Tres huelgas sindicales ha enfrentado la banca este año: Scotiabank, Banco Paris y Banco Ripley. Un número poco usual para un sector donde los sueldos se pueden ver radicalmente afectados si no se cumplen las metas.
Pero, según explica Patricio Guzmán, economista de la Confederación Bancaria, “en el curso de los años ha habido un deterioro general de los trabajadores bancarios”, lo que se traduce en funcionarios externalizados que siguen dentro del banco, extensión de la jornada laboral amparándose en un artículo creado originalmente para cargos gerenciales, o la introducción de la “meritocracia, o sea, ganas según metas. Parte fija del sueldo se ha ido reduciendo y cada vez es más importante cumplirlas; si no lo haces, tienes un mal sueldo. Para evitarlo, la gente hace jornadas de 10-12 horas, incluidos los fines de semana, porque quieren vender más”.
En opinión de los dirigentes que lideraron estas movilizaciones, sus resultados fueron bastante pobres en comparación a las utilidades que cada una de estas entidades ha acumulado durante este año. De hecho a agosto de este año, las utilidades de la banca en su conjunto alcanzaron los US $2.710 millones, superando en 32,1% las del año anterior en el mismo período.
Pero lo más complejo, aseguran, vino de la mano de las prácticas antisindicales que sufrieron, que van desde el quiebre del sindicato, el reemplazo de trabajadores durante la huelga -práctica que según el Informe de Derechos Humanos de la UDP mantiene en un panorama desolador a este derecho en Chile-, hasta despidos tras el fin del fuero.
LA APLANADORA
Diecesiete días estuvieron en huelga mil cien trabajadores del Banco Scotiabank. Pese a eso, lo único que obtuvieron fue el mismo contrato que tienen desde hace cuatro años, sin cambios en las metas, aumentos de sueldos ni bonos.
“Nos pasaron la aplanadora”, asegura la presidenta del sindicato Número Uno, Gloria Soto, que relata cómo terminaron divididos: con 400 de sus miembros “amarrados” por cuatro años más con el mismo contrato y con una fecha distinta de negociación. Y es que, asegura, “el banco utilizó el mismo procedimiento de negociación colectiva para quebrar el sindicato (…). Yo antes decía que la legislación laboral en Chile estaba hecha para empresarios. Hoy digo que está para coartar a los trabajadores. Para no reclamar ciertos derechos, para quitárselos”.
La propuesta presentada por la agrupación sindical -que tiene sus orígenes en el Banco del Desarrollo, y es el más grande de los cuatro que tiene la compañía con 1.500 asociados y que incluye a ejecutivos, operativos, ejecutivos comerciales, cajeros, vigilantes y administrativos, e incluso a un par de gerentes- apuntaba principalmente a regular las políticas de la banca en torno a las metas. “Nadie ha regulado eso. Hoy el banco está cambiando la forma en que construye el sueldo por sueldos variables. La política de los bancos va hacia allá. Pero ¿qué ocurre? Que el banco, cambiando políticas de metas y evaluaciones, termina coartando posibilidad de generar un buen sueldo. Con esta negociación tratamos de regular eso”.
A septiembre de 2014, Scotiabank, de capitales canadienses, acumula utilidades por más de 76 mil millones de pesos, cifra mayor a la obtenida en todo 2013. Según información de la Superintendencia de Bancos (SBIF), la entidad financiera ganó a diciembre de ese año, 65 mil millones de pesos.
Casi la mitad de los sueldos base de los trabajadores que adhirieron a la huelga fluctuaba entre los 225 mil y los 500 mil pesos, según datos entregados por el sindicato.
La dirigenta explica que para recibir un bono “debes cumplir con cuatro variables y entre ellas existe una evaluación individual. Puede darse que individualmente estés bien evaluado, pero si tu gerencia o gerente está mal evaluado, no recibes este incentivo. Si estuviste con licencia prolongada tampoco recibes bono. Si tuviste guagüita se te cancela de acuerdo a la proporción. Quizás estas formas son razonables, pero lo que no es razonable es la migaja que el banco entrega versus sus ganancias y los bonos que sacan los altos ejecutivos del banco. Ellos siempre están asegurados sobre 5 rentas e incluso se dice que el Gerente General se lleva 19 rentas, mientras la media que se les cancela a los trabajadores no alcanza a ser un sueldo”.
