definirá más de un mes después de la elección.
El plazo no es la única diferencia con su primera administración. Piñera, esta vez, desechó usar su residencia en calle San Damián como centro de operaciones y optó por ocupar sus oficinas de Apoquindo 3000 para llevar adelante las conversaciones con los integrantes de su círculo de hierro, los timoneles de partidos y ministros sectoriales del gobierno de Michelle Bachelet. Con estos últimos se ha reunido para conocer el estado de las carteras, ver los principales temas pendientes y reordenar prioridades. Encuentros que han sido públicos, a diferencia de 2010.
Por estos días, Piñera suele llegar cerca de las 8 de la mañana a su oficina y se retira pasada las 21 horas, trabajando, en promedio, más de 10 horas diarias. El mandatario electo ha concentrado el trabajo de conformación de su segundo gobierno en manos de su círculo de hierro, compuesto por Andrés Chadwick, Cecilia Pérez y Gonzalo Blumel. Junto a ellos trabaja los principales lineamientos de su gobierno, al mismo tiempo que Juan Francisco Galli, coordinador legislativo en Fundación Avanza Chile, se encarga del área legislativa.
En el 2010, en cambio, no había experiencia práctica en gestión gubernamental. Se trataba de la primera vez que la centroderecha llegaba a La Moneda desde el retorno de la democracia, por eso fue clave la labor que realizaron los directores de los centros de estudios ligados al sector: Cristián Larroulet, en Libertad y Desarrollo; Miguel Flores, en la Fundación Jaime Guzmán, y María Luisa Brahm, del Instituto Libertad, para entender cómo se desarrollaba la labor del Estado. Por varias semanas, desde los think tanks se abocaron a revisar uno por uno los programas de gobierno, siguiendo los ítems que figuran en la Ley de Presupuesto, y elaboraban informes detallados sobre el funcionamiento de cada uno de ellos, cartera por cartera. Hoy, con la experiencia de un gobierno anterior sobre sus hombros, esa tarea ha recaído exclusivamente en el equipo más cercano a Piñera.
Nada de eso generaba ruido en los partidos de Chile Vamos. La sorpresa vino por otro lado. Ninguno de los dirigentes partidarios esperaba que Piñera decidiera hacer público su enojo con los líderes de las colectividades del bloque por las nóminas que enviaron para la conformación del gobierno, en el marco de uno de sus encuentros bilaterales con una ministra de Bachelet y no a través de un mensaje privado a las directivas.
“Los partidos hicieron una (propuesta), pero muy amplia, entonces al final quedaron bien con toda su gente, pero renunciaron a ejercer su influencia. Entonces, hay mucha inflación. Mucha gente que, claro, el partido la propuso para cargos que están muy por encima de sus…”, comentó Piñera a la ministra de Educación, Adriana Delpiano, frase que ella completó (visiblemente incómoda):“…de sus posibilidades”. El diálogo fue captado por los micrófonos de varios canales y medios de prensa.
Las palabras de Piñera no fueron casuales y no hicieron más que reflejar -según aseguran cercanos al mandatario electo- su incomodidad ante las listas de nombres que recibió de las colectividades.
Por una parte, se trató de extensas propuestas, que en el caso de la UDI superó las 10 páginas y, por otro lado, varias de las figuras se repetían en distintas carteras, como el caso del diputado RN Nicolás Monckeberg, que fue nominado para cuatro ministerios, entre ellos Trabajo, Segpres y Desarrollo Social.
En Chile Vamos asumen parte de las criticas que les formuló el mandatario electo. Pero justifican que cada partido presentara varios nombres para el mismo cargo, como una forma de evitar roces al interior de las colectividades y dar representación a las diferentes sensibilidades.
“Hubo una estrategia de presentar un gabinete completo, en ministros, en subsecretarios y algunos de ellos repetirlos en varios cargos, y eso es un error”, reconoció públicamente el diputado UDI Jaime Bellolio.
A ello se suman llamados al propio mandatario electo o su equipo cercano y visitas inesperadas a Apoquindo 3000 -de incumbentes o asesores varios- que buscan indagar sobre las propuestas o promover postulantes.
El caso Ubilla
No obstante, uno de los episodios que realmente molestaron a Piñera fue la constatación de que ciertas directivas incorporaron en sus listas a personas que no estaban interesadas en ingresar al gobierno.
