Jorge el breve: renuncia de Insunza deja al descubierto graves fallas de control político de La Moneda

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Con la obligada salida de Insunza del comité político a solo 28 días de haber jurado en el salón Montt Varas, las miradas se dirigen hacía Ana Lya Uriarte, la jefa de gabinete de Bachelet, como la responsable de no haber sopesado, correctamente y en su momento, que la trayectoria laboral del ex diputado PPD podía transformarse en un flanco de conflictos para Palacio, dada la alta sensibilidad que hay en la opinión pública con los casos Penta, Caval, SQM y todo lo vinculado a la delicada relación entre el dinero y la política.

Insostenible. No había dos voces ayer en el Gobierno respecto a reconocer que la situación de Jorge Insunza no resistía más, que no había espacio para otra salida que su renuncia como ministro de la Segpres, que no había forma de sortear favorablemente el cuestionamiento por las asesorías que hizo a Antogafasta Minerals mientras presidía la Comisión de Minería de la Cámara de Diputados. Un antecedente que no prendió ninguna de las alarmas en los mecanismos de control político de Palacio cuando se definieron las piezas del cambio de gabinete del 11 de mayo, una falla mayor y que, en la práctica, responde al primer traspié estratégico de la influyente jefa de gabinete de la Presidencia, Ana Lya Uriarte.

Mucho se dijo, durante las 72 horas que se tomó la Presidenta Michelle Bachelet para definir el ajuste de gabinete de mayo, que Uriarte era la persona con quien compartió sus reflexiones, que sondeó en los partidos a su nombre, que consultó por candidatos, que mantuvo todas las decisiones en una inquebrantable reserva, a tal punto que varios de los ministros salientes se enteraron solo una hora antes.

Por lo mismo, no es extraño que hoy, con la obligada renuncia de Insunza del comité político a solo 28 días de haber jurado en el salón Montt Varas, las miradas se dirijan hacía la poderosa asesora PS como la responsable de no haber sopesado, correctamente y en su momento, que la trayectoria laboral de ex diputado PPD –conocida por sus vínculos con el mundo del lobby y asesorías a diversas empresas– podía transformarse en un flanco de conflictos para La Moneda, dada la alta sensibilidad que hay en la opinión pública con los casos Penta, Caval, SQM y todo lo vinculado a la delicada relación entre el dinero y la política.

“Ella armó el gabinete, ella hizo el chequeo”, precisó ayer una alta fuente de Palacio, asumiendo, de paso, que con este episodio quedó de manifiesto el nivel de improvisación que hubo en ciertas decisiones de ese ajuste.

Si bien algunos dijeron no saber, se comentó entre varios miembros del Gobierno la profunda molestia del ministro del Interior, Jorge Burgos, con esta situación. No puntualmente con Insunza, explicaron, sino con el hecho mismo de que se haya “pasado por alto un antecedente así”.

No es para menos. No hay que olvidar que la Presidenta se jugó las cartas al cambiar completamente al comité político, como eje central de la estrategia para salir de la crisis de credibilidad y cuestionamiento en la que ha está su administración tras el mal manejo del caso Caval y de las boletas del ex ministro Rodrigo Peñailillo al operador Giorgio Martelli durante la precampaña. Por eso, este equipo de ministros, liderado por Burgos, junto con Insunza, el vocero Marcelo Díaz y el jefe de Hacienda, Rodrigo Valdés, tenía la tarea de reconstruir y recuperar las confianzas empresariales, políticas y ciudadanas.

El episodio  Insunza –reconocen en La Moneda y así se entendió también en el seno de la delegación que encabeza Bachelet en la gira por Italia, Francia y Bélgica–, puso en tela de juicio a este comité político y lo dejó en “una incómoda situación”. Algo que Burgos entendió a cabalidad.

El ministro del Interior estaba ayer en la tarde en La Moneda, lo mismo que Valdés y Díaz, mientras Insunza leyó una declaración en el patio de Los Naranjos para anunciar que daba un paso al costado y dejaba su cargo. En Palacio precisaban anoche que si bien esto fue un traspié y bastante feo, el equipo político no entró en crisis, ya que la cabeza de este no fue afectada, en este caso Burgos, como sí sucedió con Peñailillo, quien al ser él el cuestionado, arrastró a todo ese comité político en la crisis.

En el Gobierno recalcaban que la situación de Insunza es bien distinta a la de Peñailillo en todos los sentidos. Que no se supo de las minutas de análisis político a la minera por una filtración de prensa, al contrario, fue él mismo quien hizo públicas todas sus labores previas a asumir como ministro. Además, ponen el acento en que nunca negó la información ni menos ocultó los documentos, los dio a conocer rápidamente y cortó por lo sano, no dilató su situación haciendo que el oficialismo se desangrara en una nueva crisis.

