Una álgida polémica y no menor confusión se ha vivido durante los últimos dos días a raíz de una sorprendente denuncia que emergió en medio de la tragedia del norte: un grupo de mujeres, trabajadoras de la empresa Frutícola y Exportadora Atacama, estaría desaparecido luego de haber sido arrastrado por un alud el container en el que dormían encerradas.
La versión surgió de residentes del sector de San Antonio, en la comuna de Tierra Amarilla, que manifestaron a Televisión Nacional su preocupación por la suerte de las mujeres. La noticia causó revuelo inmediato luego de su emisión, el día viernes, y fue replicada por varios medios de comunicación.
El rápido desmentido de la empresa en cuestión y del propio alcalde de Tierra Amarilla –quien habló de «rumores y especulaciones»– no bastó para descartar la imputación y durante toda la jornada del sábado las autoridades siguieron haciendo eco de ésta.
La propia Presidenta Michelle Bachelet, tras encabezar un Consejo Operativo de Emergencia en el Palacio de La Moneda durante la mañana de ayer, se refirió al hecho ante la prensa. Dijo haber consultado si existía «evidencia» de la denuncia y agregó que «hay dos brigadas de Carabineros recorriendo la zona (…) Hasta ahora no se ha encontrado ningún container con personas o vacío que pueda responder a esta situación».
«Paralelamente, la Dirección del Trabajo ha enviado al director del Trabajo regional para verificar si existiera esta situación o no. Hasta ahora -y están en la zona buscando- no hay ninguna evidencia de esta situación», remarcó Bachelet.
El tema fue abordado también por el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, en la última aparición que tuvo ante los medios de comunicación la noche del sábado, en la Onemi, tras regresar del norte: «Todos los equipos que han estado trabajando en la zona, especialmente Carabineros y el Ejército, no han encontrado a ninguna persona dentro de un container. De hecho, algunos rastros que se decían de sangre más bien correspondía a otra situación, algunos químicos», indicó.
«Ya Carabineros hizo los peritajes, así que hasta el momento no hay ninguna información de ese tipo y ningún container se encontró con candados o cerrado, como en algún momento se dijo. Ésa es la información oficial que nos ha entregado Carabineros el día de hoy (sábado)», expresó el jefe de gabinete.
El Diario de Cooperativa consultó por el punto también al comandante de la FACh Óscar Zambrano, a cargo de labores de rescate aeromédico y de personas aisladas en la zona de la catástrofe: «Hemos tenido información del container con personas adentro, lo hemos buscado. Lamentablemente no hemos tenido éxito con encontrarlo», declamó el uniformado pasadas las 22:00 horas del sábado.
Debate en la web
La «polémica de los containers» se tomó también durante el viernes y el sábado las redes sociales. La propia palabra fue una de las tendencias destacadas entre los usuarios chilenos de Twitter.
«Mujeres encerradas en un container. Suena a un relato de la esclavitud. Si es así, hay que cerrar este país por fuera», reflexionó Nicolás Copano.
«DA MUCHA VERGÜENZA D ENCIERRO EN CONTAINER A TRABAJADORES:nada lo justifica Otro hecho,q nos desprestigia aún + a nosotros los Empresarios»,espetó en su cuenta Roberto Fantuzzi, presidente de Asexma. Ante réplicas negativas que tuvo su «tuit» escribió en otro mensaje: «Hay muchos TWITTEROS q desmienten lo del container. Si es así,pido disculpa Por favor,mandar desmentido«.
«Lo del container con llave era mentira. (No hay nada peor que un periodista sobregirado, aprovechándose del pánico)», criticó la misma red social Álvaro Cruzat (UDI), subsecretario de Agricultura durante el Gobierno de Sebastián Piñera.
«Y lo de Ruiz-Tagle era total% FALSO. Un invento. Barato inventar para desviar atención de desempeño en catástrofe. #Mientequealgoqueda», escribió Luciano Cruz–Coke, miembro de Evópoli y ex ministro de Cultura de Piñera, aludiendo a uno de sus ex colegas, Gabriel Ruiz-Tagle, ex ministro de Deportes y fundador de la Frutícola Atacama, que fue foco de la ira de los cibernautas a propósito de la denuncia.