Desde el sindicato aseguran que por parte de la empresa hicieron todo lo posible por quebrar el sindicato y la negociación. Entre otras cosas, Gloria Soto señala que “nos cortaron las comunicaciones, nos cortaron todos los correos en pleno proceso de planificación para que no enviáramos mails a los socios. Así ellos enviaban comunicados diciendo que nosotros no queríamos negociar. Igual nos comunicábamos por teléfono o WhatsApp ”. Además, enviaban “ofertones” y comunicaciones internas a los trabajadores diciéndoles que no habíamos aceptado su oferta. Luego de una larga negociación que no llegó a puerto, el 15 de octubre se votó la huelga, que fue respaldada por 97% de los miembros del sindicato.
“Llegó la huelga y el banco esperó el descuelgue. Porque sabía que el 26 de octubre se pagan los sueldos. Hizo todos los descuentos habidos y por haber para que la gente se descolgara. Hubo gente que sacó 4 lucas, 20 mil pesos. La gente sin plata, ¿qué iba a hacer?”.
El 29 de octubre se cumplía el plazo legal para que los trabajadores que quisieran dejar la huelga volvieran a sus puestos de trabajos. El día anterior, recibieron un comunicado de parte de la compañía recordándoles el punto y recalcando su apertura para lograr un acuerdo, afirmando que “el sindicato ha realizado acciones inapropiadas que hacen más difícil alcanzar un acuerdo y promover relaciones laborales armoniosas, como los incidentes registrados recientemente en varias de nuestras sucursales, así como la casa matriz de Scotiabank Chile”.
Además de esto, asegura Gloria, “el banco ofreció darles un bono por descolgarse de la huelga”, que -detalla- iba desde los 200 mil pesos hasta el millón 250 mil, dependiendo de la antigüedad y el cargo, “tras lo cual 400 personas se descolgaron”.
Con esto, “los amarraron por cuatro años con el contrato, sin reajuste. No lograron nada. El resto, nos acogimos al artículo 369 del Código del Trabajo, que permite que, si no llegas a acuerdo con la empresa, reactivas el contrato que tenías y se negocia nuevamente en año y medio”. Así, asegura, “el banco apostó a debilitarnos: de 1.100 personas que podían negociar en una misma fecha, con el descuelgue lo dejó con 700 gallos. Ya no podemos negociar con los otros 400 juntos”.
La clave de esto es que mientras menos gente esté negociando “es más fácil meter rompehuelgas, hay menos poder de presión”.
De hecho, según Soto, “oficialmente la Dirección del Trabajo reconoce que hubo 200 reemplazos, pero hubo gente que reemplazaron con trabajadores de dentro de la empresa. Entonces, la verdad es que reemplazaron entre 400 y 500”.
Scotiabank rechaza haber incurrido en prácticas antisindicales y buscado quebrar el sindicato. “No hubo una estrategia como la que se indica. El Banco ha mantenido siempre relaciones de respeto con sus sindicatos, participando de buena fe y dentro del marco legal durante todo el proceso de esta negociación. En ese contexto, se efectuaron once reuniones, en las que el Banco hizo planteamientos y propuestas a los dirigentes sindicales y, posteriormente, solicitó los buenos oficios a la Inspección del Trabajo realizándose reuniones adicionales, y luego mantuvo la disposición de diálogo durante la huelga, todo con la intención de poder alcanzar un acuerdo razonable para ambas partes”.
Y agregan que “a partir de ese día -29 de octubre-, algunos trabajadores individualmente decidieron regresar voluntariamente a sus puestos de trabajo e hicieron uso de ese derecho. Un 40% tomó esa decisión legal, acogiendo las condiciones de la última oferta del banco con un incremento inmediato de remuneraciones y un bono de término. El 60% restante, por decisión del sindicato, no lo hizo, acogiéndose al artículo 369 inciso 2 del Código del Trabajo, que posterga por 18 meses las negociaciones, quedando estos regidos por un nuevo contrato colectivo con iguales estipulaciones al vigente, sin incremento de renta ni cláusulas de reajuste o nuevos beneficios”.