“¿Por qué estoy en la lista?”, preguntó Rodrigo Ubilla al ser contactado por el equipo del presidente electo. El ex subsecretario de Interior se sorprendió al saber que su nombre estaba en la nómina de RN y que había sido propuesto para el mismo cargo que ejerció en el primer mandato de Piñera.
El actual decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma le había transmitido al rector de la misma casa de estudios, Teodoro Ribera, que su intención era permanecer en esa casa de estudios y no volver al gobierno. En RN, sin embargo, reconocen que no les fue posible contactarlo mientras realizaban las nóminas, pues Ubilla se encontraba en ese momento en Estados Unidos, así que la decisión del partido fue incorporarlo de todas maneras. Una situación similar, aseguran en Chile Vamos, se ha repetido en otras colectividades.
Otra de las causas de la molestia del mandatario electo con las colectividades fue la insistencia de los partidos en incluir, en ministerios claves, a personeros que fueron causa de tensiones dentro del comando durante la campaña. Es el caso del analista político Gonzalo Cordero, quien fue propuesto por la UDI como vocero de gobierno, aun cuando el abogado y fundador de Azerta fue protagonista de uno de los episodios más polémicos de la campaña presidencial, cuando a mediados de octubre fue removido de la dirección de comunicaciones del comando acusado de un supuesto exceso de protagonismo.
En la UDI admiten que insistieron en el nombre de Cordero y que seguirán defendiéndolo ante el círculo de hierro de Piñera como una buena carta para la Segegob. “No porque haya tenido problemas con el comando no podemos considerarlo”, señalan en el partido de calle Suecia.
La colectividad, además, decidió no incorporar a nadie de sus filas como ministro de Interior, pues en Chile Vamos, Chadwick es la carta segura para esa cartera. Sin embargo, el gesto de la UDI no logró evitar que el mismo Chadwick transmitiera su molestia a su partido. El jefe de campaña de Piñera no olvida que Van Rysselberghe, poco antes de la primera vuelta presidencial, le transmitió a Piñera que él no representaría a la UDI en un eventual comité político de gobierno.
A pesar de que se da por seguro que Chadwick llegará a Interior, RN hizo un gesto al ex ministro Teodoro Ribera y lo puso en su nómina para este cargo.
Pese a los desencuentros que han quedado de manifiesto en los últimos días, en Chile Vamos afirman que esta vez el proceso de construcción del gabinete ha sido mucho más institucional que en 2010.
Los partidos de la entonces Coalición por el Cambio recuerdan que en esa ocasión no existía una formalidad para la entrega de cargos y, de hecho, no olvidan que entre la primera y la segunda vuelta presidencial el entonces director de la Fundación Jaime Guzmán, Miguel Flores, de manera improvisada tomó un avión de Santiago a Arica, sólo para coincidir con el candidato presidencial en medio del viaje y entregarle un archivo digital con nombres para eventuales funcionarios de gobierno.
En RN, incluso, miembros de la entonces directiva reconocen que en su nómina de postulantes -que eran entregadas a María Luisa Brahm- se incluyó como ministros de Educación a la DC Mónica Jiménez y al radical Luis Riveros.
Pero el hecho de que Piñera haya decidido esta vez fortalecer los canales institucionales no ha evitado los roces al interior de las colectividades. Otra prueba de ello fue la reunión que tuvo el martes 9 el diputado UDI, representante de la disidencia a la actual directiva gremialista, Jaime Bellolio, con el encargado programático, Gonzalo Blumel. La cita entre ambos generó molestia en la presidenta del partido y al día siguiente la senadora se comunicó con el comando para conocer los detalles del encuentro. Aclaró también públicamente que la entrega de nombres para el gobierno es sólo mediante la vía institucional.
Bellolio no se quedó atrás y respondió: “Sí, me reuní con él (Blumel) y no le pasé ningún listado, porque tal como él me manifestó, y yo ya sabía, la vía formal que pidió el Presidente Piñera es a través de los partidos”. El diputado aprovechó, además, de enviar otro mensaje a su partido, dejando claras las diferencias internas: “Lo que sí tengo que decir es que desconozco completamente cuál es la lista que la UDI le presentó a Piñera. ¿Por qué? Porque no sé quién más sabe, aparte de la presidenta y el secretario general, los nombres”.
