En una columna publicada en el diario La Segunda, el cientista político de la Universidad Diego Portales, Alfredo Joignant, describió el ánimo que por estos han invadido a ministros, dirigentes y parlamentarios de la derecha, a menos de cinco meses de la elecciones presidenciales. “Difuso, atávico y extravagante”, aseguró el experto. “Si considerar que las demandas opositoras en materia tributaria y educacional son la causa de un eventual estancamiento del crecimiento parece exagerado, la afirmación de que una asamblea constituyente estaría provocando un declive de la inversión es definitivamente extravagante”, agregó.
El analista propuso dos formas de interpretar estas “extravagancias neoliberales”. Por un lado, “o son expresiones de oportunismo político con el fin de difundir temor en medio de una campaña electoral” o, por el otro, “son síntomas de malestares más profundos ante lo que parecen ser verdaderas promesas de cambio del “modelo” de parte de la candidata presidencial M. Bachelet”. En la misma línea, Joignant explica: “En ambos casos, es un mismo sentimiento el que se encuentra involucrado, en el primero por difusión deliberada y en el segundo por expresión ingenua del miedo”. Y es en esa misma línea, que el cientista político se pregunta: “¿Cómo podría yo calificar de oportunista la postura del ministro Larraín, sin percatarme de que ella acarrea para él mucho desprestigio académico de parte de sus pares, salvo si se toma en serio que lo que la explica es un genuino sentimiento de miedo?”.
Joignant apunta a que no es la primera vez que ese “sentimiento” se hace sentir en la contingencia nacional. “Es posible constatar que el miedo se difunde periódicamente en las élites y las clases altas chilenas en coyunturas que prefiguran cambios profundos, desde la Unidad Popular hasta el plebiscito del No, sin siquiera citar el ejemplo del Frente Popular o del primer Alessandri”, explica el experto, señalando que las promesas de cambios suelen amenazar intereses y posiciones dominantes. A esto se suma, el espacio que abrió la revolución estudiantil de 2011, “no porque el modelo económico y de coexistencia política se esté cayendo a pedazos ante nuestros ojos, sino simplemente porque la oportunidad intelectual y política de su transformación es real”.
“Lo paradójico es que este miedo no es muy distinto al que embarga (desde siempre, a decir verdad) a un O. G. Garretón o a J. A. Viera-Gallo, quienes se acostumbraron a lo largo de dos décadas a negociar sin franquear jamás los límites del modelo”, afirma Joignant. Un modelo cuyas “trampas constitucionales” apuntan con tanta urgencia a “la necesidad de cambio de Constitución, lo que permite entender el hastío de quienes abogan —y me incluyo allí— por una asamblea constituyente”.
Fuente: www.elmostrador.cl
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