«Les recomiendo leer declaración pública de @FruticolAtacama sobre la falsedad de mujeres encerradas en container … Q mal es mentir!!», reflexionó a este respecto Cecilia Pérez, la ex ministra vocera de Sebastián Piñera y actual vicepresidenta de la Fundación Avanza Chile, del ex Mandatario.
«Cómo un campamento cerrado por las noches pasa a ser un container cerrado con candado con mujeres dentro. Misterios de Tuiter», se cuestionó el periodista Pedro Cayuqueo.
«Todo es falso»
Precisamente la empresa Frutícola y Exportadora Atacama hizo su aparición en Twitter el sábado con la sola intención de hacer frente al escándalo: @FruticolAtacama es una «cuenta oficial creada para desmentir las graves e infundadas acusaciones sobre nuestra organización tras la tragedia en Copiapó», se lee en el perfil.
Tanto mediante un comunicado como a través de la red de los 140 caracteres la firma desmintió con énfasis las imputaciones: «Jamás hubo candados ni personas encerradas. Todo es falso», manifestó.
Los descargos de la firma están resumidos en seis puntos:
- No hubo candados, ni personas encerradas, por eso queremos desmentir categóricamente las informaciones aparecidas en algunos medios.
- Nuestros campamentos cumplen con todas la normas legales. Los hombres duermen en contenedores especialmente diseñados y con servicios.
- Las mujeres en construcciones livianas mucho más amplias, que no tienen candados ni nada que se le parezca.
- Cuando vino el alud todos salieron por las puertas de acceso, como corresponde; algunos se dirigieron a un galpón y otros a otros destinos.
- Pero lo más importante: nadie se quedó dentro encerrado. El fundo no tiene cierres con candados para los trabajadores.
- No hubo negligencias ni situaciones anormales en nuestros predios, sólo un gran desastre natural donde lo único que corresponde es ayudar.
Quien firma esta declaración es Raúl Robles, administrador del campamento La Capilla de la Frutícola Atacama, que sufrió en carne propia la manera en que «tres aludes» arrasaron el sector donde se desarrollaban las faenas, que empleaban hasta ese momento a «entre 160 y 180 personas».
Hombres y mujeres separados
En conversación con Cooperativa Robles intentó aclarar la manera en que se produjeron los hechos. «Se ha dicho que son containers, como un contenedor donde la gente se mete adentro, (pero) son módulos habilitados como dormitorios, con sus literas, con sus lockers, extractores de aire, con piso de fléxit», señaló, destacando que «los módulos de containers eran ocupados sólo por varones (…) a cuatro personas por pieza», cada uno de ellos con dos camarotes.
El administrador señaló que las mujeres descansan en un tipo de «construcción distinta: unas estructuras revestidas», y lo hacen separadas de los hombres: «En campamentos no podrían estar (juntos). Sería muy mal visto que haya parejas durmiendo en una sola habitación, porque no hay módulos para matrimonios», indicó.
Sachira Rivera es una de las empleadas temporeras de la empresa. Vive en La Serena y llegó hace poco a cumplir un «trabajo de verano» en la sección de «packing».
Ella no estaba en el campamento La Capilla al momento del desastre, sino que el campamento Viña del Cerro, que no fue arrasado. No obstante durante todos los últimos días ha podido recoger testimonios de primera mano de los trabajadores del campamento La Capilla, que «está construido en el medio del cauce de la quebrada», apunta.
Según explicó a Cooperativa, en Viña del Cerro, donde ella trabajaba hasta esta semana, «estaban las etiquetadoras», mientras en La Capilla «estaban las embaladoras, las personas de terreno y los hombres de terreno».