Se trata de tensiones internas que también han llegado hasta algunos miembros del equipo programático que se vislumbran como posibles ministeriables, quienes en medio de la ansiedad de estos días han ido a hablar directamente con el círculo de hierro de Piñera sobre su trayectoria política y manejo de redes para enfrentar de mejor manera a sus eventuales competidores.
La ansiedad de estos últimos días, afirman en Chile Vamos, ha amenazado, incluso, con resquebrajar el trabajo de unidad que hasta hace poco habían mantenido tanto a nivel de equipos programáticos como en la coalición. Ahora, muchos se ven como rivales y competidores. El propio Chadwick tuvo esta semana que salir a poner paños fríos por diferencias que se generaron en el bloque. “Está todo absolutamente aclarado, superado y estamos trabajando”, señaló el ex jefe de campaña de Piñera.
Grandes dilemas
El presidente electo también vive sus propias tensiones. Cercanos a Piñera reconocen que por estos días uno de los dilemas que debe resolver es el futuro de una de las piezas clave para su próximo gobierno: Gonzalo Blumel.
El ingeniero y director ejecutivo de Avanza Chile forma parte del círculo de hierro del presidente y aparece como favorito para estar dentro de dos de los ministerios que forman el comité político: Segegob o Segpres. Sin embargo, el ex encargado programático ha comunicado al mandatario electo que el espacio donde mejor se aprovecharían sus capacidades y competencias es en el Ministerio de Desarrollo Social.
En Evópoli la designación de Blumel en Desarrollo Social o en la vocería suma el mismo número de adhesiones. En este último cargo también plantearon la alternativa de Jorge Saint-Jean.
En el equipo de Piñera, en cambio, consideran que Blumel debe mantenerse en el entorno más cercano a Piñera. Algunos, incluso, aseguran que el mandatario electo ya decidió que el ingeniero encabece el llamado “segundo piso”.
Otro de los desafíos para Piñera es mantener una buena relación con el senador Andrés Allamand. El parlamentario comunicó a RN -tal como en 2010- su interés en ser canciller, y en la nómina del partido aparece no solamente como una carta para Relaciones Exteriores, sino también para la Segpres.
El problema -dicen en Chile Vamos- es que el presidente ya tomó la decisión de no sacar a parlamentarios del Congreso. Una opción que genera molestia en el bloque. “Un diputado, un senador que lleva 15 años en el Congreso, con mucha experiencia política, es un muy buen currículum y es mucho mejor que una persona que lleva 15 años en el retail. Esa persona, con todos los méritos que tiene, tiene menos pergaminos para estar en el gabinete”, señala el secretario general de RN, Mario Desbordes, haciendo alusión a la alta incorporación de gerentes de empresas que tuvo el gabinete de Piñera el 2010.
Desempeñarse como canciller es un viejo anhelo de Allamand, y ya en 2010 para Piñera se transformó en un dilema no nombrarlo en la cartera y ni siquiera la llegada del senador a Defensa, el 2011, bajó las tensiones. Por aquellos años fueron notorias las diferencias que se dieron entre Cancillería, en manos de Alfredo Moreno, y Allamand, en Defensa.
A esta lista de dilemas se suma también la eventual incorporación de la senadora Lily Pérez. Al respecto, en Chile Vamos no hay dos opiniones y aseguran que sumar a la fundadora de Amplitud generaría un verdadero quiebre entre el bloque y el presidente.
Piñera -recuerdan sus cercanos- el 2010 se vio tentado a sumar a la senadora a su equipo, y poco antes de las elecciones parlamentarias le consultó si estaba segura de su postulación a la Cámara Alta. Mismo gesto que tuvo en esos años con el senador Alberto Espina. Ambos, sin embargo, optaron por la elección senatorial.
Se trata de una práctica que Piñera ha mantenido con el tiempo, y la misma consulta que hizo a Pérez y a Espina la habría realizado hace algunos meses al senador UDI recién electo por el Maule, Juan Antonio Coloma.
La UDI desató la molestia de Piñera al proponer a Gonzalo Cordero para el cargo de titular de la Segegob. “No podemos no considerarlo”, replicaron en las filas gremialistas.
El objetivo de Piñera, explican en Chile Vamos, es evitar cualquier conflicto. Un hecho de ello es que Piñera está conversando directamente con el senador Manuel José Ossandón, quien ya le comunicó al mandatario que una de sus principales preocupaciones es la Subsecretaría de Pesca, cargo donde RN no puso ningún nombre.
