Con menos de un tercio en la convención constitucional, con solo uno de dieciséis gobernadores regionales, y ante la posibilidad real de perder el Gobierno, las elecciones parlamentarias de noviembre próximo se transformaron para Chile Vamos en una situación de vida o muerte. De no obtener un buen resultado, las posibilidades de sobrevivir en la primera línea política disminuyen al nivel de quedarse sin capacidad de influir en ninguno de los poderes que hoy dibujan el Chile del corto, mediano y largo plazo. Pero más allá de si serán o no capaces de conformar una lista competitiva, el inédito escenario en que el candidato presidencial Sebastián Sichel, sin partido, tenga voz y voto para la toma de decisiones, tiene a varios nerviosos considerando que los partidos no se caracterizan por la entrega de espacios de poder. Respecto de si tienden o no puentes con el partido Republicano, es aún un dilema sin resolver, esto a pesar de que Sichel ya tiró el mantel descartando aquella posibilidad, una realidad que ni la UDI ni RN han querido aceptar hasta el día de hoy.
A regañadientes, el poder a la derecha se le escapa. Si bien, el veto era una de las grandes aspiraciones en la convención constituyente, pues les permitía generar presión cuando los límites se fueran corriendo más allá de su comprensión e intereses, la pérdida del mismo solo era la confirmación de un poder en picada, puesto que en el caso de haber logrado los escaños necesarios, en ningún ningún caso alcanzaba para imponer una visión sustantiva de su sector en la redacción de la nueva constitución para Chile. Ese poder se les había diluido entre los dedos.
Pero el panorama sombrío no se reduce ahí, la pérdida de presencia territorial, tras la derrota de las elecciones municipales y la de Gobernadores Regionales, se transformó en un cóctel fatídico que se suma a la posibilidad cierta de perder La Moneda. En ese terrero árido, las elecciones parlamentarias resultan esenciales para el oficialismo, porque implican literalmente la sobrevivencia política de su sector, ante la posibilidad de quedarse con las manos vacías, sin cuotas de poder.
En la actualidad, el conglomerado de partidos de Chile Vamos se encuentra en la disyuntiva de cuánto ceder en sus listas parlamentarias, ante la señal inequívoca de renovación que implicó el aplastante triunfo de Sebastián Sichel. Y si bien, entre las negociaciones que comenzaron hace unos días, estaría presente -al menos en el papel- la intención de algunos políticos tradicionales de ceder espacio a los más cercanos al candidato presidencial, en los hechos la lucha por el poder al interior de Chile Vamos no se da en un escenario donde primen las buenas intenciones, mal que mal el futuro de ellos mismos está en juego.
En este aspecto, las listas de cada partido van a traer consigo una pugna por la mejor representación, situación que amenaza con hacer ruido a una campaña que apuesta a un deslinde comunicacional casi total de los partidos. Algo verdaderamente complejo, porque es con ellos con quienes, en caso de ganar la presidencial, tiene que gobernar.
En medio de este conflicto, se cruza una decisión trascendental: pactar o no con el partido Republicano. En la campaña a las primarias, el candidato independiente fue tajante en descartar esa posibilidad, pero tanto en la UDI como en RN no están del todo convencidos. Allí se prevé otro gallito, con un riesgo bastante alto de quedar reducidos en su mínima expresión, en un momento crucial para la definición del país a largo plazo.
Y es que las sucesivas derrotas que ha arrastrado el oficialismo, en una cadena de elecciones de máximo interés para el país, han dejado la representatividad del votante de derecha reducida a espacios más de queja, que de propuesta. La mala lectura que se hizo de la ciudadanía, sin un diagnóstico común, post 18 de octubre, tiene hoy al oficialismo en su peor momento y con riesgo de quedar sumidos en la total irrelevancia en el corto, mediano y largo plazo.
Es por esto, que todas las fichas se juegan en las próximas elecciones parlamentarias -espacio no sólo de alcance legislativo o de fiscalización del sistema- ya que será esta institucionalidad la encargada, a través de los procesos de reforma, «de afinar una eventual nueva constitución». Algo que «para nada es poco”, señalan con resignación desde Chile Vamos, considerando que ya no son parte con injerencia en la redacción de la misma.
Y citando la ya célebre frase de “cada día puede ser peor”, en caso de no obtener un buen rendimiento electoral en las elecciones parlamentarias de noviembre, el conglomerado quedaría con“respirador artificial” por un largo período de tiempo, algo que el electorado de derecha difícilmente estaría dispuesto a perdonar, señalaron desde la UDI.
Para el director de Tres Quintos, Kenneth Búnker, “se acerca un escenario preocupante en el sentido que la derecha efectivamente puede quedar marginado de un espacio de poder más. Ahora podría quedar fuera también en el ámbito legislativo, lo que sería un tremendo problema, porque una vez que se escriba la nueva constitución, en los pendientes de la nueva constitución habrá que hacer ajustes en el parlamento. Si la derecha pierde de esta elección, no va a haber participado en plenitud en el proceso constitucional, ni en la implementación nueva constitución”.