A ambos sexos «los tenían divididos» mediante una reja con pestillo, confirmó: «Lo que pasó es que encontraron al inicio de la temporada a una pareja de muchachos metidos en un container, entonces el pestillo era para mantener separados a hombres y mujeres, o sea, que los hombres no se pasaran a las piezas de las mujeres ni las mujeres a las piezas de los hombres. Ése era el motivo».
«Hombres y mujeres no pueden estar juntos», reforzó: «Así es el reglamento que nos dieron. Después del horario que estipula la empresa –a las 11:00 de la noche de lunes a viernes y a las 12:00 el sábado y domingo- el campamento se cierra. Uno no puede ni salir ni entrar», contó.
Consideraciones de seguridad e inseguridad
Raúl Robles detalló que alrededor de las dependencias de toda la empresa existe un cierre perimetral y, adicionalmente, «tanto el campamento de varones como el campamentos de damas tienen un portón de acceso (cada uno). Cada campamento tiene un cierre perimetral (propio) de malla bizcocho».
«Obviamente hay un portón de ingreso, de seguridad», que se cierra a las 23:00 horas, que es «el portón de acceso al área donde están los campamentos» y cuya existencia se fundamenta en que «en cualquier recinto privado se mantiene la seguridad de las personas, la seguridad de las instalaciones, de los activos».
En el portón «hay un guardia permanente, las 24 horas del día (…) que controla el ingreso y salida del personal, ya sea interno o externo», dijo el administrador, quien aseguró quesi -como ocurrió- el escape quedó cerrado al momento de la tragedia fue porque aquel vigía fue arrastrado por el alud.
«El guardia que estaba de turno en ese momento siente el estruendo y no alcanza a arrancar. Él se salvó arriba de un aljibe (…) Si el guardia no alcanza a arrancar», tampoco podía abrir, indicó Robles, que puso énfasis en el caos que se vivió en dicho momento: «Esto fue tan de madrugada que la gente se dispersó (…) Yo llegué flotando a los contenedores solamente con mi pijama. Casi me muero de hipotermia».
Sachira Rivera tiene, en contraste, una visión crítica de las medidas de seguridad a las que estaban afectos los trabajadores y trabajadoras del campamento La Capilla: «Tenían un cercado grande donde estaban los campamentos divididos con otra reja más, que la mantenían con llave después de las 11 de la noche. Mis compañeras no podían ni entrar ni salir después de ese horario y las dejaban con pestillo. Incluso antes del (miércoles) 25 mis compañeras embaladoras hablaron con las personas encargadas, el jefe de packing, y le dijeron que no las podían tener encerradas por cualquier emergencia. Reclamaron, pero no les hicieron caso», acusa.
El pestillo «estaba en la reja que rodeaba el sector de mujeres. Había una reja rodeando todo el sector de mujeres, una reja alta, y esa reja se mantenía con pestillo. Hoy día el gerente Horacio Parra dio una declaración y dijo que había una puerta de emergencia… Esa puerta jamás existió. Mis compañeras quedaron encerradas, tuvieron que escapar por la malla para poder salir del lugar, o si no todas mueren ahí», aseveró Rivera a Cooperativa.
«Llaves de manejo personal»
Aclarado el punto de las rejas perimetrales, el administrador Raúl Robles negó «tajantemente» que sus trabajadores o trabajadoras hayan estado bajo encierro forzoso.
«¡Pero si son piezas, son sus dormitorios, es una casa! Usted entenderá que estamos en el siglo XXI, cuando las redes sociales funcionan. ¿Usted cree que la gente iba a esperar a que pasara un evento de este tipo para decir: ‘Nos tenían encerrados con llave’? La Inspección del Trabajo, que nos fiscaliza permanentemente, el Servicio de Salud… ¿Usted cree que a la gente la íbamos a tener amenazada para decirles ‘no digan nada de lo que pasa aquí’? ¿Cómo se les ocurre que hoy día vamos a tener gente encerrada con llave y que nadie lo va a denunciar?», criticó.