Quienes han conocido detalles de las conversaciones entre Piñera y Ossandón señalan que el parlamentario le pidió al presidente electo no nombrar en ese cargo a una figura que de alguna manera estuviera ligada a la industria y, por el contrario, optara por alguien de perfil técnico. El miércoles 11, Samuel Valenzuela, uno de los asesores principales de Ossandón, se reunió directamente con Chadwick para abordar la nominación de cargos. Lo hizo, pese a que desde RN se preocuparon de incluir en las listas del partidos a figuras ligadas a Ossandón, como el abogado Víctor Ríos, en la Subsecretaría de Obras Públicas, y su sobrina, Bernardita Paúl, en la Subsecretaría de Vivienda.
En el partido del senador y en el equipo de Piñera saben que lo mejor es llevar la fiesta en paz con el parlamentario, a quien se le darán todos los espacios posibles.
Piñera, afirman en Chile Vamos, mantendrá la estrategia de la unidad, evitando focos de conflicto. Respecto del día del nombramiento del gabinete, en el bloque aseguran que serán avisados con 24 horas de anticipación, tal como sucedió el 2010, lo que ha estado lejos de reducir a cero la ansiedad, la que -por el contrario- se ha ido acrecentado en los últimos días, a medida que se acerca la última semana de enero, fecha en que el mandatario electo tiene presupuestado irse de vacaciones al lago Ranco.
El otro lobby
No se sabe aún quién será el próximo ministro de Relaciones Exteriores -quien tendrá un rol clave en la selección de los equipos y figuras que se desempeñarán en las misiones de Chile en el extranjero-, pero el lobby por ocupar una de las “embajadas políticas” ya está desatado en la centroderecha.
Los movimientos se iniciaron prácticamente al día siguiente de la segunda vuelta, luego de que los dirigentes políticos nombrados por Michelle Bachelet como embajadores presentaran sus renuncias, las que se harán efectivas a partir del 11 de marzo próximo. Entre los que ya dimitieron están los socialistas Juan Gabriel Valdés, José Antonio Viera-Gallo y Jaime Gazmuri, jefes de las misiones de Chile en Washington, Buenos Aires y Brasilia, respectivamente.
Parlamentarios que resultaron derrotados en noviembre, como el diputado UDI por el distrito 20 Jorge Ulloa, han manifestado su disponibilidad para asumir una embajada, incluso, antes de que los partidos de Chile Vamos elaboren las nóminas con las propuestas formales.
Otro que también ha hecho llegar su deseo por convertirse en embajador es el ex presidente de RN Carlos Larraín, quien pidió el Vaticano.
La misión de Chile en la Santa Sede, sin embargo, fue calificada de alta importancia por el equipo que trabajó el área internacional del programa de Piñera y que lideró el senador Hernán Larraín, debido a la inminencia del fallo de la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, en la demanda marítima de Bolivia contra Chile. El Papa Francisco se manifestó a favor de una solución a la mediterraneidad de Bolivia, en julio del 2015, durante su visita pastoral a La Paz, donde abogó por el diálogo. Desde 2013, además, Bergoglio y Evo Morales se han reunido cinco veces, la última vez el 15 de diciembre pasado, en el Vaticano.
Por eso, el equipo programático propuso nombrar en el Vaticano al ex embajador de Chile en la ONU durante la administración pasada de Piñera, Octavio Errázuriz.
Otro de los coordinadores del equipo programático, el abogado y ex asesor jurídico de la Cancillería Hernán Salinas, en tanto, es visto como carta para la embajada de Chile en La Haya o como representante de Chile ante la OEA, donde el gobierno de Piñera pretende asumir un mayor liderazgo para fortalecer la Carta Democrática Interamericana y el rol del secretario general de la OEA en la defensa de la democracia en la región.
El programa del mandatario electo en materia internacional también pone énfasis en la relación vecinal, no sólo con Perú y Argentina. Aprovechando la coincidencias políticas e ideológicas con el gobierno de Brasil, se buscará incrementar el acercamiento con Brasilia. En este sentido, el nombre del también coordinador del grupo de trabajo internacional del comando, el ex senador RN y ex embajador Sergio Romero, ha sido mencionado como eventual carta para la embajada de Chile en Brasil.
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