Regresar a casa con vida: la desprotección de las jóvenes en Latinoamérica

No se trata de una tendencia más de redes sociales, aunque se ve como cualquier otro video de TikTok: en él, una persona mira a la cámara, espera en silencio, y en el fondo suena el tono de una llamada. Se trata de una grabación que sirve para que quienes viajan solas o solos puedan simular que están hablando con alguien que los espera, y está acompañado de este mensaje, que solo ellas pueden ver: «Usa este audio cuando te sientas inseguro/a en el taxi o autobús”.

«Ya nos llegó tu ubicación” o «Te espero afuera de la casa”, se escucha luego, con la intención de disuadir a cualquiera que pretenda hacerle daño a la persona que viaja sola. Puede que sea solo un video, pero tal vez salve una vida.

Contenidos como este emergieron recientemente en las redes sociales tras el caso de Debanhi Escobar, una adolescente de 18 años que desapareció en el estado de Nuevo León, México, el 9 de abril, 13 días después la encontraron asesinada.

Debahni Escobar regresaba en taxi a su casa después de una fiesta, pero se bajó del vehículo en la carretera Monterrey-Laredo. Según sus familiares, fue porque el conductor empezó a acosarla sexualmente.

La Policía local indicó que la joven, hallada en la cisterna de un motel, murió como producto de una «contusión profunda de cráneo”. Las circunstancias de su muerte no han sido esclarecidas todavía.

El caso del asesinato de Debanhi conmocionó a México y reactivó la discusión en torno a las estrategias que deben adoptar las mujeres, y las personas jóvenes en general,  para lograr regresar sanas y salvas a casa.

Debido a la desprotección que sufren, en especial, las mujeres en América Latina al salir a la calle, y a los riesgos que corren en el espacio público debido a la violencia, grupos que trabajan por los derechos de género, organizaciones no gubernamentales y usuarios de plataformas sociales se han abocado a la difusión de consejos y recomendaciones, sobre todo a través de las redes.

El colectivo feminista Brujas del Mar, en México, por ejemplo, difunde medidas de precaución en Instagram para viajar en taxi. «Primero tomo fotos de la placa y el conductor, envío fotos a amigos y familia”, recomendaron meses atrás.

Para Doreen Vorndran, especialista en políticas públicas de seguridad y líder del programa de fortalecimiento de gobierno del Tecnológico de Monterrey, la respuesta en redes sociales al caso de Escobar es un síntoma de que la sociedad no confía en el Estado a fin de garantizar la seguridad de sus ciudadanas y ciudadanos.

La experta resalta la importancia de implementar medidas que prevengan situaciones de riesgo y campañas que involucren a la juventud. «Al final, lo que queremos es que regresen a casa con vida”, dijo Vorndran en entrevista con DW.

La juventud, en la mira

La inseguridad y la criminalidad no solo azotan a México, sino a toda América Latina. Considerada la región más violenta del mundo, las últimas estadísticas disponibles sugieren que el subcontinente concentra el 33% de los homicidios a nivel global.

Un informe de las Naciones Unidas sobre innovación en seguridad ciudadana alertó en 2020 sobre que la región es la única en donde la tasa de homicidio sigue creciendo de forma sostenida, y que las principales víctimas del crimen violento son las personas jóvenes, las mujeres y las niñas.

El reporte destaca que la tasa de homicidio de adolescentes entre los 18 y los 19 años fue de 46 por cada 100.000 habitantes, muy por encima de la tasa promedio de la población, según datos reportados por 15 países de la región para 2016.

«América Latina, en comparación con otras regiones, tiene la incidencia más alta en homicidios de personas jóvenes. Ese es el grupo más impactado por el fenómeno de la violencia y la inseguridad y eso exige que se tomen medidas”, explicó Vorndran.

La especialista agregó que esta realidad es un tema de discusión entre los gobiernos de la región. Sin embargo, aseguró, es necesario revisar los resultados de las políticas gubernamentales en materia de seguridad para constatar su efectividad.

«Se están tomando acciones, pero carecen de una documentación que permita conocer qué impacto tuvieron”, aclaró. «Existe muy poca evidencia sobre qué intervenciones han funcionado”.

Una mujer sostiene un cartel que reza los jueces y los fiscales son corruptos durante una protesta en La Paz, Bolivia.Mujeres se movilizaron en La Paz, Bolivia, a principios de 2022 en contra de la impunidad en el sistema de justicia.

Con enfoque de género

Ante la falta de datos oficiales en Latinoamérica, la sociedad civil se ha organizado a lo largo de la región para recoger información y promover políticas de seguridad.

Fundada en Chile, la plataforma Ciudad Feminista cuestiona las diferencias que experimentan hombres y mujeres a la hora de transitar por las ciudades.

En un estudio realizado en 2019, esa organización constató la percepción de inseguridad de las mujeres en los accesos y salidas del Metro de Santiago de Chile, y se espera que los datos recogidos sirvan al Ejecutivo para el diseño de políticas públicas.

«El solo hecho de tener miedo es violencia de género. Esto es lo que ha llevado a las mujeres a adoptar estrategias”, señaló a DW Patricia Retamal, una de las fundadoras de la red. Esas estrategias van desde preferir pagar un viaje en taxi, coordinar con un familiar para que las espere, o caminar trayectos más largos para evadir, por ejemplo, calles mal iluminadas.

Ropas de víctimas de feminicidio y carteles yacen en el piso de una calle en San Salvador a manera de protesta contra la violencia.En El Salvador, familiares de víctimas de feminicidios también exigen respuesta. En 2021, la cifra acumulada de feminicidios se elevó 7,25% con respecto al año anterior, según datos oficiales.

A diferencia de los hombres, añadió, las mujeres no solo están en riesgo de experimentar violencia física, como un robo, sino también violencia sexual.

En Fortaleza, Brasil, una aplicación llamada NINA ayuda a recoger y sistematizar denuncias de mujeres que han sufrido agresiones o acoso en el transporte público.

Creada por Simony César en 2019, NINA es capaz de integrarse a aplicaciones de movilidad en el teléfono. Toma datos de las usuarias que hacen la denuncia y envía la información al gobierno local, a la vez que mapea las zonas con más incidentes. «Hasta la fecha, NINA ha recogido más de 2.000 denuncias”, dijo César.

Pero solo los datos no bastan. Tanto Vordran como Retamal coinciden en que, para que se produzca verdaderamente un cambio, es necesario que también exista voluntad política. César está de acuerdo y agrega a un tercer actor: «También es importante que se sume a esto la sociedad civil, y que sigamos teniendo estas discusiones”. Frenar la violencia contra personas jóvenes y la violencia machista en América Latina sigue siendo una tarea pendiente, tanto de los gobiernos como de los ciudadanos.

Fuente: El Mostrador