Por Equipo editorial
Luego de una cadencia de noticias que mostrara un panorama – país poco auspicioso y que incluyó la llamada “sequia legislativa”, bajas en la calificación del riesgo-país, el cierre de empresas, el que las cifras de empleo no mejoraran registrando un aumento del desempleo de 0,2% alcanzando al 7,2% en el último trimestre y que además todo aquello se reflejara en una notoria baja del gobierno en las encuestas de opinión hicieron que un empresariado inquieto demandara al gobierno una actitud más activa, que revirtiera la situación cuanto antes.
Así se dibujaron y ejecutaron una serie de medidas que van desde un paquete de legislativo hasta un cambio de gabinete.
De los proyectos enviados al parlamento sorprendió la iniciativa que derogaría la Ley reservada del cobre- que representa en el mediano plazo, un cierto aire fresco temporal para la empresa que fuera la representante del denominado “sueldo de Chile”. Luego, vino la semana dorada del Ministro del Trabajo Nicolás Monckeberg, quien después de anunciar el Plan Maule, tuvo dos días consecutivos de agenda con el Presidente Piñera primero para la firma del proyecto de sala cuna universal y luego el de teletrabajo. Se agregó a este despliegue, el anuncio incluido en el contexto del debate del salario mínimo, de que el bono marzo se adelantaría “para febrero” dándole con ello un toque de eficiencia y populismo al paquete de reactivación
Conscientes de que economía, empleo y seguridad han sido los bastiones históricos de la derecha y de que las expectativas ciudadanas especialmente de sectores medios- para con este gobierno – son consistentes con esa terna de elementos, las medidas impulsadas resultaron atractivas comunicacionalmente.
Es un hecho político, el que de paso, esta agenda pone en una complicada situación a la oposición, pues la modificación del artículo 203 del Código del Trabajo o ley de “salas cuna” así como, la eliminación de la Ley reservada del cobre, fueron dos históricas banderas de lucha de la Concertación y luego de la Nueva Mayoría, sin que nunca llegaran a puerto a pesar de bastante retorica y de cuantiosas mociones parlamentarias al respecto. ¿Será que pasará algo similar a lo ocurrido con el post natal de 6 meses?
Ahora, hay que analizar con detención los proyectos presentados pues sabemos que no de casualidad se acuñó aquello de la “letra chica” para asociarlo a las prácticas del Presidente en su primera gestión. Sin ir más lejos, hace poco el proyecto que crea un Estatuto laboral para jóvenes estudiantes, que buscaba resolver las dificultades efectivas de compatibilizar trabajo y estudio para los jóvenes, salió del ejecutivo rumbo al Congreso con tan lamentables omisiones como no considerar alcances explícitos sobre protección a la maternidad o sindicalización, entre otras materias.
Con todo, quisiéramos pensar que el denominado proyecto “Ley sala cuna universal” verá la luz con rapidez.
Sería un paso importante en poner fin a una nefasta discriminación laboral que ha afectando la contratación de las mujeres, revirtiendo el pesado estigma (sin fundamento real) de “que las mujeres son más caras”. De que una vez en aplicación, colabore además, en hacer efectivo lo que la Ley de Igualdad de Remuneraciones (N° 20.348) en nueve años, no ha podido, alcanzar igualdad en las remuneraciones entre hombres y mujeres. Por cierto, esperaríamos que la iniciativa no sea un empobrecimiento encubierto que termine siendo financiado por las propias empleadas así como que en realidad cubriese a todos y todas las trabajadoras como reza el título a fin de que impulse el cambio cultural hacia una responsabilidad compartida de los hijos.
Por su parte, también aspiraríamos a que el proyecto de teletrabajo no sea una forma de precarización, no afecto a fiscalización efectiva o una forma de condenar – especialmente a las mujeres- a sostener horarios infernales y descontrolados de trabajo o a carecer de seguridad social.
Pero, más allá de las expectativas, la fuerza de la realidad, nos ha hecho desconfiados y nos hace pensar que una vez más, para que esto llegue a buen puerto, dependerá también del seguimiento atento y de la capacidad de actuación y movilización de los trabajadores y sus organizaciones.
Así se inicio agosto, mes de los gatos, con grandes titulares, con agenda legislativa económica – laboral intensa y con la tarea no siempre fácil para los trabajadores de velar para que no les pasen gatos por liebres.
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