El matrimonio homosexual se aprobará en Chile (cuando la elite quiera)

Por Francisco Méndez / Periodista

La aprobación del matrimonio homosexual en Estados Unidos, ha motivado todo tipo de declaraciones y opiniones. Unos-los conservadores- creen que estamos en el acabose y que falta poco para que el apocalipsis se deje caer sobre nosotros. Otros, sin embargo-y desde una mirada mucho menos tremendista y más realista- , creen que esto nunca sucederá en Chile debido precisamente a esas mentalidades conservadoras que aún no son capaces de mirar por sobre su dogmática manera de observar la realidad. Creen que nuestro país está lejos aunque se hayan logrado grandes avances como el Acuerdo de Vida en Común, que regula las uniones tanto hetero como homosexuales que no quieren-en el caso de los primeros- o no pueden-en el caso de los segundos-contraer matrimonio.

Es claro que el matrimonio homosexual llegará a Chile. Lo hará cuando los hijos gays de la elite quieran casarse, y cuando sus padres vean que la felicidad de su hijo o hija se encuentra con una persona del mismo sexo. No será por la gran lucha que los movimientos pro diversidad sexual han hecho por años.

Cuando escucho los vaticinios de parte de quienes están a favor del matrimonio gay asegurando que faltan procesos culturales gigantes aún para que se pueda llevar a cabo este cambio que, claramente, sería un avance en integración y derechos para nuestra sociedad, sólo me quedo mirando. Pensando, y mi conclusión es que en Chile los famosos “cambios culturales” no existen. No son parte de nuestra realidad, ya que el relato construido por quienes ponen la música, por lo general no acepta estos cambios, porque los asustan y se ven desde lejos como una gran avalancha que amenaza con quitar una visión colonial y paternalista que ya se vuelve sempiterna. Sólo basta con mirar nuestra historia.

Dicho lo anterior, cuando se cambian los paradigmas, generalmente, tiene que haber parte de quienes han sido dueños del relato, involucrados para que algo cambie. Tienen que estar los apellidos indicados y las conversaciones con las personas “como uno” para que algo suceda. Es cosa de mirar cómo ha funcionado el movimiento homosexual a lo largo de nuestra historia.Recién cuando salieron del clóset personas relacionadas con la antigua oligarquía y comenzaron a ser tomados en cuenta, siendo que venían por años personajes excluidos sexual y socialmente pidiendo que los dejaran ser humanos, personas ante los ojos asustados del Chile que recién escapaba de la masacre moral instalada por la dictadura. Esto, porque eran “colisas”, “locas”, “maricones”- como decía Lemebel- y no gays. Los gays son más bien del barrio alto y cuando circulan por los pasillos del poder pueden ser tomados en cuenta en una sociedad que se disfraza de progresista, pero sigue estando fervientemente marcada por una clase dominante que tiene conciencia de tal y, sin embargo, no deja que los demás estratos puedan reconocerse como tales.

Por lo tanto, es claro que el matrimonio homosexual llegará a Chile. Lo hará cuando los hijos gays de la elite quieran casarse, y cuando sus padres vean que la felicidad de su hijo o hija se encuentra con una persona del mismo sexo. No será por la gran lucha que los movimientos pro diversidad sexual han hecho por años. Eso no pasa acá, sino en países en donde la movilidad social es real y en donde el conjunto de la sociedad no es mirado como un fundo, en donde las reformas comienzan cuando el patrón se ve afectado por un aspecto que por años se ha negado a cambiar. Lo lamentable es que la elite no tiene hijos pobres ni estudiando en liceos, porque quizás ahí recién podríamos solucionar el problema de la desigualdad y la educación.

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