Con respecto al reemplazo de huelguistas, Scotiabank afirma que, conforme a la ley, se implementó un “plan de continuidad, para asegurar sus operaciones y la atención de clientes a pesar de la ausencia de los trabajadores en huelga. La tasa de reemplazo fue de 21% respecto al total de trabajadores en huelga. En dicho porcentaje, se incluyen personas que trabajan en el banco y que fueron destinados a cubrir los puestos de trabajadores en huelga, todo ello de acuerdo a resolución de la Dirección del Trabajo que autorizó expresamente al banco para hacerlo”.
Hasta el 30 de noviembre los trabajadores cuentan con fuero sindical, por lo que no pueden ser despedidos. Según Gloria Soto, “lo más probable es que lo hagan. Lo que sí ha habido son represalias: a la gente le están quitando carteras y dándoselas a otras personas que no estuvieron en huelga. Hay gente que han evaluado mal o la cambian de puesto de trabajo. El tema es tremendo”.
EL PREMIO
Antes de Scotiabank, en agosto, los trabajadores del Banco Paris también aprobaban la huelga. Y si bien solo duró siete días, las mejoras obtenidas se redujeron a un “aporte sindical” a sus miembros. En tanto, los trabajadores no sindicalizados recibieron un bono por haber permitido “dar continuidad al negocio”.
Banco Paris, en el que al momento de la huelga había unos 200 trabajadores, es parte del holding Cencosud, de Horst Paulmann, y a septiembre de este año ha obtenido utilidades por más 4 mil millones de pesos, según la SBIF.
En julio, los 131 miembros del Sindicato Nacional de Banco Paris, compuesto por ejecutivos comerciales, cajeros, tesoreros y vigilantes, cuyo sueldo base van desde los 400 mil a los 600 mil pesos según datos entregados por ellos, iniciaron la negociación colectiva. Según explica la secretaria del sindicato, Magaly Soto, “presentamos el pliego de peticiones un lunes y el viernes salió a la luz pública por los medios que Banco Paris estaba haciendo un nuevo negocio con Scotiabank”. Negocio que se traduce en que el banco canadiense participa de 51% del negocio financiero del retailer.
“Para nosotros fue una sorpresa. Luego de eso nos dijeron que la negociación no podía avanzar más”. Al final “lo único que nos ofrecían era un bono, al principio de 200 mil pesos y luego ya en la mediación se logró subir a 400 mil pesos. Pero también era insatisfactorio, porque las expectativas estaban en que trabajadores todo este tiempo habían trabajado y las utilidades del banco habían sido enormes y se habían logrado por el esfuerzo de todos y no estábamos viendo nada de ellas”, explica la dirigenta. Luego de eso se votó la huelga.
Cuando comenzó a operar el banco, había unas 60 sucursales a nivel nacional. En diciembre próximo se cerrarán 8 de las 9 que quedan.
Según Magaly Soto, al materializarse la huelga hubo un 23% de reemplazo. Pero lo más complejo a la hora de medir fuerzas, fue que en la práctica “en el banco han hecho un nuevo negocio en el que colocaron dentro de la tienda de retail, contratados con otro Rut, a los trabajadores del banco. Esto empezó a gestarse hace un par de años y ahora se cierran las sucursales del banco porque están volcando sus funciones al departamento financiero dentro de la tienda. Es un banco disfrazado: el cliente firma un documento en que les permite hacer vale vista y en la misma tienda lo cobran. Al principio lo cobraban en el Banco Paris. Entonces se hacen transacciones bancarias los fines de semana, siendo que hay horarios para la banca fijados por la Superitendencia. Acá funcionan fines de semana, festivos”.
De esta forma, mientras se gestaba la huelga, “seguían vendiendo igual dentro de los puntos del retail financiero que tienen dentro de los malls”.
Al final, en vez de un bono de término de conflicto, obtuvieron un “aporte sindical” por parte de la empresa, de 81 millones 450 mil pesos, lo que se repartiría en partes iguales para todos los miembros del sindicato. “En total, correspondieron como 620 mil pesos a cada uno y como sindicato pusimos una diferencia de un millón 80 mil pesos para redondearlo en 630 mil”.
Según el asesor sindical Juan Vergara, “esto se usa para que no sea imponible y después el sindicato lo reparte líquido, sin descuentos. Si se paga el bono al trabajador, esto es imponible y se debe descontar 20% de cotizaciones, porque es remuneración. Si se paga al sindicato es un aporte, no remuneración, por lo tanto, no hay que descontar cotizaciones”.