La trastienda

El viernes en la mañana Insunza salió a enfrentar las cámaras para explicar el vínculo que tuvo, a través de su Consultora Virtus, con Antofagasta Minerals, en una performance en que se parapetó en la legalidad, argumentando que “en Chile no tenemos prohibición de que los parlamentarios tengan sociedades para realizar otros trabajos profesionales, por ejemplo, existen muchos parlamentarios que son parte de oficinas de abogados, que tienen otras empresas”, precisó. Una respuesta que no asumió la arista ética del tema.

Cuentan que el viernes, ya entrada la tarde, Insunza conversó con algunos cercanos suyos del PPD, a quienes les confesó que sabía que no podía continuar como ministro, que entendía que era insostenible. Es más, dijo que quería tener un par más de conversaciones y que el lunes se pronunciaría.

Pero todo el fin de semana fue bombardeado públicamente desde su propio partido. Diversas figuras del PPD lo cuestionaron públicamente, hablaban del error que había cometido al tener esa asesoría mientras era diputado y pusieron en duda su continuidad.

Dicen que el ex ministro conversó en su momento con el timonel del PPD, Jaime Quintana, a quien le dijo que no necesitaba que lo apoyaran, que él se defendería, pero sí le pidió que no lo atacaran. Claramente su petición no tuvo eco, a la luz de los hechos, ya que si el sábado había sido cuestionado profusamente en la prensa por los suyos, el domingo en la mañana el diputado PPD, Pepe Auth, en el programa ‘Estado Nacional’, dijo con todas sus letras que Insunza “debería salir, cometió un error grave”.

Pasadas las 15:00 horas, se confirmó ayer que el aún ministro daría una declaración pública en uno de los patios de La Moneda tres horas después. En el PPD ya sabían entonces que se iría del Gobierno y se comentaba que las críticas públicas que se hicieron obedecían a que el partido no resistía otro capítulo de crisis como el vivido con Peñailillo.

La decisión se tomó el sábado en la tarde, después de evaluar todo el escenario y se zanjó finalmente en una reunión en la que participó Insunza y Burgos esa noche. Bachelet, que se encuentra de gira por Europa –Italia, Francia y Bélgica– mantuvo contacto telefónico todos estos días con su ministro del Interior, tal como se confirmó en una declaración pública que se difundió a los minutos de renunciado el ministro, en que se informaba que la Mandataria había aceptado su salida del Gobierno y que ambos habían hablado ayer telefónicamente el punto.

En La Moneda explicaron que, si bien Insunza tenía asumida la decisión desde el viernes y que el sábado en la noche se resolvió a cabalidad, el momento para hacerlo público lo habría decidido la Presidenta.

Oficializada la renuncia, comenzó a circular la posibilidad de que el ex ministro recuperara su escaño como diputado, que dejó el 11 de mayo para asumir en la Segpres y que aún no tiene reemplazo. Pero, en días previos, Insunza ya había dado señales claras a algunos de sus cercanos de que no haría tal cosa, pero después de su renuncia –explicaron– se comunicó con Quintana para zanjar el tema de raíz y sentenciar que “ni por asomo he pensado en volver” a la Cámara Baja.

En La Moneda la declaración de Insunza fue bien evaluada, su tono, su contenido. Que había sido un “acto político” en todo el sentido de la palabra, ya que junto con asumir su error, su “ceguera” de no dimensionar la situación de sus asesorías, lamentar haberle causado un problema a la Presidenta, con su renuncia “puso un alto estándar ético a todos los cuestionados por boletas, a todos, no solo de la UDI”.

No solamente eso, el misil que dirigió a la UDI fue una carta de peso que se jugó, porque neutralizó al gremialismo en su intento por rasgar vestiduras sobre la probidad, desviando el foco de los graves problemas que tienen en este ámbito a raíz del caso Penta y ahora el Caso Orpis, parlamentario que peligra en el Senado por la figura penal del cohecho.

“Lo que no voy a aceptar, lo que no voy a hacer, es otorgarle espacio ni autoridad a la UDI para atacarme y, a través mío, a la Presidenta y vamos a ver si ellos tienen el coraje moral de asumir este estándar y desprenderse de todos sus cargos y posiciones de poder para encarar los cuestionamientos y los juicios. Tampoco voy a aceptar que una debilidad mía les permita reforzar la estrategia de la impunidad. Sé perfectamente que me atacan por mi dura objeción a esa petición de un proyecto de ley que derive en una especie de impunidad impropia, de una amnistía impropia. Jamás contarían conmigo para tamaña desfachatez”, sentenció, con voz golpeada y cerrando con eso su declaración.

En La Moneda precisaron que ese gesto no fue casual y señalaron que la derecha en estos meses “nunca ha cesado en su esfuerzo por lograr impunidad”.

La subsecretaria de la Segpres, Patricia Silva (PS), quedó como subrogante hasta que la Presidenta elija un nuevo ministro. En Palacio ya advierten que con este episodio quedó claro que en ese nombramiento deberá primar, “más que el sacrosanto equilibrio político”, la necesidad que sea una persona incuestionable.

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