«Le puedo decir tajantemente, rotundamente que no (estaban encerrados). Los containers, los módulos contenedores podrán tener candado porque la gente, cada uno usa su llave porque salen en la mañana, antes de las ocho, a trabajar, a tomar desayuno al casino, y obviamente que dejan sus piezas con llave, pero esas llaves son de manejo personal. Las piezas de las mujeres todas tienen también llave y cada persona deja su pieza con llave», explicó.
«Hay muertes, pero se salvó la mayoría»
Sachira Rivera contó que, según lo relatado por sus colegas, al momento de los aludeslos 24 containers donde dormían los hombres fueron «arrastrados y llegaron a las piezas de las mujeres, que destruyeron por completo».
En ese momento «la mayoría de las personas salió, por suerte», pero también «hay mujeres desaparecidas (…) Algunas tuvieron que subirse arriba de los containers, otras saltaron a unas cabañas, se subieron arriba de otro techo y pernoctaron ahí, otros quedaron pillados en árboles y tengo entendido que una muchacha quedó atrapada y no se encuentra».
«Hay relatos de otras (mujeres) que se soltaron, se fueron con el alud, otras que quedaron dentro del destrozo de las piezas de material ligero, pero nada se confirma. Como compañeros tenemos la esperanza de que a lo mejor estén en otros campamento o más abajo (…) De que hay muertes, hay muertes, pero se salvó la mayoría», valoró.
El administrador Robles tiene una mirada más optimista sobre el estado de los trabajadores: «Yo no podría asegurar que está el 100 por ciento bien, porque la gente entró en pánico, en crisis, se movieron por sus propios medios, se trasladaron», comentó, resaltando «el shock que hay en ese minuto: lo dantesco de esto hay que estar ahí para verlo».
No obstante, señaló que en sus estimaciones, «el 99,9 por ciento» de los trabajadores está bien y con vida, más allá de que varios sufrieron «lesiones graves».
«Yo espero, en Dios, que estén todos bien. Si estamos bien, que nos hayamos salvado es un gran milagro para lo que pasó allí. Un milagro».
«Una burla»
Sachira Rivera profundizó en sus críticas al acusar la falta de reacción de Frutícola y Exportadora Atacama luego de la catástrofe, aseverando que los trabajadores han tenido como apoyo sólo a sus propios compañeros.
«Después del aluvión todas las personas se fueron, cada una por su grupo: algunas se quedaron en San Antonio en la Iglesia, otras se fueron a otros campamentos, porque cada uno tenía que velar por sí solo. Entre los mismos compañeros nos ayudábamos, porque la empresa no se hizo presente en nada. Personas heridas estuvieron un día entero con sus heridas abiertas y ni siquiera había una gota de alcohol en la empresa, no se presentó nadie de seguridad ni por el tema de salud (…) Entre los compañeros nos organizamos», afirmó.
«Nosotros, la gente de packing que estábamos en (el campamento) Viña del Cerro, tuvimos que pasar nuestra ropa, nuestras cosas, porque las compañeras perdieron todo: llegaron llenas de barro, a pies descalzos, algunas personas en pijama, hombres salieron en calzoncillos… Perdieron todo y el reembolso que dan (en la empresa) son 50 mil pesos para que se vaya cada uno a sus casas (…) Es una burla para mis compañeras que perdieron todo. En la semana nos va a llegar el finiquito con el sueldo que está pendiente. Eso es todo lo que ha hecho la empresa por nosotros», alegó, poniendo un último ejemplo para señalar lo que, a su juicio, constituye un negligente actuar de la compañía.
Dice que durante los aluviones «nadie tocó nada»; ninguna señal de alarma: «Inclusonosotros después del alud seguimos durmiendo, porque pensamos que fue un trueno, y en la mañana se venía un alud encima de nosotros y tuvimos que salir corriendo. A mí me sacaron a pies descalzos dos compañeros corriendo, evitando el alud. Por suerte tenía otro desvío y no pasó por el campamento de nosotros, sino que por detrás. Pero en ese momento nadie tocó chicharra ni nada», insistió.
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