La huelga terminó el 14 de agosto. El 29, el gerente general de Banco Paris, Andrés Munita, enviaba un comunicado a los trabajadores no sindicalizados reconociendo “a todos quienes a pesar de las inquietudes existentes y de los eventos provocados por esta negociación, se mantuvieron atentos a sus labores, permitiendo dar continuidad al negocio sin inconvenientes”.
A cada uno de ellos, se le anunciaba el pago de un “bono especial” de $ 400 mil a rentas menores de un millón de pesos, y de $ 340.000 a las que superaran ese monto. Regalía que excluía a gerentes y subgerentes
“Ahí fueron descarados”, asegura Magaly Soto. Y agrega que “hacer entrega de este bono siendo que nosotros en estricto rigor no tuvimos bono sino aporte al sindicato -decían que no tenían más plata- es antisindical y discriminatorio. Entonces da lo mismo si estoy o no sindicalizado, me dan bono igual, no estuve en huelga y recibo todo”.
La situación fue presentada ante la Dirección del Trabajo como una práctica antisindical. Consultados sobre el tema, desde Banco Paris no hubo respuesta.
LA REVANCHA
Al igual que en Banco Paris, los trabajadores del Banco Ripley también estuvieron en huelga por siete días.
En este caso, asegura el presidente del Sindicato Nacional, Patricio Sanhueza, “se avanzó”. Entre otras cosas “logramos nivelar los sueldos inferiores a 270 mil pesos, conseguimos incrementos, aumento de bonos”.
El sindicato, que abarca a vigilantes, ejecutivos comerciales, cajeros y tesoreros, consta de 368 miembros y representa a poco más del 30% de los trabajadores de la institución financiera.
Esta es la primera vez que votan favorablemente una huelga, luego de cuatro negociaciones. La diferencia, fue que “antes negociábamos bajo la razón social de Banco Ripley. Este año cambió la figura, negociamos con la compañía”, detalla Sanhueza. Y agrega que “exigíamos rentas acordes al mercado banco, comparándonos con la banca. Pero ellos comparan sueldos dentro de la compañía Ripley. Eso se dio este año y nos pegó fuerte. Hasta el 2011 nuestra negociación era con banco Ripley bajo el perfil de entidad bancaria-funcionario bancario. Entonces, veníamos con un contrato colectivo mejor que el de las tiendas y quedamos casi a la par. Rentamos mucho más que una tienda pero no te están dando ganancias de banco”.
Según el dirigente, “el banco sigue teniendo ganancias estratosféricas. La parte comercial se da cuenta de que el negocio sigue en alza: nada ha cambiado. Incluso el banco a medio año ya ha cumplido metas del año pasado. Imagínate cuando cierren a diciembre de este año, las van triplicar. Lamentablemente, para los trabajadores no se puede obtener esa ganancia. Solo ganan directores y dueños de la empresa”.
A septiembre de este año, Banco Ripley acumula utilidades por más de 38 mil millones de pesos. En la misma fecha en 2013 sumaba poco más de 6 mil millones de pesos, según cifras de la SBIF.
Sanhueza explica que no tuvieron mayores problemas con el reemplazo de trabajadores, porque “en muchas partes las oficinas se mantuvieron cerradas, solo entraba el encargado. Jugó a favor la existencia de un solo sindicato nacional”.
Los mayores problemas para los trabajadores, según Sanhueza, vinieron después del término de la huelga: cuando se acabó el fuero sindical. “Nos han despedido a 43 personas, todos sindicalizados. Fueron los más visibles en la huelga, los que estuvieron más. Lo justifican al alero del artículo 161 -necesidades de la empresa- por reestructuración, pero sabemos que no es así. Luego contratan gente nueva. Son las consecuencias de la huelga”.
Sanhueza señala que también han despedido a 12 personas no sindicalizadas, “para que no se pueda configurar como práctica antisindical. De hecho, empezaron con no sindicalizados. Entonces la figura no se da, según la Inspección del Trabajo”.
“A los de Scotiabank les pasaron la aplanadora más fuerte que a nosotros mientras estaban en huelga. Pero la aplanadora nos la está pasando ahora con estos despidos”, asegura. Desde Banco Ripley declinaron referirse al tema.
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