Un conflicto, al parecer menor entre Tesla y 130 mecánicos, empleados de sus talleres en Suecia, ha dejado al descubierto el poder de la solidaridad de los trabajadores y trabajadoras en el mundo, los que están logrando doblarle la mano al gigante de la industria automotriz.
A finales de octubre los empleados de los talleres de reparación de Tesla en Suecia se declararon en huelga y exigieron la negociación colectiva. Musk no cedió. Inmediatamente los sindicatos pusieron en marcha huelgas de solidaridad de los estibadores que descargaban los automóviles importados, limpiadoras de las oficinas o empleados de correos que se niegan a entregar las matrículas. También se han unido estibadores de Dinamarca y Noruega.
La huelga fue convocada por el mayor sindicato de Suecia, IF Metall, que tiene 300.000 afiliados y cuenta con el apoyo del sindicato alemán IG Metall, el más poderoso del país.
Los sindicatos suecos tienen dinero para mantener la huelga durante años. Incluso pagan a los huelguistas el 130% de su salario, para cubrir el fondo de pensiones.
Al frente del sindicato metalúrgico se encuentra , por primera vez, una mujer, Marie Nilsson, que tiene fama de pragmática. Nilsson asegura que » todo el modelo económico está en riesgo». Aunque el sindicato es conocido por su flexibilidad nadie confía que ceda en este asunto.
Tesla es una empresa grande en el mundo, aunque pequeña en Suecia, pero en el conjunto de los mercados nórdicos vende más que en su primer mercado: Alemania. Lo que aquí ocurra tendrá repercusiones mundiales.
Esta batalla ha develado el enorme poder de las huelgas de solidaridad de las y los trabajadores, las que podrían reconfigurar el mundo del trabajo a nivel internacional.
Fuente: El Economista