Las elecciones del 30 de Junio son un misterio y al mismo tiempo encauzan la disputa del 17 de noviembre anticipando, con alta probabilidad, el resultado final.
Es evidente que constituye un riesgo apostar por el volumen de votantes que se presentaran el 30 de junio. Se ha dicho hasta el cansancio que en la Nueva Mayoría ganará Bachelet, pero que no se pueden predecir los márgenes y tampoco quién llegará segundo. En la Alianza debería resultar victorioso Longueira, si los votantes se quedan en su casa (debido al pesimismo que domina en la derecha), y sólo se activa la “máquina” UDI.
¿Importan los resultados del 30?
Tenemos la certeza que sí, y mucho.
Una alta votación de Bachelet en su propio pacto fortalece sus dichos programáticos en contraposición de posturas más conservadoras en lo valórico y neoliberales en lo económico y social. Asegura y ensancha las propuestas de cambio que todavía son tímidas en el comando Bachelet. Abre espacios para materias débilmente consideradas como reformas en la Sindicalización y la Negociación Colectiva o en la Salud, poniendo diques a las lógicas privatizadoras todavía dominantes en sectores concertacionistas.
¿Es posible esta maravilla?
Si, hemos dicho que las movilizaciones han producido trizaduras en el modelo vigente y amagado paradigmas que se creían verdades absolutas y que ello ha instalado temores en las oligarquías (sin ofender, me refiero a lo que comúnmente se llaman “las élites”). Esos miedos inasibles e “inamibles”(recordando esa palabrita del cuentista chileno que significa “dejar sin ánimo”), han permitido la instalación de una “coyuntura fluida” en el terreno programático. Usando esta definición de ciencia política aplicada en teoría estratégica, las fronteras y precisiones de los programas están en movimiento permanente, a medida que se expresan representaciones de nichos electorales específicos. Esto es particularmente cierto en la candidatura con mayores opciones de la oposición que continúa en su carrera por asegurar ensanche.
Entonces, el comando Bachelet tiene dos tareas. i) Ganar de manera indiscutible para asegurar piso electoral a su propia lógica programática, ii) Lograr que vote en las primarias de la Nueva Mayoría la mayor cantidad posible de participantes para anticipar una victoria sobre la derecha, construyendo una “profecía autocumplida” y desembarazarse este 30 de junio de las candidaturas “autónomas” que restan votos por la izquierda.
Revisemos esta idea
A la fecha deben evaluarse positivamente las tareas cumplidas por las candidaturas “utópicas” respecto del conjunto de fuerzas que quieren cambios profundos. En este calificativo debemos ubicar a los candidatos humanista, ecologista y poblacional. Meo es distinto en este aspecto. Tiene un espacio propio bastante más pequeño que en la última elección pero también mucho más cerca de la política “real” por su mayor pragmatismo. Entonces es un candidato intrasistema, cuyos votos no se endosarán a las opciones principales.
Señalamos que las candidaturas de Miranda, Pfeir y Claude han servido para empujar opciones de cambio y correr a la izquierda el programa Bachelet. Similar función están cumpliendo las movilizaciones estudiantiles. Estos líderes están hablando con la irresponsabilidad e inocencia de quienes no tienen nada que perder, porque NO ACCEDERAN AL PODER. Es decir, no deberán responder por sus dichos. Pero, tienen la potencia de la denuncia y de la empatía con grandes sectores ciudadanos que todavía no están disponibles para confiar en la neoconcertación o Nueva Mayoría, una fuerza política más amplia que la que nos gobernó por veinte años pero que aún no se encuentra, ni de cerca, en acuerdo con la conducción de los movimientos sociales.
Las tres candidaturas mencionadas tienen el respaldo de pequeñas fuerzas políticas antiguas, fracasadas a la fecha en sus intentos de crecer (Partidos Igualdad, Verdes y Humanistas), y de otros grupos políticos aún menos significativos en sus capacidades de convocatoria (Izquierda Unida, FPMR…etc), pero que no se han conectado con la(s) columna(s) vertebral(es) de los movimientos sociales, en particular los estudiantes. Este antecedente es el que hace posible que se les aleje de opciones serias en noviembre.
Si Bachelet gana claro y fuerte a fines de junio, existirá la tentación, para distintos grupos socio-políticos, de incorporarse a una candidatura con potentes opciones de cambiar Chile, de iniciar caminos ciertos que quiebren los destinos de desigualdad por los que estamos transitando. Se dará origen así a un nuevo cuadro político que empujará en sentido progresista las visiones programáticas de la candidata.
Carlos Cano B.
Director Ejecutivo
CETRA
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