Por ahora, señalaron desde los cuatro partidos que componen el conglomerado oficialista, que existiría plena conciencia de que el electorado está en busca de rostros frescos e independientes, pero es sabido que la negociación para acordar una lista parlamentaria nunca ha estado exenta de roces de alto calibre. Fuera de micrófono, diversas fuentes ceden ante la fuerza de la realidad: “No se va a creer que los partidos van a cambiar su forma de hacer las cosas de un día para otro”, advierten. Esto, a fin de cuentas, podría terminar transformándose en una verdadera «roca» en el zapato, para el último tercio de la carrera presidencial de Sebastián Sichel.
Si el discurso de Sichel es el de una política sin la preponderancia de los partidos -más allá que de ganar la presidencial tendría que gobernar necesariamente con ellos- cualquier cosa que huela la “vieja política” les jugaría en contra en especial en cuanto al rendimiento electoral en las parlamentarias.
Un caso que ya ha levantado cierta polvareda hacia afuera es lo que ocurre al interior del gremialismo, donde luego de la derrota se generó una fricción no menor entre bandos, como es el que encabeza la actual directiva de Ernesto Silva, y la saliente, con la senadora Jacqueline van Rysselberghe.
Justamente el nombre de esta, es el que está puesto sobre la mesa, en medio de un conflicto en que no se sabe bien en qué va a terminar. Esta confrontación se da en el cupo senatorial por la región del Ñuble, desde donde cercanos a la actual directiva, acusan a la senadora de intentar quedarse con ese espacio “para instalar a su hermano”, el diputado Enrique van Rysselbeghe. Esta semana, la ex presidenta de la UDI encendió las alarmas cuando acusó a la actual dirigencia de querer instalar “a sus amigos”, en referencia al vicepresidente de la colectividad, Gustavo Sanhueza, diputado que hace un tiempo atrás había declarado intenciones de postular a esa circunscripción.
De todas formas, se espera que la segunda semana de agosto se pueda firmar el pacto definitivo. Pero eso no es todo, la decisión de pactar o no con el Partido Republicano, es un asunto aún irresoluto, y que podría marcar definitivamente el futuro de la coalición.
Si bien la señal que entregó el triunfo de Sebastián Sichel es que se debe intentar crecer más en dirección al centro político – que hoy es considerado desde la izquierda como un estamento más de la derecha- lo que tienen claro desde el comando del ex presidente de BancoEstado, es que uno de los grandes errores que cometieron los candidatos derrotados en la última primaria, fue seguir entregando señales a la derecha más dura, hoy encarnada en el partido liderado por José Antonio Kast.
Aunque se sabe que en Renovación Nacional, actualmente dirigido por rostros del Rechazo como Francisco Chahuán y Diego Schalper y también en la UDI, abogan por pactar una lista común con el partido Republicano, con el fin evitar lo que creen puede llegar a causar una dispersión importante de votos en primera vuelta, tanto el sector desbordista como Evópoli, ya cerraron filas con el ex ministro de Desarrollo Social. Desde el partido dirigido por Andrés Molina, incluso han advertido de una eventual salida del conglomerado en caso de concretarse la rúbrica.
En la mesa de las decisiones se calcula cuánto sería el costo de un acercamiento con el líder del Partido Republicano para la imagen del candidato presidencial y cuánto podría restarle credibilidad al relato como hombre de “centro”, considerando que quienes están detrás de su candidatura no son precisamente representantes de una mirada ni muy liberal, ni muy progresista, sino derechamente neoliberal como Cristián Larroulet, Andrés Allamand y Andrés Chadwick.
Para este viernes se espera una nueva reunión de las directivas para seguir avanzando en la negociación, donde aseguran que ya han sido varios los nombres que han tenido que ser anulados de los primeros borradores por el perfil que “hoy en día no vende”, como son los “hijos de, los amigos de, los conocidos de”, o que por lo menos públicamente entreguen esa imagen.
En tanto rendimiento electoral, quienes se oponen señalan que cuando se pactó con Republicanos, no hubo un real beneficio para el sector en la convención constituyente, puesto que al incorporar a Teresa Marinovic por la lista de RN, más bien les jugó en contra, considerando que el cerco cultural, desde el estallido social a la fecha, se corrió hacia lo social.
El vicedecano de la escuela de gobierno de la UDD, Rodrigo Arellano sostiene que “el escenario actual, con la votación que ha tenido la centro derecha en la última parlamentaria y en la convención, se requiere rápidamente leer al electorado que está demandando nuevas figuras, nuevas caras, para poder conformar lista parlamentaria, que no solo asegure buena votación a Sichel, sino que tenga mejor representación que la actual. A eso agregó que “van a tener que repensar las listas parlamentarias. Lo que pasó el domingo fue una señal potente sobre qué es lo que quiere el país y votan los chilenos, porque es muy distinto conformar una lista parlamentaria para Lavín, que hacerla para Sichel”.
En el caso del director del IES, Claudio Alvarado, “la elección parlamentaria para la derecha es crucial, muy importante, primero porque la opción de disputar La Moneda va a estar muy peleada, y entonces hay una posibilidad real de que la centroderecha no la alcance, y en ese cuadro, es el parlamento donde puede buscar posicionarse, contribuir, contrapesar». De lo contrario, habría que comprar gladiolos.
Fuente: El Mostrador