«Todo a salvo”, le escribió el fiscal regional Manuel Guerra al abogado Luis Hermosilla, el 24 de enero de 2018. “Las causas Vip ya se las quité y están en mi poder. Así que todo a salvo. Asignadas a mí”, se felicita el fiscal, tras sacar de Penta a los persecutores que insistían en buscar justicia en el caso, Carlos Gajardo y Pablo Norambuena.
¿Qué significaba que las “causas VIP” estuvieran “a salvo”? Pues que la impunidad estaba garantizada.
Apenas asume el mando de la fiscalía, en diciembre de 2015, el servicial Guerra toma la iniciativa para cerrar los casos contra políticos. En 2016 notifica a Hermosilla que “le escribí a Andrés” (Chadwick) para “ir terminando las situaciones relativas a gente de la UDI en Penta así como lo relativo a Santiago Valdés”, exadministrador electoral de la campaña presidencial de Piñera en 2009, investigado por contratos forward y facturas falsas.
“Lucho, ayer y hoy les tomé declaración a los Carlos. Simpáticos ambos”, le escribe Guerra a Hermosilla el 27 de julio de 2017. Se refiere a los controladores de Penta: Carlos Délano y Carlos Lavín.
Para diciembre, ya con Piñera como presidente electo y Chadwick como el próximo ministro del Interior, Guerra le dice a Hermosilla: “no sé si te contó ACH (Andrés Chadwick) en lo que estamos por Moreira”, y le cuenta de una reunión con el fiscal nacional Jorge Abbott “para convencerlo de flexibilizar en Penta”.
En enero de 2018 ya está todo atado, y bien atado. Los incómodos Gajardo y Norambuena están fuera y las causas VIP están “a salvo”, asignadas a Guerra.
En el caso de Moreira, Guerra suspende el procedimiento a cambio del pago de $35 millones. En el de los “simpáticos” Carlos, les evita la cárcel a cambio de clases de ética. Claro que en ese caso había otro obstáculo: el Consejo de Defensa del Estado (CDE) se oponía al amañe, lo que le permitiría forzar el juicio oral.
Guerra, sin embargo, operó para sacar al CDE por secretaría del caso. “El exfiscal Guerra es un traidor”, dijo la exconsejera María Inés Horvitz en el podcast Lo Que Importa. “Desmontaron completamente la causa y ahora tengo mucho más claras las piezas del puzle. Todo indica que se le ofreció algo para actuar de una manera, y eso es cohecho”.
¿Qué se le ofreció?
No solo en Penta Guerra actuó en favor de Piñera y sus cercanos. El 3 de agosto de 2017, durante la campaña presidencial, Guerra comunica a Hermosilla que “tenemos la audiencia de discusión de sobreseimiento y reapertura del caso de SPE” (Sebastián Piñera Echenique) sobre la compraventa de la Minera Dominga entre los amigos Délano y Piñera.
“En esa audiencia”, recuerda el reportaje de Nicolás Sepúlveda en The Clinic, que reveló los nuevos chats, “Guerra no informó al tribunal sobre la cláusula que condicionaba el pago de la última cuota por Dominga a que la zona donde se construiría el proyecto no fuera declarada como de protección ambiental, durante el primer mandato de Piñera. Tampoco se indagó la parte del trato que se firmó en las Islas Vírgenes Británicas”.
El 21 de noviembre de 2017, dos días después de la primera vuelta presidencial, Guerra dice que “ACH me dijo que coordinarás un café o un trago para hablar de cada cosa que pasa en este país”.
Ese verano decisivo de 2018, mientras Guerra cerraba el acuerdo en favor de los “Carlos”, Délano se dejaba ver en público, vacacionando en Cachagua junto a su íntimo amigo, el presidente electo.
El acuerdo ya era público y explícito.
Apenas asume el nuevo gobierno, con Piñera como presidente, Chadwick como ministro del Interior, y Hermosilla como su asesor estrella, Guerra comienza a pedir pega. En enero de 2020, solicita una reunión privada con Piñera, que se concreta en casa de Chadwick. En marzo y julio de 2020, dos veces pide que el gobierno lo nombre como consejero del Consejo de Defensa del Estado, un acto especialmente audaz después de su operación contra el CDE. También desliza la alternativa de “postular a cargos” de Alta Dirección Pública.
Mientras les pide pega, Guerra se muestra cada vez más ansioso por complacer a sus posibles empleadores.
En abril de 2018, con el gobierno recién asumido, se ofrece para cerrar también la arista SQM, a cargo del fiscal regional de Valparaíso, Pablo Gómez, en que se indaga al senador DC Jorge Pizarro. “Y si no quiere hacerlo Pablo por la razón que sea, que me pase la causa. A ese par de huevonas no hay que permitirles eso”, advierte, en referencia a la resistencia de las fiscales Carmen Gloria Segura y Paola Castiglione a ofrecerle un acuerdo a Pizarro.
Guerra sigue prestando servicios. En septiembre de 2019, le informa a Hermosilla que fue detenida “una cuñada del presidente (hermana de la primera dama) por manejo en estado de ebriedad causando daños menores. Intoxilizer 1,8. Se ordenó que quedara en libertad. Previa alcoholemia”.
El fiscal se muestra siempre sumiso. No se limita a recibir instrucciones, se adelanta a pedirlas. En 2020, escribe a Hermosilla que “para tu conocimiento e información de tus amigos del gobierno, pronto formalizaremos a (el senador Manuel José) Ossandón por tráfico de influencias. Y, servil, pide instrucciones: “¿Tú me puedes averiguar qué quiere el gobierno respecto de Ossandón?”.
En mayo de 2021 llega el desenlace. Ya con Chadwick fuera de La Moneda, y el gobierno de Piñera pronto a terminar, Guerra se reúne con el exministro, ahora decano de Derecho en la Universidad San Sebastián. Dos meses después deja la fiscalía para ser contratado en esa facultad por $6,6 millones por media jornada.
Según Ciper, un año después de salir de la fiscalía, Guerra más que duplicó su patrimonio, además de realizar compras como la de una station wagon marca BMW por $76,9 millones. También recibió pagos por $15 millones de Samuel Donoso, abogado en varias causas que él investigó, y actual representante legal de Chadwick.
Siempre fue evidente que la impunidad en Penta había sido una operación política en la que Guerra actuó como un mocito del poder político. Un obediente sicario, dispuesto a apretar cualquier gatillo con tal de agradar a sus mandantes y dejarlos “a salvo”, como él mismo se felicitaba, del brazo de la Justicia.
Ahora, ya no solo es evidente. Tenemos la evidencia.
Fuente: La Tercera