Para nadie es una sorpresa el aumento que ha tenido la tasa de inmigración en Chile desde la década pasada hasta hoy. De acuerdo con información entregada por el Banco Mundial, Chile se ubica como el segundo destino más alto de inmigrantes en América Latina, solo después de Costa Rica.
Recientemente, el académico Raimundo Undurraga, profesor e investigador del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile y director del Núcleo Milenio MIGRA, junto a Marco González Navarro, profesor e investigador de la Universidad de California, Berkeley, han lanzado un estudio que investiga el efecto causal que ha tenido el influjo migratorio sobre el comportamiento del mercado de la vivienda en Chile y sus consecuencias en la formación de campamentos.
Para ello, los autores han construido el primer panel sistemático de seguimiento histórico de los campamentos en nuestro país, el cual combina información de los catastros del Ministerio de Vivienda y TECHO, además de algoritmos visuales de machine learning que permiten dar seguimiento espacial al proceso de creación, expansión y desaparición de campamentos en un horizonte de más de 20 años a lo largo del territorio nacional.
Según Undurraga, “si tomamos la década pasada, la afluencia anual de inmigrantes pasó de alrededor de 100 mil en 2011 a más de 400 mil en 2021, es decir, la tasa de inmigrantes en el país se cuadruplicó, pasando de un 2% a un 8% de la población total. Esto posiblemente constituya el mayor shock poblacional que ha experimentado el país en su historia reciente”, subraya. Un aumento poblacional de esa magnitud inevitablemente genera aumentos de demanda en diversos mercados, partiendo por aquellos de bienes básicos como la vivienda.
Efecto en cadena
“Lo que mostramos en nuestro estudio es que, en línea con lo que uno esperaría de un shock de demanda por vivienda, los precios de los arriendos aumentaron en casi un 10% producto del shock migratorio. Esto, naturalmente, tuvo consecuencias en el bolsillo de los hogares más vulnerables, motivando a algunos a optar por la vía informal de vivienda que ofrecen los campamentos. De hecho, lo que uno observa en los datos es que el número total de campamentos en el país casi se duplicó en solo una década (2011-2021), y el número de familias que viven en campamentos casi se triplicó (de 30 mil a más de 80 mil), y continúan aumentando hasta hoy. Más aún, nuestros resultados indican que el 100% del aumento de los campamentos en la última década es atribuible al shock migratorio”, explica el académico.
Los inmigrantes no llegan a Chile anhelando vivir en un campamento. Al igual que los chilenos que viven en tomas comunitarias de terrenos, los extranjeros que atraviesan esta realidad en algún momento buscaron poder establecerse en viviendas formales. Sin embargo, el panorama se complicó cuando “el aumento inesperado de la demanda de vivienda no fue acompañado por un alza en la oferta de viviendas asequibles, dando lugar a aumentos inmediatos en los precios de alquiler, lo que llevó a los hogares de bajos ingresos a buscar alternativas de vivienda en asentamientos informales” (González-Navarro & Undurraga, 2023).
En tal escenario, Undurraga recalca: “Dado que el mecanismo es vía aumento de precios de arriendo y los precios de arriendo afectan tanto a migrantes como a chilenos en situación de vulnerabilidad, los nuevos habitantes de campamentos no son solo migrantes, sino también chilenos”.
Que el aumento de la población que vive en situación de campamento se explique por un aumento en los precios de los arriendos y no características propias de los migrantes, es algo que el estudio documenta con evidencia empírica sólida. De hecho, tal como muestran los autores en su trabajo, la inmigración no ha generado un efecto causal ni en empleabilidad ni en ingresos promedios de la población nacional y, al menos desde el punto de vista de la pobreza por ingresos, esta no ha variado producto de la inmigración, descartando así que el impacto de la inmigración sobre la creación de campamentos se deba a que los migrantes “importan” pobreza desde sus países.
El estudio vas más allá y examina por qué la oferta de vivienda no respondió adecuadamente a los aumentos de demanda por vivienda derivados de la inmigración. En el artículo se documentan dos patrones interesantes.
Fuente: El Mostrador